Islam: Legado cultural
De intensa vida religiosa y heredero de una historia y una cultura extraordinarias, el mundo musulmán constituye uno de los más preciados tesoros de la humanidad. Profundamente religiosos, los musulmanes han legado una cultura tan rica como variada en sus expresiones artísticas, entre las que destacan una arquitectura monumental que maravilla en el diseño de sus mezquitas y en la profusa decoración de sus cerámicas y artesanías. Más allá de las alternativas religiosas y políticas, el islam se desarrolló con una creatividad que aún continúa siendo admirable en las más variadas representaciones artísticas
Los musulmanes en el mundo
Los fieles seguidores del profeta han fundado importantes comunidades en todo el mundo, expandiendo su enorme influencia política y religiosa y la riqueza de su cultura. Prácticamente no hay rincón del planeta que no conozca su presencia, aunque Europa, África y Asia siguen siendo los continentes más permeables a su expansión. Si bien la migración musulmana suele ocupar en Europa los trabajos menos remunerativos y es objeto de múltiples discriminaciones, los musulmanes también han conquistado la solidaridad de enormes sectores sociales, culturales y políticos.
En Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, casi toda Europa occidental conoció dentro de sus fronteras la expansión del islamismo como un fenómeno cultural de enorme importancia. Los musulmanes establecieron grandes y poderosas comunidades en países como Francia, Inglaterra y Alemania. De hecho, han construido mezquitas de gran importancia, como la de Regent's Park, en Londres.
Mezquita central de Regent's Park, en Londres.
En buena parte del continente africano, sobre todo entre los países del norte, el porcentaje de la población musulmana asila entre el 50 y el 90 % de la misma, destacando Argelia, Libia, Mali, Mauritania, Somalia, Níger y Marruecos, entre otros. Con un porcentaje menor de fieles siguen Egipto, Burkina Faso y Sudán. Del centro de África hacia el sur, la adhesión al islamismo es menor, con un índice que oscila entre el 5 y el 20 %. Angola y Tanzania son la excepción, duplicando largamente esos guarismos.
A partir de 1206, con la fundación del Sultanato de Delhi, se inauguró el periodo musulmán en la India, que se mantendría hasta la irrupción mongola en 1526. Para finales del siglo XIII, las importantes regiones de Decábn y Gujarat también pasaron a estar bajo influencia islámica. La irrupción de los musulmanes fue un golpe duro contra el budismo, sobre todo dentro de las clases populares. Esto significó una nueva irrupción del brahamanismo ortodoxo.
Delhi se convirtió en el centro político de las nuevas dinastías mamelucas, reinantes hasta 1316, y motor de una islamización afectada por recurrentes revueltas populares e insurgencias políticas. Delhi fue escenario de numerosos y sangrientos enfrentamientos, además de vivir bajo la permanente presión de una posible invasión mogol.
Avenida de Raj Path Nueva Delhi, India. Desde los inicios del siglo XIII, la importancia de Delhi fue central en el mundo islámico en la India.
El establecimiento del imperio mogol en la India fue obra de Babur, príncipe timurí de Kabul que, en su intento por expandir su influencia, invadió la India en cuatro oportunidades sin haber cosechado éxito alguno. En su quinto intento, en abril de 1526, Babur enfrentó a las tropas del sultán Ibrahim Lodhi, en la primera batalla de Panipat. El ejército de Babur estaba mejor equipado que el de Lodhi (contaba con pólvora, por ejemplo) y no tardó en alzarse con el triunfo. Así comenzó la última etapa de esplendor musulmán en la india.
El arte islámico
Nacido en siria bajo la influencia bizantina, el arte islámico se diseminó con fuerza por los mismos sitios en los que fue filtrándose la fe musulmana, desde el norte africano hasta la península Ibérica, desde la India hasta Oceanía. En su largo peregrinar, el arte islámico se enriqueció con el aporte de numerosas culturas y civilizaciones, como la bizantina y mesopotámica. Además de las mezquitas, consagración de la arquitectura del islam, los musulmanes destacaron por sus miniaturas pictóricas, de enorme realismo y perfección, sus cerámicas y cristalería, y la calidad de fama universal de sus alfombras.
El tejido
Tienda de alfombras en Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos.
La textilería tiene una importancia capital dentro del arte islámico. Sobre todo, a través de su objeto más suntuario: la alfombra. Las alfombras destacaban por la calidad de sus ornamentaciones que ocupaban todo el espacio, auténticas obras de arte dentro de otra, que le dieron fama universal. Por lo general eran confeccionadas de tres maneras: nudos, tejidas y de punto cadena.
Pintura y escultura
El arte figurativo musulmán no alcanzó un desarrollo de gran importancia, sin duda, la tajante prohibición del Corán de retratar al Profeta influencia de tal manera que, los artistas no tienen entre sus preferencias la representación de la figura humana, aunque de hecho la han realizado en numerosas oportunidades. No obstante, jamás ha sido lo relevante en su arte. Por supuesto, el resultado es una cierta escasez en la producción pictórica y escultórica.
La expresión más genuina de la pintura islámica fue la miniatura, que ilustró sobre todo los textos científicos y literarios. También destacó en la descripción de paisajes. En el arte islámico no existía la pintura de caballete, por lo que el trabajo pictórico se concentró en las miniaturas de los manuscritos como elemento decorativo en los libros de literatura, ciencia, y de manera muy especial en el Corán y en demás textos sagrados. Bajo la influencia de la escuela de Bagdad del siglo XIII, la miniatura persa floreció con los ilkhánidas y alcanzó su esplendor con las obras de Bizhad (1455-1536) durante el período timurí.
Miniatura persa "La construcción del fuerte Khavarnaq" por Kamāl ud-Dīn Behzād Herawī, Herat c. 1494-1495, dinastía timúrida.
La escultura es un arte poco frecuentado, imitándose mayormente a la cerámica y el tallado en marfil, también es importante el trabajo en vidrio, siendo grandes artesanos en las técnicas del soplado y la pintura vidriada. El tallado es una de las más destacadas expresiones, sobre todo en grandes superficies como puertas y ventanas, decoradas especialmente para templos y palacios de la clase dirigente. El marfil y la madera serán, finalmente, dos de las técnicas más exquisitas desarrolladas por los artesanos musulmanes.
La cerámica
La cerámica recién será incorporada bajo la dinastía abassida, y la ciudad turca de Izmir fue el principal centro productor de los fantásticos azulejos decorados. Como tal la cerámica musulmana se desarrolló originariamente en la región de la Mesopotamia y en Persia, y más tarde en Al-Ándalus. Entre sus logros mayores se cuenta la calidad del esmaltado y la cristalería, y una decoración abigarrada de motivos geométricos y florales en primera instancia, y de animales, sobre todo aves, en segundo término.
La presencia de los musulmanes en España transfirió a la Península todas las características del arte islámico. La cerámica no tardó en convertirse en un arte suntuario, donde descollaban los platos dorados con reflejos metálicos y los grandes jarros vidriados que eran reclamados por su gran belleza por toda la ruta mediterránea.
Redoma califal de las liebres en verde y manganeso. Cerámica omeya. Siglo X. Museo arqueológico de cerámica hispanomusulmana, Granada, España.
La primacía de la decoración
Suele decirse que, en las obras de construcción, los musulmanes se preocuparon más por la decoración de las mismas que por las técnicas para levantarlas. Como fuere, es claro que hicieron suyo una suerte de “ley estética” que consagraba, como principio rector, la mayor simplicidad en la decoración exterior y la más bella y refinada en los ambientes interiores.
La caligrafía
El arte de escribir la caligrafía árabe es quizás uno de los productos culturales más relevantes del mundo islámico. Su presentación es fácilmente advertible en mezquitas y palacios y abunda en los textos sagrados como una identidad particular de los musulmanes. Su importancia radica en la relación que tienen los creyentes con los mandatos del Profeta. Así, la palabra y la palabra escrita, por supuesto, configuran el medio por el cual la vida terrenal se asocia con la espiritual, en otros términos, la palabra es el medio que utilizó Alá para comunicarse con sus fieles y en ese sentido es sagrada.
Portada de un ejemplar del Corán, en la que se lee al-Qur'ān al-Karīm, esto es: El Noble Corán.
Con este presupuesto, no es extraño que la caligrafía sea para los continuadores de Mahoma el arte por excelencia. Utilizando recursos artísticos, la palabra escrita no sólo transmite su significado conceptual, sino también simbólico, ya que forma figuras para recrear situaciones. Esta manera de expresarse puede verse en las ilustraciones del Corán y otros textos religiosos, como así también en las fachadas de los templos, puertas de palacios y tumbas.
La arquitectura
Dentro de las múltiples expresiones artísticas musulmanas, la arquitectura reviste un carácter de excepción, tanto por su variedad en el extenso mapa geográfico del islam, como por su creatividad ornamental sin parangones. Aunque no necesariamente toda su arquitectura ha sido de carácter religioso, es indudable que la religiosidad está en el corazón de las construcciones musulmanas. Así lo atestiguan dos de sus productos clásicos: las mezquitas y las madrasas.
Tres serán los elementos característicos de las construcciones islámicas: la columna, el arco y la cúpula, cuya belleza ornamental acompañará a los más espectaculares edificios. Quizás el primer hito de la arquitectura musulmana sea el registrado en 691, con el domo de la roca, en Jerusalén, donde destacan los singulares espacios abovedados y el domo circular.
Domo de la roca o Cúpula de la Roca en Jerusalén.
Los estilos de la arquitectura musulmana están estrechamente relacionados con la geografía que los acunó y son tantos como extensa es aquélla. En este sentido, puede hablarse de un estilo persa, morisco, mameluco, otomano, timúrida, mudéjar y fatimí. Ciudades como Bagdad, por ejemplo, fueron levantadas con la intervención de arquitectos persas.
También la influencia hispana se localiza en las construcciones moriscas, más conocidas como hispano-musulmanas. Entre sus grandes realizaciones va a destacar la gran Mezquita de Córdoba, cuya edificación data originariamente del 785. En ella sobresalen los arcos interiores en forma de herradura, que se reproducirán puntualmente en la Alhambra, tal vez la obra cumbre de la arquitectura morisca. La influencia musulmana en la España y Europa medievales va a prolongarse con el arte mudéjar, siendo los reales alcázares de Sevilla un reflejo de ello.
En el polo geográfico opuesto, en Asia Central, la arquitectura timúrida es la representación más importante de la influencia musulmana, en especial en los edificios realizados por Timur Lang, iniciador de la dinastía timúrida, en Samarcanda, actual Uzbekistán. Será una de sus características más notables la simetría axial y las cúpulas dobles de formas y tamaños diversos. Registán era el corazón de la antigua ciudad de Samarcanda, el nombre Registán significa “lugar de arena” en persa.
Registán, plaza pública donde se escuchaban las proclamaciones reales y se realizaban las ejecuciones públicas. Está enmarcado por tres madrasas (escuelas islámicas) de específica arquitectura islámica.
Por su parte, los otomanos van a distinguirse por sus grandes mezquitas, siendo en sus orígenes un antecedente y un modelo a imitar las construcciones bizantinas, como la iglesia de Santa Sofía, cuya planta sirvió para la construcción posterior de mezquitas. Será aporte otomano el equilibrio perfecto de la luz y la sombra en los interiores de sus edificios, sembrados de bóvedas, semibóvedas y columnas.
La arquitectura fatimí dio obras de gran envergadura, como su mezquita al-Azhar, en el Cairo, levantada a fines del siglo X. La arquitectura mameluca sumó esplendor al aspecto decorativo, sobre todo en los grandes complejos religiosos. No resulta extraño que su capital, el Cairo, se haya convertido por entonces en un importante centro artístico. La arquitectura musulmana en África desarrolló un estilo particular, en especial en el sur del Sahara, donde va a destacar la Mezquita de Sanskore, en Tombctú, donde es importante la utilización de un material característico en la zona: la madera.
Mezquita de Sanskore, en Tombctú.
Lo espiritual en el arte
Una de las expresiones artísticas más notables y conocidas del mundo islámico es el arabesco, definido como una reiteración de figuras geométricas que habitualmente decoran las fachadas, paredes, puertas y marcos de coberturas de las más variadas construcciones musulmanas. Por lo general, las figuras geométricas reproducen formas de plantas (hojas, flores y frutas) y ocasionalmente de animales, siendo entre éstos los más frecuentes las aves.
Por el contrario, consecuentemente con las tendencias espirituales y artísticas del islam, las figuras humanas tienen una ausencia notable. Como la caligrafía, también el arabesco tiene una raíz simbólica de origen espiritual, y está dada, según los especialistas, en el carácter infinito de la repetición, una manera de representar la dimensión infinita de la naturaleza, exclusiva creación de Alá. Sin embargo, el arabesco ya estaba presente en otras culturas, como la egipcia, la asiria y la griega.
Vista de arabesco en el Palacio de Alhambra.
Los museos
Por la inmensidad de la influencia islámica y su prédica en el mundo entero, museos de diferentes continentes guardan celosamente sus principales legados históricos y culturales. Destacan particularmente los museos de Turquía y Siria, pero los hay también en África y en el Extremo Oriente. Mosaicos, azulejos, caligrafías, vestimentas típicas y los más variados y suntuosos objetos de orfebrería musulmana testifican el desarrollo alcanzado por los seguidores del profeta.
El museo de la Mezquita Azul
Llamada Mezquita del Sultán Ahmet, se alza frente a la principal iglesia bizantina de Estambul, ex Constantinopla. Fue mandada a construir por Ahmet I, quien gobernó entre 1603 y 1617, para demostrar que los arquitectos musulmanes eran tan hábiles como los cristianos. Los 20.000 azulejos florales que revisten sus muros le dan nombre a la mezquita, que terminó de ser construida en 1616.
Vista interior de la Mezquita Azul, en la que destacan sus revestimientos y ventanales.
Museo Bardo
Ubicado a unos pocos kilómetros de la capital de Túnez, en el antiguo Palacio del Bardo, ofrece numerosas colecciones que representan las influencias más importantes en la historia local, incluyendo salas especialmente destinadas a la presencia púnica, griega, cristiana e islámica. Es un museo bastante interesante, de hecho, cuenta con los mejores mosaicos antiguos muy bien conservados.
Museo de Damasco
Entre su valioso patrimonio alberga una completa colección de arte y piezas de valor histórico sobre los pueblos y culturas que habitaron el país, iniciando el recorrido en el período oriental antiguo y concluyendo en la etapa islámica. De esta última se conservan desde máscaras y trajes hasta numerosas miniaturas, caligrafías y una multitud de objetos artesanales en metalistería, cerámica, vidrio y azulejos. Entre su patrimonio se cuentan monumentos de los períodos Omawi y Otomano, entre otros.
Museo de Artes Islámico de Malasia
Fue inaugurado en Kuala Lumpur en el año 1998, a partir de una donación de la fundación Albukhary, con apoyo del gobierno malayo. Entre sus múltiples piezas, el museo pone un énfasis particular en la preservación y exhibición de representaciones del arte islámico chino. La Sala Otomana contiene varios artefactos de la época del imperio islámico. La Galería de Manuscritos y Al-Quran contiene más de 200 manuscritos islámicos.
Cúpula del Museo de Artes Islámico de Malasia.
Museo Mevlana Tekke
Ubicado en Konya, la ciudad más religiosa de Turquía y cuna de la secta sufí del islam y de sus derviches danzantes. Es el lugar más emblemático de la ciudad, y en él se conservan los restos del fundador de la secta. En su interior pueden observarse decenas de elementos utilizados por los seguidores derviches.
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