Celtas: Organización social
Un pueblo de leyenda
Constituidos por un heterodoxo elenco de pueblos, los celtas sumaron una serie de características singulares que los distinguieron como una cultura de rasgos uniformes en sus tradiciones y lenguaje (lengua celta). Paganos en el aspecto religioso y expertos orfebres y joyeros, como su principal cualidad artística, surcaron el territorio europeo desde el siglo V a.C. hasta conocer la dominación romana en la Galia, en el siglo I a.C., y en Britania, en el año 43 d.C. Sus bardos (especie de poetas) legaron apasionantes leyendas, donde abundan magos, hadas y héroes.
Los celtas mostraron respeto reverencial por los grandes bloques graníticos que hallaron en sus territorios, ya que supusieron fueron trasladados por pueblos poderosos. Sobre esas piedras grabaron sus propias inscripciones. Se expandieron por casi todo el territorio europeo, abarcando una franja central que se prolongaba desde la Península Ibérica hasta el mar Negro.
La guerra fue uno de sus motores, sometiendo a numerosos pueblos y estableciendo colonias políticamente independientes entre sí.
Los orfebres celtas dejaron una importante variedad de objetos que indican la importancia que tenía para ellos la ostentación personal. Broches, pendientes, torques (collares finamente decorados) y anillos dan cuenta de ello. También se esmeraron en la decoración de sus armas, destacando la riqueza ornamental de las empuñaduras de sus espadas y escudos. En todos los casos, el bronce fue la materia prima primordial.
Organización social
El hecho de que los celtas no se dedicaran a escribir su propia historia hace compleja la reconstrucción de sus sociedades. De todos modos, gracias a los registros arqueológicos y las descripciones que otras culturas contemporáneas realizaron de ellos, se permite estructurar una noción de cómo fue su organización social.
La unidad social por excelencia de los celtas era la tribu. Por lo general, cada tribu estructuraba su sociedad de manera jerarquizada. La estratificación sumaba una nobleza que, a su vez, ungía a los guerreros. La clase sacerdotal, dirigida por los druidas, ocupaba un lugar privilegiado en la pirámide social celta. Y sin muchos privilegios se encontraban las clases sociales agrupadas en hombres libres, compuesta de campesinos, artesanos y trabajadores manuales. Por último, los esclavos, que sin ninguna clase de derechos se encontraban por fuera de la ley.
Pirámide social celta
La nobleza
Era bastante aristocrática e intentaba distinguirse de la gente corriente. Se dividían en dos clases claramente diferenciadas: los guerreros y los sacerdotes. Los guerreros eran en muchos aspectos la personificación de la cultura celta. Privilegiados y consentidos, su único propósito era la batalla. Todas las organizaciones de la sociedad celta se establecían de acuerdo a este objetivo. El arte de la guerra desempeñaba un papel esencial en la vida cotidiana del pueblo celta y los guerreros eran sus principales representantes.
Guerreros celtas
Siempre luciendo largas cabelleras con trenzas, bigotes abultados y pequeñas barbas, los guerreros galos eran diestros jinetes, y su caballería solía producir estragos entre las fuerzas enemigas. Brutales en el combate, los más bravos recibían, como premio a su audacia, las porciones más abundantes de carne en los banquetes de celebración. Por lo general, los nobles ocupaban la jefatura militar.
Los guerreros creían que los torques (collares) tenían cualidades mágicas y a veces iban al combate desnudos, armas en mano, sólo exhibiendo sus collares.
La bravura de las tribus celtas fue rápidamente reconocida por propios y ajenos. Implacables en los campos de batalla, dentro de las ciudades sitiadas mostraron iguales condiciones de orgullo, tenacidad y resistencia. Esta capacidad guerrera era alimentada por los druidas, quienes en sus funciones sacerdotales realizaban sacrificios humanos para doblegar la moral combativa de los enemigos.
Los druidas
Sacerdotes que, además, ungían como consejeros de Estado, dado el nivel de conocimiento que exhibían en las más diversas áreas y ciencias estaban vinculados totalmente con la nobleza celta.
Druida celta
El término “druida” hace referencia a una jerarquía -la superior- de las cuatro que existían en la casta sacerdotal de los celtas. Los integrantes de la categoría más baja eran los estudiantes o “amdaurs” (aspirantes a druidas), reconocidos por sus túnicas amarillas. En un orden de mayor importancia estaban los “vates”, que se distinguían por utilizar el color rojo. El grado de mayor categoría no solo se manifestaba en la vestimenta, sino en las atribuciones y conocimientos.
A los “vates” se les debe buena parte de la trascendencia de los mitos, tradiciones, creencias y conocimiento de todo tipo de la civilización celta, ya que ellos eran los encargados de compilarlos para luego transmitirlo al pueblo. Además, practicaban la profecía, estudiaban filosofía, astronomía, medicina, música y oratoria. En una etapa más avanzada, luego de una compleja ceremonia de iniciación, podían usar el color azul, que revelaba que habían accedido al nivel de los bardos.
Los bardos eran los encargados de amenizar las fiestas y celebraciones recitando, en prosa o en verso, las proezas de los guerreros y, de cantar alabanzas a los dioses.
Finalmente, en el rango superior, estaban los verdaderos druidas quienes vestían túnicas blancas. Se encargaban principalmente de realizar los sacrificios, rituales y funerales y, sobre todo, eran los jueces supremos e inapelables. Era tal el respeto hacia ellos que no necesitaban usar armas para recorrer territorios pertenecientes a varios clanes.
Sus santuarios eran de piedra, organizados en forma circular y sin techo, para ver el firmamento y aún se conservan algunos al sur de Inglaterra, los templos o Dólmenes de Avebury y de Stonehenge, cerca de donde -según la leyenda- fue enterrado el rey Arturo.
Hombres libres
Eran las personas que no tenían muchos derechos, pero llevaban una vida tranquila. Se componían de campesinos agricultores, artesanos, y metalurgos que trabajaban el hierro con gran pericia, sus armas construidas con dicho metal estaban muy avanzadas. Las armas eran fundamentales para los celtas, al parecer se trataba de un símbolo de libertad.
Esclavos
Eran comprados por familias para vincularlos como trabajadores en las labores del hogar y del campo.
El arte como expresión de poder
La producción artística reflejaba, de manera notoria, las características de la sociedad celta, quien brindó especial atención a las pautas de diferenciación de clases. En una sociedad tan altamente jerarquizada, las joyas cumplieron un singular rol de distinción. Entre los numerosos objetos de decoración personal que utilizaron, se destacan los torques, un modelo de collar que sólo utilizaban los miembros de las clases dirigentes. Los torques eran de oro, aunque también de hierro y bronce. El detalle decorativo más importante estaba en sus extremos, coronados con alguna figura, como cabezas de león, o diferentes terminados artísticos.
Torque y fíbula celta
Entre las clases populares, era habitual la fíbula, un broche que servía para sujetar las prendas de hombres y mujeres. También las fíbulas estaban decoradas, y según las incrustaciones en pedrería que tenían, señalaban la pertenencia social de su portador.
Ciudades fortificadas
Se organizaron socialmente en fortalezas amuralladas: oppidas, que además solían establecerse bajo el amparo de protecciones naturales, como bosques, montañas y cursos de agua. Un “oppida” designa un lugar elevado en una colina o meseta, cuyas defensas naturales se han visto reforzadas por la intervención del hombre. Los oppidas se establecían, generalmente, para el dominio de tierras aptas para el cultivo o como refugio fortificado que podía tener partes habitables.
Los oppidas son una de las principales manifestaciones del desarrollo de la civilización celta de mediados del siglo V a.C.
Estos asentamientos permanentes se sostenían por la producción agrícola y ganadera, a la que se sumaban la minería, la metalurgia del hierro, la artesanía y un creciente comercio.
Los castros
La vida cotidiana de las tribus celtas se desarrollaba mayormente dentro de los límites de sus castros, agrupamientos de viviendas que constituían su unidad social y económica básica. Los castros se distinguían tanto por su falta de organización urbanística como por sus formas predominantemente cilíndricas en las viviendas. De hecho, sólo conocieron las formas cuadradas o rectangulares a partir del siglo I a.C., cuando la influencia de la cultura romana comenzó a dejar sus huellas.
El Castro de Viladonga está situado en el Noroeste de la Terra Chá lucense en la ciudad de Lugo, España. Ahora es un museo arqueológico.
El castro albergaba una importante cantidad de casas que, por lo general, pertenecían a núcleos familiares independientes. Estos núcleos, según la extensión del castro, podían llegar a reagruparse en "barrios". Además de las viviendas, los castros albergaban otras construcciones importantes, como silos y almacenes donde depositaban los excedentes agrícolas.
La vivienda celta
Entre las características de la vivienda celta se cuenta que eran absolutamente independientes, sin llegar a compartir la construcción de un lindante. El techo se hacía con ramas y barro, soportados por un esqueleto de maderos. Además, carecían de ventanas.
Ilustración del interior de una vivienda celta. Reconstrucción de una vivienda en un poblado celta de Galicia España.
Agrupadas por familias, las viviendas de los celtas eran monoambientes que se levantaban al resguardo de defensas naturales, como altos cúmulos de tierra que sirvieran para frenar los fuertes vientos. Estas defensas eran especialmente necesarias, toda vez que los materiales con que se construían las casas eran de cierta fragilidad ante los fuertes embates de los fenómenos naturales.
Vestimenta celta
Como todas las sociedades antiguas y modernas, la vestimenta y apariencia va de acuerdo a la clase social a la que se pertenezca. Sin embargo, los celtas al ser una sociedad predominantemente bélica, se destacan por sus atuendos propios para la guerra. También es sabido su gusto por el pelo largo, la barba y, entre la aristocracia, los largos bigotes. Se peinan los pelos de punta para aumentar su fiereza en el campo de batalla cuando no portan casco. Los guerreros visten de formas pintorescas pero con telas de gran calidad. Se interesan en impresionar a sus congéneres y alarmar a sus enemigos.
Vestimenta de los guerreros celtas
Los mantos o saga son una prenda habitual. Se fabrican con la lana de oveja y con decoraciones de cuadros habitualmente. Los broches o fíbulas de hierro o bronce se emplean para sujetar los mantos a la altura del hombro. A parte de las fíbulas, uno de los objetos más típicos de orfebrería celta es el torque, un regalo entre los guerreros que se usa para protegerse de los espíritus; se trata de collares de oro, plata u otros metales, bastante pesados que es un símbolo de poder entre dioses y humanos.
El resto de elementos de la panoplia militar son el escudo oval (1), la espada de variados estilos en su empuñadura (2) y el casco (3). Las prendas más habituales son las túnicas cortas o camisas de manga larga (4), los bracae (5) o pantalones largos sujetos al tobillo y el cinturón (6).
Las ropas no guerreras se confeccionan con lanas o hilo, cuyos colores más habituales eran los rojizos (extraídos de las raíces de la planta Rubia tinctorum), amarillos (obtenidos de la Reseda lutea) y azules (logrado a partir de la fermentación de las hojas de las Isatis tinctoria). Los nobles tienen algunas prendas de sedas y de llamativos colores, con hilos dorados y bordados.
En cuanto al atuendo femenino, acostumbran a vestir túnicas largas del estilo al peplum romano, sujetas con un cinturón y sobre ellos un manto o sagum sobre los hombros. El peplum consiste, básicamente, en dos piezas rectangulares, unidas en un extremo, y, sostenidas por encima de los hombros por dos fíbulas, que en ocasiones se unían con una cadena ornamental de hierro. También existían otro tipo de prendas como las faldas anchas de cuadros que se enrollaban a la cintura. Las faldas enseñan el tobillo para evitar el contacto con el barro. Al igual que los hombres de la aristocracia, las mujeres llevan todo tipo de joyería. Combinan broches o fíbulas con collares, brazaletes, pulseras de tobillo, torques y peines.
Mujer de la aristocracia celta
Las mujeres celtas se dejan el pelo largo, suelto o sujeto con agujas en moños. Las nobles, al igual que los hombres, cuidan mucho su aspecto y suelen ir maquilladas. La piel debe ser pálida para demostrar que no trabajan al sol. Labios y mejillas se enrojecen con el jugo de bayas y se aplica color en los párpados. En ocasiones las uñas se tiñen de la misma manera.
El papel de la mujer
Las mujeres celtas disfrutaban de un trato de igualdad con los hombres. Además de realizar las tareas del hogar, participaban de la educación y las armas -podían ser instructoras militares e, incluso, ostentar el mando-. Las solteras desdeñaban la virginidad, elegían múltiples amantes y eran libres de rehusar cualquier cortejo. Las esposas no estaban sometidas a sus maridos, tenían derecho a la propiedad y eran compensadas en caso de separación legal. Las madres eran consideradas diosas protectoras. La bravura de las mujeres celtas es legendaria. Tácito, historiador romano, las describió como "desgreñadas mujeres de negro ropaje, cual furias blandiendo antorchas".
Boudica. La reina celta que desafió a Roma.
Hábitos alimenticios
El jabalí era parte primordial del menú celta, durante los banquetes no podía faltar, además del cerdo cocido, buey, vaca, miel, queso, mantequilla y pan de trigo, de mijo, higos y castañas, o de bellotas. Los comensales se lanzaban la comida unos a otros hasta terminar en auténticas batallas campales. Comían con las manos, sentados en mesas, y se valían de un puñal para cortar los trozos difíciles. Pese a los excesos, el griego Estrabón dejó constancia de la repulsión que sentían por la obesidad: "Ningún joven es perfecto si excede la longitud fijada del cinturón".
La caza del jabalí fue representada en frescos por los artistas romanos que incorporaron a su menú este elemento excluyente de la gastronomía celta.
La embriaguez era continua entre los celtas, que elaboraban hidromiel y “corma” cerveza de trigo con miel, pero las clases altas se apasionaban por el vino, a tal extremo que, como no lo producían en sus territorios, lo importaban de Italia a cambio de sal, pieles, esclavos, etc.
Economía celta
La cuestión militar no estaba alejada de las actividades productivas, sino que, incluso, a veces las complementaba. Por ejemplo, cuando las riquezas acumuladas eran importantes o se debía asegurar un territorio designado a la agricultura, intervenía el ejército, que ocupaba la zona de referencia e instalaba fortificaciones permanentes. Pero si la guerra les permitió expandirse sobre el continente, las actividades agrícolas permitieron sus posibilidades de asiento. Expertos granjeros y pastores, cultivaron una gran variedad de cereales, empleando para el arado bueyes de gran porte.
Granjeros celtas
El pastoreo era la actividad económica fundamental, seguida de la agricultura de cereales, la caza, la minería (que se deduce de su variada y extensa orfebrería) y la pesca en menor grado y principalmente de mariscos. Domesticaron animales como perros y gatos, y la ganadería era especialmente con fines de abastecimiento alimenticio. Criaban cerdos de menor tamaño que los actuales y de una variedad bastante salvaje. Los celtas eran, además, especialistas en metalurgia, sobre todo en la producción de objetos de hierro y bronce.
Entre sus actividades económicas se destacó además el comercio, más aún cuando en su expansión conocieron un amplio abanico de regiones y pueblos con quienes intercambiar productos.
Comerciantes celtas
Monedas celtas
La expansión de las tribus celtas y su establecimiento permanente en una extensa franja de la Europa central, sumado a un desarrollo progresivo del comercio, se convirtieron en los adecuados motores que impulsaron el surgimiento de un sistema monetario en metálico que tomó, como primeros modelos, las monedas acuñadas por los griegos y los romanos. Con el tiempo, los celtas desarrollaron sus propios diseños, a los que proveyeron sus particulares expresiones artísticas, siempre más cercanas a la abstracción que al detallismo realista. Su producción de monedas fue vasta, en gran parte gracias a la enorme cantidad de metales para realizarlas, como oro, plata y estaño.
UN DISEÑO PROPIO: A diferencia de los griegos y romanos, que daban a sus monedas un diseño figurativo claro y concreto, los celtas se inclinaron hacia una mayor abstracción y ornamentación de bases figurativas. Así, por ejemplo, las cabelleras de sus efigies se confeccionaban con el trazado de líneas ondulantes, comunes en las representaciones artísticas celtas. Afectos a las líneas curvas y círculos, con ellos dieron forma a las ilustraciones de sus monedas, que adoptaron una suerte de mixtura entre las representaciones clásicas y las más abstractas.
Monedas de en un tesoro encontrado en un ajuar de una mujer celta en Durkheim, Alemania.
Aunque no existe gran variedad de monedas, si es sabido que una vez hallado el modelo, se dedicaban a fabricar una gran cantidad de ellas. Claro que para ello contaban con una gran provisión de los metales preciosos para realizarlas. Ejemplo de ello son los yacimientos de oro en el Rin, los Pirineos y los Alpes; los filones de plata en el Tarn y Auvernia, y, finalmente, las minas de estaño en Bretaña.
TRIBU PARISII: La tribu celta de los parisii, aquélla que le dará nombre a la capital francesa, desarrollará un modelo particular para el reverso de sus monedas. En las mismas aparece la figura de un caballo a partir de una serie de trazos sinuosos y pequeños círculos.
Quinario de Kaletedou. Moneda de tipo quinario una pequeña pieza de plata que vale la mitad de un denario. Los celtas solían usar las monedas romanas como modelo pero modificando sus datos. Sus monedas eran más pequeñas, de un centímetro de diámetro y de dos gramos de peso.
Los artesanos que tallaban las monedas dieron muestras de una habilidad extraordinaria, al grado que cada una de estas constituyen pequeñas obras de arte.
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