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Pablo de Tarso

Con Saulo de Tarso la palabra y el mensaje de Cristo rompen las fronteras de la tierra que escuchó directamente la voz de Cristo y se universalizan.

Con Saulo de Tarso la palabra y el mensaje de Cristo rompen las fronteras de la tierra que escuchó directamente la voz de Cristo y se universalizan. IMA-san-pablo Pie de foto San Pablo, de José de Ribera, 1930-1935, Óleo sobre lienzo. Museo del Pardo.  Saulo (Pablo) había nacido en Tarso, en la región de Cilicia, un importante centro de comercio y de cultura, ya romanizado en esa época. De religión judaica, Saulo, casi de la misma edad que Jesús, se formaría como rabino o maestro de la Ley. Era un hombre culto y un hombre de acción, hostil y perseguidor de los primeros difusores del pensamiento de Cristo, caso del que se tiene como su primer mártir, san Esteban. En esa dimensión, participa Saulo en diversas acciones contra los primeros núcleos cristianos, entre ellas la expedición contra los de Damasco. Es en la que una luz deslumbradora y una voz –“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”– representan su conversión. La “caída de Damasco” es el punto de partida de su palabra y de su obra, que se van a extender por todo el Imperio romano. IMA-san-pablo-conversion Pie de foto La conversión de Saulo al cristianismo tuvo lugar en el camino a Damasco. Obra del pintor Bartolomé Murillo.  En la teología de san Pablo la idea central es la de Cristo crucificado pero, sobre todo, resucitado, algo que era ajeno al mesianismo judío. Su mensaje de salvación tiene en ciudades como Antioquía, la tercera ciudad del Imperio romano y su gran centro industrial, nuevos y potentes focos de expansión. Es la ciudad donde por primera vez se conoce a los seguidores de Jesús como cristianos. De allí va a partir la rápida expansión del cristianismo por todo el mundo romano. Es en el pensamiento griego y el romano donde va encontrar san Pablo el molde que facilitaría la difusión del mensaje cristiano y su incorporación al pensamiento occidental. La predicación de san Pablo y la coetánea fundación de iglesias –es decir, de “comunidades” cristianas– tendría en el mundo grecolatino su amplia área de difusión: Atenas, Corinto, Tesalónica, Efeso y, por fin, la propia Roma, donde iría a morir san Pablo. La esperanza en la resurrección a partir de la de Cristo –“Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe”– sigue siendo hoy un significativo testimonio de la actualidad y de la pervivencia del pensamiento de Pablo de Tarso.  Por último, y desde la perspectiva del propio mundo católico, no se puede olvidar que dos figuras claves como Juan Bautista Montini y Karol Vojtiwa eligieron el nombre de Pablo cuando accedieron al pontificado.
San Pablo, de José de Ribera, 1930-1935, Óleo sobre lienzo. Museo del Pardo.
Saulo (Pablo) había nacido en Tarso, en la región de Cilicia, un importante centro de comercio y de cultura, ya romanizado en esa época. De religión judaica, Saulo, casi de la misma edad que Jesús, se formaría como rabino o maestro de la Ley. Era un hombre culto y un hombre de acción, hostil y perseguidor de los primeros difusores del pensamiento de Cristo, caso del que se tiene como su primer mártir, san Esteban. En esa dimensión, participa Saulo en diversas acciones contra los primeros núcleos cristianos, entre ellas la expedición contra los de Damasco. Es en la que una luz deslumbradora y una voz –“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”– representan su conversión. La “caída de Damasco” es el punto de partida de su palabra y de su obra, que se van a extender por todo el Imperio romano.
La conversión de Saulo al cristianismo
La conversión de Saulo al cristianismo tuvo lugar en el camino a Damasco. Obra del pintor Bartolomé Murillo.

En la teología de san Pablo la idea central es la de Cristo crucificado pero, sobre todo, resucitado, algo que era ajeno al mesianismo judío. Su mensaje de salvación tiene en ciudades como Antioquía, la tercera ciudad del Imperio romano y su gran centro industrial, nuevos y potentes focos de expansión. Es la ciudad donde por primera vez se conoce a los seguidores de Jesús como cristianos. De allí va a partir la rápida expansión del cristianismo por todo el mundo romano. Es en el pensamiento griego y el romano donde va encontrar san Pablo el molde que facilitaría la difusión del mensaje cristiano y su incorporación al pensamiento occidental.

La predicación de san Pablo y la coetánea fundación de iglesias –es decir, de “comunidades” cristianas– tendría en el mundo grecolatino su amplia área de difusión: Atenas, Corinto, Tesalónica, Efeso y, por fin, la propia Roma, donde iría a morir san Pablo. La esperanza en la resurrección a partir de la de Cristo –“Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe”– sigue siendo hoy un significativo testimonio de la actualidad y de la pervivencia del pensamiento de Pablo de Tarso.

Por último, y desde la perspectiva del propio mundo católico, no se puede olvidar que dos figuras claves como Juan Bautista Montini y Karol Vojtiwa eligieron el nombre de Pablo cuando accedieron al pontificado.

Referencia:
Espadas Burgos, M. (2015). Cristianismo nueva idea de Dios. La aventura de la historia, (200), 84-89.

Edad Antigua