Islam: Doctrina
El Corán y sus mandatos
Musulmanes preparándose para comer después del ayuno diurno en el mes de Ramadán
La vida espiritual de los musulmanes se encuentra regida por el Corán, fuente originaria y esencial de la doctrina y el derecho islámicos. Lo complementan los Hadices, o Tradiciones Proféticas, y la Sunna o Ejemplo del Profeta, considerados como fuentes secundarias. La vida religiosa musulmana está ligada a la vida terrenal, puesto que, según la tradición, el Arcángel Gabriel se le apareció a Mahoma con el siguiente mandato: “Lee, en el Nombre de tu Señor, que creó al hombre a partir de un coágulo de sangre. Lee, pues tu señor es el más generoso, y enseña al hombre, mediante la pluma, aquello que no sabe”.
A la revelación originaria se le fueron incorporando nuevas revelaciones, a las que el Profeta respondía con acciones concretas que sus discípulos fueron atesorando como enseñanzas. En un principio, los mandatos y enseñanzas de Mahoma se transmitieron de manera oral o escritas sobre diversos soportes, como hojas de palmera y cueros. Recién después de la muerte de Mahoma, el conjunto será transcripto en el Corán. Para los musulmanes, pues, el Corán constituye en sí mismo una obra de Dios, dictada palabra por palabra y difundida por el profeta. Eso hace del libro una creación única y divina, que fue preservada de cualquier alteración. Incluso, una de las demostraciones que sostienen como milagro la confección del Corán es que Mahoma era un iletrado y desconocía buena parte de los temas que trata en sus prédicas, lo que hace evidente para la tradición que constituían palabras transmitidas por Dios o sus mensajeros.
El Corán
Los "hafiz" son musulmanes que memorizan completo el Corán. La oración precisa de la memorización por lo menos parcial del texto.
Texto divino que contiene la palabra de Alá, el Corán es para los musulmanes una excluyente guía para el desarrollo de cualquiera de las actividades de su vida. Tras la muerte del Profeta, sus discípulos comenzaron a registrar sus enseñanzas por escrito, sumando finalmente numerosos capítulos, todo ellos redactados en verso y prosa. Destaca también la caligrafía artística y ornamentada en que fue redactado, como corresponde al don más preciado que Alá dio a los hombres: la palabra escrita.
El Corán está conformado por un total de 114 azoras o capítulos, cada uno de ellos compuesto por 6.236 aleyas o versos. Cada azora se inicia con una bizmilla, que se repite en todos los casos, y dice lo siguiente: “en el nombre de Dios, el compasivo y misericordioso”. La novena azora es la única que no está encabezada por la bizmilla y, según los especialistas, porque está conectada a la azora que la precede.
Las azoras son identificables por un nombre, siempre asociado a una parte del texto. Una de sus singularidades es que están dispuestas por su tamaño. Sólo hay una excepción, la azora inicial llamada Al-Ftiha, que es corta y constituye la principal oración. De aquí en más, el Corán tiene dispuesto las azoras de mayor a menor tamaño. Las azoras se dividen en dos, según el origen de las mismas. Así, hay las llamadas "mecanas" o "mequíes" que son las que fueron reveladas en la Meca, y las "medinesas" o “mediníes” según fueran reveladas en Medina.
Los estudiosos le asignan al Corán un estilo de escritura única, que combina tanto la prosa como la poesía.
El libro sagrado de los musulmanes recoge el conjunto de dogmas y preceptos divinos que Alá transmitió al Profeta y éste a sus fieles. Pero no fue sino tras la muerte de Mahoma que el Corpus doctrinario fue establecido por escrito. La redacción definitiva se realizó durante el mandato del tercer Califa, Utmán, quien impulsó la nueva fe por vastos territorios, incluso en el imperio Bizantino y el Sasánida.
Los preceptos del islam
Los preceptos del Corán, de obligado cumplimiento para los musulmanes, son cinco: de carácter perenne, la observancia del credo, de las oraciones diarias y de la limosna; de carácter puntual, el ayuno -comida, bebida, tabaco y sexo- y la peregrinación a la Meca.
Credo: Alá, sus libros, sus profetas y el juicio final de los hombres.
Oración: Cinco veces al día, arrodillados en dirección a la Meca.
Limosna: La cuadragésima parte de los ingresos, como mínimo.
Ayuno: Durante el noveno período lunar del año (Ramadán).
Peregrinación: Hay que acudir a La Meca al menos una vez en la vida.
El islam se manifiesta como una religión piadosa y tolerante, que niega el carácter individualista del ser humano para instruirlo en el amor y las buenas acciones. Predica la instrucción, cultivar la sabiduría y el cabal conocimiento de las ciencias para el bien común. La tolerancia religiosa también es una de sus características originales, así como el respeto a las singularidades de las naciones y las razas. Su principal certeza es la existencia de un único Dios. Dice el Corán en una de sus partes: “él es Dios. No hay Dios sino él. Él conoce lo desconocido y el testimonio. Él es el clemente, el Misericordioso. Él es Dios. No hay Dios sino Él. Él es el rey, el santísimo, el pacificador, el creyente, el presente, el poderoso, el terrible, el soberbio. ¡Gloria a Dios por encima de los que lo asocian!”.
Para el islam, todo ser debe someterse por propia voluntad al temor de Dios, que todo lo sabe y siente.
Una de las oraciones del Corán señala: "¡oh, los que creéis! ¡Temed a Dios! ¡Medite cada alma qué ha hecho por la mañana! ¡Temed a Dios! Cierto, Dios está bien informado de lo que hacéis". Para el islam, la vida después de la muerte es una certeza absoluta y todos aquellos que verdaderamente se han sometido a Dios volverán a gozar de la vida.
El ritual y la oración
El musulmán debe acudir a la mezquita en silencio e ingresar descalzo. En todos los casos debe estar sobrio y aseado, funcionando la higiene como un deseo de limpieza interior. Otra forma de honrar los mandatos coránicos es a través del “zakat” porción fija de la riqueza personal que debe tributarse para ayudar a los pobres y necesitados, su significado literal es “crecer en bondad”. Esta limosna es de tipo obligatoria y se debe entregar anualmente.
Los musulmanes dan una particular importancia a la vida religiosa tanto dentro como fuera de las mezquitas, de tal manera que toda la vida gira en torno del testimonio de sumisión. Según marca la tradición islámica, el musulmán debe rezar cinco veces al día, una actividad conocida como "salat”, que puede realizarse tanto de manera colectiva como individualmente. La obligatoriedad de acudir a la mezquita sólo cuenta para la plegaria del viernes al mediodía, cuando además se dicta un sermón.
El ritual religioso musulmán de la oración debe mostrar una actitud de postración ante Dios, colocando la nariz y la frente en el suelo, siempre en dirección a la Meca, como símbolo de sumisión.
Otros dos acontecimientos constituyen la cumbre del rito religioso islámicos: el ayuno y la peregrinación a La Meca. El ayuno de los musulmanes se realiza durante el Ramadán, noveno mes del calendario musulmán. Según la tradición, todo musulmán que ha alcanzado la pubertad está en condiciones de participar del mismo. El rito consiste en que durante todo el mes del Ramadán los creyentes deben respetar una serie de normas de vida cotidianas, como abstraerse de comer, beber y tener relaciones sexuales durante las horas diurnas.
La peregrinación a La Meca “hajj” es obligatoria una vez en la vida para todo musulmán en condiciones físicas y psíquicas de realizarla. Además, el peregrino debe costearse el viaje, cualquiera sea el lugar de su residencia, y antes de iniciar la travesía debe asegurar la manutención de sus familiares a cargo mientras él se encuentre ausente.
La peregrinación es una manera también de identificar a los musulmanes con uno de sus principales dogmas: la igualdad entre todos los creyentes sin distinciones de origen y situación económica. Simbólicamente, esta igualdad ante Dios se efectúa antes de ingresar al perímetro propiamente sagrado de la Meca, cuando el peregrino se despoja de sus vestimentas para ponerse el “ihram” dos sábanas blancas que uniforman a todos los fieles que atestiguan ante Dios su abandono de la vida mundana.
El peregrino debe dar siete vueltas a la Kaaba y hacer siete veces el recorrido ida y vuelta de La Meca a Marwa. Sin embargo, la Kaaba no es objeto de adoración en el islam, pues los musulmanes adoran únicamente a Alá.
La palabra de Dios
Creación divina, la palabra tiene para los musulmanes el carácter de lo único y sublime. Por supuesto, las palabras comunicadas por Alá a Mahoma, mediante el arcángel Gabriel, revisten la misma importancia. Por este motivo, la palabra original del Corán no puede modificarse de su escritura en árabe clásico, lengua considerada sagrada, y no aceptan ni modificaciones ni interpretaciones porque las consideran una alteración de la obra divina. Incluso, cuando el texto sagrado es traducido para aquellos musulmanes no árabes, se considera dicha traducción sólo a efectos didácticos, pero carente del valor divino que acredita el texto en lengua original. Por lo demás, los rituales litúrgicos se realizan siempre sólo en árabe.
Mahoma, el Profeta
Mahoma o Muhammad (570-632) tuvo la visión del arcángel Gabriel en el 610, quien le ordenó predicar la palabra de Dios. Desde entonces, consagrará su vida a difundir la palabra de Alá. Paulatinamente, el Profeta ganará adeptos, conquistando primero Medina y en 627 la ciudad de La Meca. Entre los preceptos del islam se cuenta la prohibición de ponerle rostro al Profeta y la no adoración de Alá a través de imágenes.
De los inicios a la expansión
La vida de Mahoma parece haber transcurrido sin mayores sobresaltos, hasta que a los 40 años tuvo la primera revelación divina. Siempre siguiendo la tradición islámica, habiendo recibido el mandato de predicar la voz de Dios, Mahoma comenzó su tarea primero con las personas más cercanas, y fue ampliando su público con los pobladores de La Meca.
Mahoma (con el rostro velado) avanzando en La Meca, con los ángeles Gabriel, Miguel, Israfil y Azrael.
Convertido en el profeta de Dios, señaló que su misión era predicar la palabra divina, siendo sus argumentos el arrepentimiento y la sumisión a Dios. Desde esta perspectiva, Mahoma no predicaba una religión nueva, sino que rescataba la originalidad que judíos y cristianos ya habían esbozado, pero desnaturalizado con el tiempo.
La prédica del Profeta fue sin duda efectiva, lo que acrecentó grandemente su popularidad, a la vez que alertó a quienes desconfiaban de sus enseñanzas o directamente lo señalaban como un elemento perturbador. De hecho, doce años después de haber iniciado su camino como Profeta, Mahoma y buena parte de sus fieles debieron partir de La Meca, donde algunos poderosos veían con creciente y amenazante preocupación el desarrollo de su prestigio.
La Hégira, nombre que tomó la migración de Mahoma y sus acompañantes a la ciudad de Medina, marcará un nuevo hito en la historia del islam. La historiografía religiosa musulmana tomará ese año 612 como el primero de su liderazgo divino y también como el inicial del calendario de los musulmanes. A partir de entonces los musulmanes tendrán cada vez mayor cantidad de fieles, conquistando las grandes mayorías de Medina y La Meca, y progresivamente ciudades vecinas.
Representación de la batalla de Khaybar. Sucedida en el séptimo año de la Hégira. Mahoma y sus seguidores derrotaron a varias tribus judías que viven en el oasis de Khaybar, en la parte noroccidental de la Península Arábiga.
La nueva religión reivindicaba y asumía la irreductible sumisión a la voluntad de Dios -tal el significado del término "islam"-, que a su manera de ver no cumplían otras religiones monoteístas. El islam levantaba como pilar la inexistencia de una división entre lo religioso y lo secular, y que todas las cosas estaban exclusivamente sujetas a la voluntad de Dios. Desde esta perspectiva, los jefes políticos de cada comunidad no debían sino administrar la voluntad divina. Con esta base, los musulmanes conquistaron muy pronto toda la región de Arabia, y ya hacia 634 se dirigieron hacia Palestina. Para el 642 habían derrotado a los imperios Bizantino y Sasánida, y su influencia se extendía por Siria, Irak, parte de Irán y Egipto.
Las diversas doctrinas
Dentro del islamismo se han destacado diferentes facciones que, reclamándose las legítimas herederas del Profeta, por lo general se manifiestan irreductibles respecto de las otras. Entre las últimas que han surgido destaca el movimiento wahhabi. Su origen data del siglo XVIII, cuando Muhammad Ibn Abd al Wahhab (1703-1792) encabezó un movimiento religioso en Arabia, reivindicando la necesidad de recuperar el islam original, desvirtuado según sus considerandos.
Dentro de sus argumentaciones, sostenía que el sufismo constituía la corrupción misma del islam sunnita. Su intención giraba en torno a una nueva educación del islam, tal como la habían realizado los primeros creyentes, a la vez que rechazaban cualquier innovación posterior. Defensores del islam, combaten por igual las supersticiones y desviaciones del dogma inicial. Por esto mismo, no resulta extraño que fueran considerados los iniciadores del fundamentalismo. El wahabismo es la forma religiosa del islam que tiene más influencia sobre los musulmanes suníes en Arabia Saudí, que son la mayoría en dicho país.
Muhammad Ibn Abd al Wahhab descrito popularmente como el padre de todos los movimientos fundamentalistas.
El rostro velado de Mahoma
Entre las tradiciones más caras al islamismo destaca la imposibilidad de conocer el rostro del Profeta. Nunca un musulmán ha ensayado siquiera la tentativa de representarlo, y todas las ilustraciones de los textos sagrados, empezando por el Corán, lo representan invariablemente cubierto por un velo o, en ocasiones, directamente con un círculo en blanco, sin que figure ningún tipo de facción en el mismo.
¿cuál es la argumentación sobre el rostro cubierto de Mahoma? Parece que la tradición se funda en el mítico combate del islam contra la idolatría, para el dogma, una de las principales causas de la degeneración de la sumisión exclusiva a Dios. Desde antaño, pues, los artistas se han cuidado de guardar las facciones del Profeta. Inspirados en el Corán, que, si bien no prohíbe explícitamente pintar la cara de Mahoma, sí es tajante en la prohibición de adorar a cualquier cosa o persona. En esta prohibición radica, la escasa importancia que en el mundo islámico se le ha dado al arte figurativo, tanto profano como religioso.
Mahoma recibe una revelación durante una batalla. Manuscrito oriental medieval.
Pese a que su prédica fue rechazada por los judíos y los cristianos, Mahoma reconoció como profetas al patriarca hebreo Abraham y a Cristo. La Meca, Medina y Jerusalén son consideradas Ciudades Santas por el islam.
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