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Mesopotamia: Babilonia, II milenio a.C.

Aproximadamente entre los años 2000 y 500 a.C., Babilonia fue la capital del imperio babilónico y un importante centro religioso y mercantil. También fue el lugar donde se levantó la legendaria Torre de Babel y se construyeron los Jardines de Babilonia, considerados una de las Siete Maravillas del Mundo antiguo.

Babilonia Babilonia

La ciudad de Babilonia fue famosa en todo el mundo antiguo. Cuando el escritor griego Herodoto la visitó, en torno al año 450 a.C. -tras haber sido conquistada por los persas-, afirmó que «sobrepasaba en esplendor a cualquier ciudad del mundo conocido». Las glorias de la capital incluían inmensos y decorados templos y palacios, además del zigurat de ladrillo que, supuestamente, era la Torre de Babel mencionada en la Biblia.

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Mesopotamia: Los Acadios

La tierra de Acad era una región del norte de Caldea, o sea, la Baja Mesopotamia. Estaba situada entre Asiria, al noreste, y Sumeria, al sur. Durante el período de la historia mesopotámica anterior a Babilonia, se originó la lengua acadia. A partir del III milenio a.C. tribus de pastores semitas, originarias de la Península Arábiga, se fueron extendiendo hacia el norte e ingresaron en la región mesopotámica. A lo largo de su derrotero surgieron diversas etnias, como los amorreos, los fenicios, los israelitas y los arameos. En Mesopotamia, los más importantes de estos grupos fueron los acadios, más presentes en el área del norte de la región, en la que se levantaba la ciudad de Kish. El Imperio Acadio fue el primer gran imperio de la historia.

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Mesopotamia: Los Sumerios

En el área de la cordillera del Tauro y la costa del Medite­rráneo oriental, entre el XII milenio y el X, tribus de ca­zadores-recolectores se transformaron en agricultores y ganaderas. Este cambio se acentuó en 10000 - 8300 a.C. en Siria, Lí­bano y Palestina. Entre 9300 y 4400 a.C., las formas incipientes del Neolítico ya predominaban en estas áreas, además de em­pezar a manifestarse en Anatolia y los montes Zagros, zonas periféricas de la re­gión enmarcada entre los dos grandes rí­os, el Tigris y el Éufrates.

 Localización de Sumer

Los primeros pasos

Se llama Mesopotamia a la zona del Cercano Oriente ubicada entre los ríos Tigris y Eufra­tes, si bien dicha denominación se extiende a las zonas fértiles contiguas a la franja interflu­vial, que coinciden con las áreas no desérticas del actual Irak. Entre 6000 y 5000 a.C., gracias a la extraordinaria fertilidad del suelo, en el interior de la Mesopotamia se afianzaron la agricultura y la ganadería, lo que, para los pueblos que protagonizaron este milagro, supuso pasar del nomadismo a la vida sedentaria. Las nuevas técnicas de producción desarrolladas en la zona se expandieron y fueron adoptadas por otros pueblos de las regiones aledañas. En tierras tan fértiles no sólo florecieron espigas y rebaños, sino también ciudades y nuevas creencias.

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Momificación

La palabra momia es de origen árabe y significa “cuerpo preservado con brea”. Sin embargo, esta denominación se le da también al cadáver de un ser humano o animal que, por circunstancias naturales,  se ha mantenido en aceptable estado de conservación mucho tiempo después de su muerte.

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Pablo de Tarso

Con Saulo de Tarso la palabra y el mensaje de Cristo rompen las fronteras de la tierra que escuchó directamente la voz de Cristo y se universalizan.

Con Saulo de Tarso la palabra y el mensaje de Cristo rompen las fronteras de la tierra que escuchó directamente la voz de Cristo y se universalizan. IMA-san-pablo Pie de foto San Pablo, de José de Ribera, 1930-1935, Óleo sobre lienzo. Museo del Pardo.  Saulo (Pablo) había nacido en Tarso, en la región de Cilicia, un importante centro de comercio y de cultura, ya romanizado en esa época. De religión judaica, Saulo, casi de la misma edad que Jesús, se formaría como rabino o maestro de la Ley. Era un hombre culto y un hombre de acción, hostil y perseguidor de los primeros difusores del pensamiento de Cristo, caso del que se tiene como su primer mártir, san Esteban. En esa dimensión, participa Saulo en diversas acciones contra los primeros núcleos cristianos, entre ellas la expedición contra los de Damasco. Es en la que una luz deslumbradora y una voz –“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”– representan su conversión. La “caída de Damasco” es el punto de partida de su palabra y de su obra, que se van a extender por todo el Imperio romano. IMA-san-pablo-conversion Pie de foto La conversión de Saulo al cristianismo tuvo lugar en el camino a Damasco. Obra del pintor Bartolomé Murillo.  En la teología de san Pablo la idea central es la de Cristo crucificado pero, sobre todo, resucitado, algo que era ajeno al mesianismo judío. Su mensaje de salvación tiene en ciudades como Antioquía, la tercera ciudad del Imperio romano y su gran centro industrial, nuevos y potentes focos de expansión. Es la ciudad donde por primera vez se conoce a los seguidores de Jesús como cristianos. De allí va a partir la rápida expansión del cristianismo por todo el mundo romano. Es en el pensamiento griego y el romano donde va encontrar san Pablo el molde que facilitaría la difusión del mensaje cristiano y su incorporación al pensamiento occidental. La predicación de san Pablo y la coetánea fundación de iglesias –es decir, de “comunidades” cristianas– tendría en el mundo grecolatino su amplia área de difusión: Atenas, Corinto, Tesalónica, Efeso y, por fin, la propia Roma, donde iría a morir san Pablo. La esperanza en la resurrección a partir de la de Cristo –“Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe”– sigue siendo hoy un significativo testimonio de la actualidad y de la pervivencia del pensamiento de Pablo de Tarso.  Por último, y desde la perspectiva del propio mundo católico, no se puede olvidar que dos figuras claves como Juan Bautista Montini y Karol Vojtiwa eligieron el nombre de Pablo cuando accedieron al pontificado.
San Pablo, de José de Ribera, 1930-1935, Óleo sobre lienzo. Museo del Pardo.

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Reino de los hititas

Mapa del reino Hitita hacia el 1500 a.C.

A diferencia de otros pueblos de Oriente Próximo de origen semita, los hititas eran indoeuropeos, es decir, provenían de las regiones situadas entre Asia y Europa Oriental, y se asomaron al área mediterránea seguramente empujados por fuertes movimientos migratorios hacia Occidente de poblaciones nómadas de Asia. En la segunda mitad del III milenio a.C., habían emigrado hacia Anatolia, ya habitada por poblaciones autóctonas como los hatti.

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Reino de Mitanni

Reino de Mitanni hacia el 1400 a.C.

El reino de Mitanni, habitado por un pueblo de origen hurrita, probablemente tribus provenientes del Cáucaso meridional, se extendió entre el 1650 y el 1250 a.C. por la Alta Mesopotamia, donde hay constancia de la existencia de pequeños reinos hurritas desde el III milenio a.C.

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Roma: Creencias religiosas

La religión romana

La religión romana se fue conformando en sucesivas etapas, aunque mayoritariamente se basó en desviaciones procedentes de la mitología griega. Esta influencia se asentó sobre una religiosidad antigua, de tipo animista, que se mantuvo sobre todo en los cultos familiares. También se dio una absorción de divinidades locales a medida que el imperio romano conquistaba nuevos territorios. Roma solía conceder a los dioses propios de los pueblos sojuzgados los mismos honores que a los dioses antiguos que habían llevado consigo.

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Roma: Imperio

Expansión del Imperio Romano
Expansión del Imperio Romano

En un principio, tras su fundación en el año 753 a.C., Roma fue una Monarquía etrusca. Más tarde, en 509 a.C., se convir­tió en una República del Latio y, finalmente en el 27 a.C., en un Imperio. El lugar fundacional de la ciudad de Roma se sitúa en lo alto del monte Palatino, junto al río Tíber. A partir de ahí, la ciudad se extendió por otras seis colinas llamadas Aventino, Capitolino, Quirinal, Viminal, Esquilino y Celio.

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Roma: Legado cultural

El legado cultural de Roma es tan vasto y diversificado como la extensión de territorio que abarcó su imperio y la variedad cultural de los pueblos que sojuzgó.

El latín


Inscripción en latín antiguo con una oración.

La imposición del latín como lengua oficial del Imperio romano se tradujo en la configuración, por primera vez, de un "lenguaje universal" -por supuesto, a la medida del universo entonces más o menos hegemonizado por su civilización- que sirviese de puente y elemento homogeneizador entre culturas de diferente signo lingüístico. Hasta la actualidad, el latín sigue siendo reivindicado por la Iglesia Católica como lengua "urbis et orbis" -textualmente, "para toda la ciudad y para todo el mundo"- y, de hecho, todavía lo utiliza en sus rituales religiosos y en los edictos y proclamas destinados a normatizar la vida de sus seguidores.

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