Las nuevas revoluciones
Las nuevas revoluciones tienen que ver con las luchas, lideradas por jóvenes en los últimos 60 años, que defienden los derechos socioeconómicos fundamentales y el medio ambiente. Desde mediados del siglo XX el tipo de orden democrático exigido por las personas en las nuevas revoluciones está asociado con la implementación de una democracia mucho más participativa y con el aseguramiento de unas condiciones ideales de subsistencia y de desarrollo personal.
En los países reconocidos por el sistema internacional como formalmente democráticos, el aumento de la participación está conectado con la instauración de una democracia directa, la cual implica que los individuos se introduzcan verdaderamente en la propuesta de cambios y en el cumplimiento de los mismos. Esto quiere decir que las personas entrarían en un proceso en el que ya no tienen que depender de la intermediación de los “políticos profesionales” y pasan a intervenir directamente en los espacios de debate y toma de decisiones.
Este proceso que conduce a una democracia directa tiene como fondo una estructura básica donde: todo individuo tiene unos intereses personales que pretende hacer realidad y en ello consiste su libertad; los individuos buscan su participación directamente en las deliberaciones acerca de los destinos del país; y se intenta que las decisiones tomadas conduzcan a la formulación de proyectos, leyes y acciones que respondan a los intereses individuales y al desarrollo de una sociedad pacífica.
El sistema democrático debe garantizar las condiciones mínimas para la construcción individual, las cuales se relacionan con el acceso a la educación, con la promoción efectiva del empleo, con la eliminación de la pobreza y con el fin de la discriminación. Toda sociedad, independientemente de la organización política que tenga, aspira a que se le garanticen las condiciones mínimas que facilitan el desarrollo personal, pues están conectadas a la dignidad humana y a un cumplimiento real de los principios de libertad e igualdad.
Las sociedades que ya se consideran democráticas a lo que aspiran es a que los Estados avancen hacia una “democracia real” es decir, hacia una democracia en la que las personas lleguen a ser autónomas en su construcción individual y por la que se ponga fin a todo tipo de discriminación. En esta medida, las nuevas revoluciones, en las que se hacen exigencias relacionadas a la dignidad y a los derechos fundamentales, están motivadas por un impulso democrático real.
Al hablar de nuevas revoluciones, haciendo referencia a las revoluciones socioculturales que se han presentado desde mediados del siglo XX, se destaca el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, que realizó una continua invocación de los derechos humanos y se utilizaron medios no violentos de reivindicación. Lo que sucedió en Estados Unidos durante los años 60 estuvo inspirado en lo que había sucedido en el proceso independentista de India, en el cual, el uso de instrumentos legales y normativos se había complementado con el desarrollo de una actitud pacífica al momento de realizar las solicitudes.
Esta doctrina de la no-violencia, practicada por Mahatma Gandhi y otros más, no llevó por sí sola a los cambios políticos y sociales, pero sí denotó la actitud propia de la sociedad civil en escenarios conflictivos no bélicos; es decir, en aquellos casos en los que aún no se está en guerra, pero en los que hay una constante exposición a la violencia estatal. Es posible que las protestas sociales generen fricciones con las fuerzas del orden establecido, pero, a excepción de momentos de gran tensión, el comportamiento de los miembros de la sociedad tiende a la no-violencia, lo cual la convierte en uno de los medios principales de las nuevas revoluciones.
Tanto en Estados Unidos como en India, en lo que se podría llamar la etapa inicial de las nuevas revoluciones, gran cantidad de personas, especialmente jóvenes animados por la oleada de los derechos humanos, respaldó el uso de instrumentos legales para su defensa y realizó protestas totalmente pacíficas. De esta manera, las leyes, que se encontraban imbuidas del discurso humanitario, se convirtieron en un medio poderoso para lograr cambiar el orden establecido y aumentar la participación. El derecho al voto de los afroamericanos en Estados Unidos es un ejemplo de victoria legal. Del mismo modo, la acción no violenta, que se evidenció en jornadas de boicot contra la estructura social prevaleciente, fue un medio clave para que las nuevas revoluciones marcaran una diferencia con respecto a las revoluciones del siglo XIX e iniciaran un camino que prevalece hasta hoy en día.
Los medios de las nuevas revoluciones
Dentro de las invenciones más importantes del siglo XIX están el telégrafo eléctrico, el teléfono y la radio, las cuales, en su momento, revolucionaron la manera como las personas se comunicaban entre sí, originando un nuevo tipo de comunicación y forma de conexión. Sin embargo, con los avances tecnológicos que permitieron la invención de la televisión, los límites informativos y comunicativos se desvanecieron, las personas pueden tener una imagen condensada de lo que ocurre en los lugares más alejados del planeta. De igual forma, la creación de computadoras y la instauración de la Internet, como un medio de comunicación mundial, cambiaron la manera de concebir el mundo.
En el proceso de las nuevas revoluciones es fundamental mencionar el papel jugado por los medios de comunicación y por las tecnologías informáticas, que han permitido, primero, mantener informado al mundo entero de los eventos acaecidos en los lugares donde se presentan los hechos; y segundo, generar vínculos sociales que sirven de respaldo a las protestas populares. La novedad comunicativa de los últimos 60 años es uno de los medios que las personas han utilizado para exigir cambios de régimen y el respeto de los derechos fundamentales.
La “Declaración Universal de los Derechos Humanos” en 1948, se convirtió en un estandarte por el que es posible hacer valer la dignidad humana, ya que este documento es una herramienta efectiva en la construcción de instituciones y organismos que realizan una veeduría a la protección de estos derechos en cada país; igualmente, la sociedad civil ha encontrado en ellos el argumento clave para solicitarle al Estado unas condiciones óptimas de bienestar, con las que sea posible desarrollar plenamente cada uno de los aspectos que le permiten vivir dignamente al ser humano. De aquí se desprende un punto de vista humanitario que va a ser determinante a la hora de buscar un orden global pacífico y justo, que se convertirá en el principio básico de toda normatividad nacional e internacional.
Redes sociales y flujo de información
Lo que permite que los miembros de una sociedad puedan protestar contra sus gobiernos es la cohesión entre ellos. Uno de los elementos que facilita esto es el establecimiento de una red comunicativa a través de la cual fluye la información de manera continua y sin tergiversaciones. A lo largo de la historia, las grandes revoluciones se han alimentado de este impulso social unificado por la comunicación eficaz; esto lleva a creer que, de alguna forma, las redes sociales son tan antiguas como la existencia de la comunicación humana. Lógicamente, estas redes dependen de las tecnologías comunicativas, de modo que la amplitud y fuerza de la red están directamente ligadas al desarrollo comunicativo de las sociedades.
Actualmente, gracias a la tecnificación electrónica y satelital, se han constituido redes sociales virtuales, es decir, redes de comunicación que generan asociaciones no físicas, dando lugar a un tipo de cooperación transnacional y a un flujo de información mundial en el que desde cualquier lugar del planeta se puede saber lo que ocurre al otro lado, en los lugares más remotos o de difícil acceso. El uso inteligente de las denominadas redes sociales virtuales tales como Facebook, Twitter, YouTube, etc., ha permitido que las personas alrededor del mundo se pongan de acuerdo para protestar por la violación a los derechos humanos en diferentes lugares.
La acción juvenil
Los jóvenes, hombres y mujeres, han sido los principales actores de las nuevas revoluciones, pues siempre están abiertos al cambio y al uso intensivo de las nuevas tecnologías. La flexibilidad de su pensamiento facilita su movimiento de una idea a otra sin mayor traumatismo, pero, a la vez, su ánimo apasionado fomenta altos índices de compromiso con una causa dada. Esta combinación entre flexibilidad y compromiso dio lugar a que las revoluciones juveniles fuesen motivadas por ideales muy elevados y a que, al mismo tiempo, atacaran las ideologías que sirven para controlar y manipular a los grupos sociales.
Independientemente de las actitudes asumidas por los jóvenes al momento de realizar su protesta, la característica común a todos los movimientos juveniles es el deseo de romper con la cultura tradicional que predomina en sus sociedades, de manera que resulta muy difícil lograr su reincorporación al sistema, es decir, su absorción por las prácticas políticas acostumbradas. Otro factor determinante para que los jóvenes sean los principales actores de las nuevas revoluciones, tiene que ver con su disposición a olvidar todo tipo de prejuicio social, racial o político. Un ejemplo de esto es la actitud crítica frente a la división de clases o a la marginación de los económicamente menos favorecidos, lo cual propicia una amplia conectividad entre los jóvenes de diferentes estratos socioeconómicos, generando redes de solidaridad fuertes.
Algunos ejemplos de participación juvenil son:
• La revolución cultural de los años 60 del siglo XX: movimientos juveniles, europeos y norteamericanos se opusieron a la guerra y a la cultura de la sociedad de consumo; de aquí surgió el movimiento contracultural “hippie”, el cual llegó a convertirse en un símbolo de la ruptura con las tradiciones de las sociedades conservadoras, y de la oposición pacífica al orden establecido.
• La caída del muro de Berlín: simboliza el fin de la Guerra Fría, en 1989. Este proceso produjo un gran cambio en todos los países de la “cortina de hierro” los cuales vivieron una transición del sistema comunista al sistema capitalista, este último, visto por los jóvenes como la garantía de todas las libertades que se disfrutaban en Occidente. A partir de estos sucesos, que fueron registrados por los medios de comunicación y transmitidos alrededor del mundo, se presentó una difusión global de la cultura juvenil urbana y de las tecnologías que contribuían a esta expansión.
En este sentido, la juventud y la democracia han llegado a ser inseparables en los últimos años, pues, para que se dé una efectiva ruptura con las tradiciones e ideologías, las nuevas generaciones exigen que sus derechos les sean respetados y que las libertades vayan acompañadas por acciones estatales que promuevan su pleno desarrollo. Los Estados democráticos de todo el mundo tienen a la educación y al acceso a las nuevas tecnologías como los estandartes del éxito de toda sociedad.
Participación de la mujer
Desde mediados del siglo XX, las revoluciones se caracterizaron, en gran parte, por contar con la participación masiva de las mujeres, quienes lograron hacer valer sus derechos y su condición de igualdad frente al género masculino. Los resultados de estas luchas feministas se pueden resumir en lo que significó el reconocimiento de su derecho al voto en las naciones democráticas y, posteriormente, en su creciente igualación socioeconómica con los hombres. Es bastante significativo que desde 1945 la mayor parte de países del mundo comenzaran a implementar el derecho al voto de la mujer, siendo el resultado de un movimiento planetario que busca que el género femenino pondere su lugar en la sociedad y en la historia.
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