Arte medieval: Gótico
Catedral de Saint-Étienne de Bourges joya del Arte gótico francés
Determinar los límites entre el arte románico y el arte gótico es algo difícil. En un momento dado los estilos coexisten, ya que el triunfo y aparición de nuevas técnicas no supone que se anule totalmente el estilo dominante en la etapa anterior. El gótico hunde sus raíces en el románico, por ello en su etapa inicial aprovecha elementos de éste. Desde mediados del siglo XII y durante cuatro siglos, el nuevo estilo evoluciona y deja sus huellas por toda Europa.
Su nombre se debe al escritor y tratadista florentino Giorgio Vasari, quien afirmaba que era un estilo iniciado en Alemania por los godos, y lo consideraba como un arte bárbaro, confuso y desordenado muy alejado de la proporción y la medida propia del arte clásico. Esta idea renacentista imperó hasta el siglo XVIII en que comenzó a llamársele estilo pintoresco, por su carácter exótico. En el siglo XIX, recibió la denominación de arte ojival, atendiendo a la importancia de la bóveda por aristas en ojiva dentro de su arquitectura.
El sistema de estribos y arbotantes, junto con los pináculos, es uno de los elementos arquitectónicos más característicos del estilo gótico.
Arquitectura gótica
La arquitectura gótica corresponde a una época de esplendor de Europa (florecimiento del comercio y de los gremios artesanales, crece la circulación de la moneda), y la catedral se presenta como un signo diferenciador y de orgullo de la ciudad. La Europa de los siglos XII y XIII adquiere ya conciencia de su personalidad y de su poder, y se muestra a sí misma como representante de la cristiandad con la creación de un nuevo arte, el gótico, que ya no busca en Bizancio sus ideas y modelos.
Los elementos arquitectónicos propios del gótico son: el arco ojival (se forma mediante dos curvas del mismo radio que en la clave se cortan formando un ángulo agudo), la bóveda de crucería (armadura de arcos aparejados, dos diagonales que son las ojivas y cuatro que se elevan sobre los lados del rectángulo de la base) y los arbotantes (arcos que contrarrestan el empuje transversal de las bóvedas por medio de un contrafuerte exterior al edificio).
Los estilos propios son el gótico clásico, que se desarrolla durante la primera mitad del siglo XIII; el gótico radiante, que comprende la segunda mitad del siglo XIII y el XIV, y el gótico flamígero, desarrollado durante el siglo XV. En esta última etapa la decoración crece hasta llegar a la exuberancia y junto al arco ojival aparecen otros más complicados como el conopial de cuatro centros, el carpanel de tres centros, el mixtilíneo, formado por la sucesión de segmentos curvos y rectilíneos, y el escarzano o rebajado que no llega al semicírculo.
La Catedral de Tours en Francia es una de las creaciones más extraordinarias del gótico flamígero
Los primeros elementos del gótico naciente fueron utilizados en la Orden del Cister, fundada para devolver su primitiva pureza al monacato benedictino. El segundo edificio de los primeros tiempos del gótico es la catedral, y la de Sens es el primer ejemplo de gran catedral enteramente abovedada con ojivas. La catedral de Chartres supuso un importante paso en la evolución del estilo. Su construcción se inició en el año 1194 y concluyó en 1220. Fue consagrada el 24 de octubre de 1260 en presencia del rey Luis IX el Santo. En ella se aprecian las líneas verticales de aspecto ascensional, elemento típico del gótico pleno.
A partir del año 1230, París es el gran centro del arte radiante. Sus arquitectos supieron asimilar las novedades aportadas por Reims y Amiens, y elaboraron una arquitectura en la que priman la ligereza y la luminosidad de los edificios, más que la altura. Obras importantes son la nave y el transepto de la abadía de Saint Denis, reconstruidos a partir de 1231, y la ampliación del transepto de la catedral de París, en cuyos extremos se abren dos inmensos rosetones que testimonian el gusto por la luz y el dominio técnico logrado por los arquitectos.
Pero donde culmina esta búsqueda de una arquitectura cada vez más desmaterializada es en la Sainte Chapelle, oratorio del palacio real de San Luis, construido entre 1243 y 1248 para acoger las reliquias traídas de Tierra Santa. El edificio es un verdadero relicario de cristal en el que los elementos arquitectónicos, reducidos al mínimo, no parecen tener más función que servir como marco de las grandes vidrieras, que son los elementos esenciales del conjunto.
La Santa Capilla “Sainte-Chapelle” refleja en su esplendor el estilo gótico. Se encuentra situada en el centro de la ciudad de París.
En España existen una serie de edificios de transición al nuevo estilo, entre los que figuran el Pórtico de la Gloria y el crucero de la iglesia de San Benito de Sahagún. Del gótico clásico es la catedral de Cuenca, construida en el siglo XIII. También de este siglo, pero con mayor influencia francesa son las catedrales de Toledo, Burgos y León. En el siglo XIV destacan la cabecera de la catedral de Palencia y la iglesia del monasterio de Guadalupe.
A lo largo del siglo XV el flamígero se impone y el número de construcciones es muy elevado. La ornamentación pasa a ser mucho más variada y profusa. De este momento son las catedrales de Pamplona, Oviedo, Murcia y Sevilla.
En Inglaterra, el gótico surge en el último cuarto del siglo XII y es un estilo importado del continente. El primer ejemplo es la catedral de Canterbury, seguida por las de Linconl, Wels, Salisbury y la abadía de Westminster. Hacia la mitad del siglo XIII surge el nuevo estilo, caracterizado por su luminosidad. Los ejemplos más bellos son la catedral de Exter, las naves de York y Lichfield y las salas capitulares de Westminster y de Wels.
En Italia, por su peso en la tradición grecolatina, el gótico entró tardíamente y con unas características que lo diferencian del resto de Europa. La organización y proporciones de los edificios responden a una concepción espacial muy distinta y utilizan una decoración policromada heredada de los mosaicos y frescos clásicos o bizantinos. Entre estas construcciones originales destacan la catedral de Orvieto, la de Siena y la de Santa María de las Flores en Florencia, cuya cúpula ya es de estilo renacentista.
Catedral de Orvieto. Es considerada como una obra maestra de la arquitectura gótica italiana.
En Alemania, el nuevo estilo comenzó a abrirse camino gracias al influjo francés en las primeras décadas del siglo XIII y se afianzó a mediados de siglo. Destacan las iglesias de Limburgo, Nuestra Señora de Tréveris, la catedral de Colonia (inaugurada el 15 de octubre de 1880), la de Metz y la de Estrasburgo. Típico alemán son las iglesias de planta de salón caracterizadas por tener las naves laterales a la misma altura que la central. Se destaca la Catedral de Santa Isabel de Marburgo.
Escultura gótica
La escultura gótica en cuanto a temática y estética es continuadora de la románica. Sin embargo, sufre una evolución en dos sentidos, por un lado, comienza a independizarse progresivamente de las exigencias impuestas por el espacio arquitectónico, y por otro se aleja de la rigidez y esquematismo bizantinos para ir abriéndose hacia un mayor realismo. Su distribución dentro de las construcciones arquitectónicas también sufre algunas modificaciones. Se localiza preferentemente en el exterior y casi desaparece en el interior. Las triples portadas góticas pasan a concentrar la mayor parte de la escultura. Junto a ellas, aparecen nuevos campos eminentemente decorativos como son los retablos, los sepulcros y los coros.
Los retablos son grandes composiciones integradas por relieves y pinturas detrás de los altares de las iglesias. Los sepulcros adquieren un protagonismo hasta entonces desconocido, y son de dos tipos: exentos o de arcosolio, es decir, de pared. Los primeros aparecen decorados en sus cuatro lados por figuras escultóricas de gran belleza, los segundos se componen de un lecho mortuorio con la figura yacente del difunto colocada en el muro dentro de un nicho que culmina en una arquivolta. Las sillerías de los coros diseñadas para dar asiento a los canónigos aparecen ricamente decoradas y a partir del siglo XV adquieren un carácter satírico.
Sillería del Coro de la Catedral de Santa María de Toledo, España.
En la Francia de mediados del siglo XII, las nuevas representaciones escultóricas ya anuncian el cambio de estilo. La primera portada triple gótica es, del año 1140, el Pórtico Real de la iglesia de Saint Denis, cuya temática es el juicio final. La plenitud de la escultura gótica llega en el siglo XIII en las grandes composiciones que adornan las catedrales (Chartres, Amiens, Reims y Sainte Chapelle). Durante la primera mitad del siglo XV la escultura sufre una transformación. Se siguen esculpiendo grandes portadas como las de Burdeos o Rauen, pero junto a ellas aparecen relieves en los zócalos de los pórticos y esculturas en los pilares de las iglesias.
La escultura funeraria adquiere un gran desarrollo a partir del siglo XIII. En el XIV, al escultor de origen holandés Claus Sluter se le deben el sepulcro de Felipe el Atrevido, la portada de la cartuja de Champmol y el Calvario de su cementerio. En España, el nuevo estilo penetra en el siglo XIII, y en su primera etapa se observa una notable influencia francesa (catedrales de León y Burgos). Lo más notable de este período son los sepulcros de Alfonso VII y Leonor de Plantagenet, el monasterio de las Huelgas en Burgos y el sepulcro del deán Martínez Fernández en la catedral de León.
En los siglos XIV y XV, Cataluña se convertirá en el centro de la escultura hispana. Jaime Cascalls creó una escuela; en sus obras se observa un cierto influjo francés cargado de originalidad. Se destaca el conjunto funerario del monasterio de Poblet y la estatua de Carlomagno en la catedral de Gerona. La obra principal de Pedro Moragues (fin del siglo XIV) se encuentra en la catedral de Zaragoza, el sepulcro del arzobispo don Lope Fernández de Luna.
Uno de los sepulcros del complejo funerario del monasterio de Poblet. Se aprecia la escultura gótica al servicio de la religión.
La escultura castellana, tras un período de debilidad, en el siglo XV llega a un momento de extraordinario florecimiento. Destacan en este momento los conjuntos funerarios del obispo Domingo de Arroyuelo en Burgos y del cardenal Gil de Albornoz en Toledo. De la segunda mitad del siglo XV son las portadas de la catedral de Toledo y la fachada del convento de San Juan de los Reyes, en Toledo, obra de Juan Gaus. El gran escultor español del siglo XV es Gil de Silo, cuyas obras se encuentran en la cartuja de Miraflores, el sepulcro del rey Juan II y su mujer y las estatuas orantes del infante don Alfonso y de juan de Padilla.
Pintura gótica
En Italia, desde finales del siglo XIII y a lo largo del XIV, surgen en Siena y en Florencia una serie de artistas capaces de renovar el arte y transformarlo en el siglo XV en un arte enteramente occidental. Entre ellos destaca el florentino Giotto di Bondone (1266-1337), quien romperá con el estilo bizantino y comienza con una nueva etapa en la historia de la pintura, confiriéndole una categoría que le hará competir con la escultura. En 1296 trabajó en los frescos de la iglesia superior de Asís. Entre 1304 y 1306 pinta la capilla Scrovegni en Padua. Estas pinturas son consideradas como su obra más importante y en ellas se observa su nueva interpretación del espacio y de la luz que da unidad al conjunto. Entre 1317 Y 1323 pinta las capillas de Bardi y Peruzzi de Santa Croce en Florencia. Fallece el 8 de enero de 1337. Según la biografía de Vasari, fue sepultado en el lado izquierdo de la antigua catedral de Santa Reparata de Florencia en una tumba de gran sencillez con una sola losa de mármol.
El “Políptico Baroncelli” de Giotto y Taddeo Gaddi, 1328. Pintura al temple y oro sobre tabla, conservada en la Capilla Baroncelli de la Basílica de Santa Croce de Florencia.
Dentro de la escuela de Siena destaca Duccio. Su obra se caracteriza por un mayor apego a las formas bizantinas, pero con un importante influjo francés. Su obra principal es la gran "Maestá" Virgen en Majestad en la catedral de Siena. Con Pietro y Ambroggio Lorenzetti se cierra a mediados del siglo XV el gran período de la pintura sienesa.
El arte de los primitivos flamencos. Pintura hispano-flamenca
Durante los siglos XIV y XV los Países Bajos se convierten en el más importante foco de irradiación artística de Europa. Los artistas flamencos se dedican sobre todo a la pintura en caballete de pequeño tamaño, y en sus composiciones se observa un enorme detallismo y minuciosidad, lo que nos habla de la importante influencia que en ella ejerció el miniado de los códices. Tradicionalmente, los hermanos Hubert y Jan van Eyck eran considerados como los fundadores de la escuela flamenca, pero la obra de Robert Campin, maestro de Van der Weyden, hizo cambiar la teoría. Sus obras principales son el retablo de Merode y el tríptico de la Anunciación. La obra más destacable de los hermanos Hubert y Jan van Eyck es el Políptico de San Bavón de Gante, tríptico compuesto de doce tablas cuya temática es la adoración del Cordero Místico. De Van Eyck destacan los retratos por su realismo y acentuado carácter personal, entre los que se destaca el del Matrimonio Arnolfini.
Las composiciones de Rogier van der Weyden (1400-1464) tienen un estilo más dramático que las del anterior. Esto se puede observar en el “Descendimiento”, obra de enorme dramatismo en que aparecen Jose de Arimatea y Nicodemo sosteniendo a la figura de Cristo, mientras que San Juan sostiene a la Virgen desmayada.
“Descendimiento de la cruz” es considerada la obra maestra del pintor flamenco Rogier van der Weyden. Es un óleo sobre tabla de 1436.
El holandés Jerónimo Bosch van Aeken, llamado el Bosco en España, donde se encuentra la mayor parte de su obra, es considerado como el más original de todos estos pintores. En la primera parte de su obra se aprecia la influencia de Van der Weyden, pero pronto comenzará a mostrar su propia genialidad, en la que las alegorías y el sentido burlesco serán característicos. Esto se observa ya en cuadros como la Adoración de los Reyes, y se acentúa en los Pecados Capitales. Su fantasía se aprecia en el Carro de Heno y el Jardín de las Delicias.
Desde principios del siglo XVI la pintura flamenca se ve influida por los nuevos aires italianos, pero pese a ello no desaparecen los caracteres netamente flamencos, lo que se puede observar en la obra de pintores como Brueghel el Viejo en El triunfo de la muerte y Cazadores en la nieve o el gran retratista Antonio Moro, pintor de la corte de España.
La Piedad de Fernando Gallego, 1470. De estilo hispanoflamenco. En ella se observa la reacción contra el sistema figurativo precedente, el carácter simbólico y un gran realismo en el que los detalles están perfectamente recogidos.
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