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Egipto: La decadencia del Imperio

Ruinas de Tanis

El proceso de decadencia del Reino Nuevo de Egipto, que se había iniciado con la XX Dinastía se acentuó en los casi cuatrocientos años que duró el conocido como Tercer Período Intermedio (c. 1070 - 663 a.C.). El origen de este período de inestabilidad se encuentra en la época de Ramsés XI, el último rey de la XX Dinastía y, por tanto, del Reino Nuevo. Las malas cosechas habían provocado hambrunas y el descontento de la población, y habían minado la autoridad del faraón y sus funcionarios. En este contexto, el ejército cobró un peso inesperado, y de entre sus tropas empezaron a destacar los mercenarios libios, cuyos jefes tribales fueron construyendo fortalezas y ocupando cada vez más espacios en las instituciones, tanto físicos como simbólicos, hasta que al final se hicieron con el poder.

Herihor, oficial del ejército de origen libio, quien había sido nombrado sumo sacerdote de Amón en tiempos de Ramsés XI, constituyó alrededor del 1088 a.C. un gobierno sobre Tebas y el Alto Egipto, y puso las bases para una nueva dinastía real y sacerdotal. Con él se iniciaba el denominado “Renacimiento egipcio”.

El rey Herihor en el Libro de los Muertos

El rey Herihor en el Libro de los Muertos

Uno de sus hijos, Esmendes, se convirtió en rey del Bajo Egipto en el 1069 a.C. y fundó la XXI Dinastía. El reino quedaba, por tanto, dividido en dos centros de poder, aunque en realidad estaban regidos por una misma familia: Esmendes gobernaba desde la ciudad de Tanis, y su padre desde la región de Tebas.

Tras haber expulsado a los descendientes de Herihor, Sheshonq, otro faraón libio, fundó la XXII Dinastía (945-717 a.C.) y consiguió la reunificación de Egipto. Asimismo, trasladó la capital a Bubasis, la ciudad de sus orígenes, en el delta, donde hizo construir grandes templos. Sus primeras medidas estuvieron destinadas a recuperar la autoridad real y a reorganizar el estado sobre bases militares. También recuperó la política expansionista e intervino en la política asiática. Tras la división del reino de Israel y Judea, dirigió sus tropas hacia Palestina (925 a.C.), donde saqueó Jerusalén y se apoderó del tesoro del rey Salomón, un acontecimiento que aparece descrito en la Biblia. Sheshonq I dejó testimonio de esta campaña en los relieves que se ven en los muros del templo de Amón en Tebas, en Karnak.

Sheshonq I sometiendo a los pueblos enemigos, representado en el templo de Amón en Karnak.

Sheshonq I sometiendo a los pueblos enemigos, representado en el templo de Amón en Karnak.

Entre los sucesores de Sheshonq, cuatro llevaron su mismo nombre, pero fueron ya soberanos con escaso poder, cuya labor se vio obstaculizada tanto por los enfrentamientos con los sacerdotes de Amón, como por la presencia de otros centros de poder cercanos, como la aparición, en el año 818 a.C., de una dinastía rival, la XXIII, también de origen libio, que reclamaba su dominio sobre Menfis. Las luchas intestinas dejaron el terreno abonado para la llegada de las dinastías nubias.

El declive de la civilización egipcia

En el Tercer Período Intermedio, entre las dinastías XXI y XXV (desde la muerte del faraón Ramsés XI en el año 1070 a.C. hasta la fundación de la XXVI Dinastía por Psamético I en el 663 a.C.), Egipto conoció un progresivo proceso de decadencia durante el cual se perdió la unidad del reino, que fue víctima de luchas intestinas y de la dominación de dinastías foráneas.

Mapa de Egipto Antiguo: Divisiones dinásticas y territoriales durante el Tercer Período Intermedio

Mapa de Egipto Antiguo: Divisiones dinásticas y territoriales durante el Tercer Período Intermedio

Más que un estado, Egipto era un conjunto de pequeños reinos unidos por vínculos comerciales, como lo demuestra el hecho de que las dinastías XXII, XXIII, XXIV y XXV se superpongan en el tiempo, ya que fueron dinastías de faraones coetáneos que gobernaron diferentes regiones del estado egipcio.

A este preocupante panorama se añadió la irrupción de nuevas potencias extranjeras, como los asirios, cuyo imperio se extendía desde el Mediterráneo (conquista de Israel) hasta el mar Negro por el norte, y hasta Babilonia por el sur. A la amenaza asiria siguió un breve período de recuperación con la dinastía saíta (XXVI Dinastía, 663-525 a.C.).

Mapa de Medio Oriente y Egipto en el 610 a.C. La XXVI Dinastía de Egipto también denominada Saíta, por tener su capital en Sais, fue la última dinastía nativa que gobernó Egipto antes de la conquista persa.

Mapa de Medio Oriente y Egipto en el 610 a.C. La XXVI Dinastía de Egipto también denominada Saíta, por tener su capital en Sais, fue la última dinastía nativa que gobernó Egipto antes de la conquista persa.

Los saítas devolvieron la estabilidad a Egipto, y aunque no fueron años de ambición imperial, los nuevos faraones consiguieron la reunificación del reino. Pero la muerte del último faraón de la dinastía saíta, Psamético III, que falleció en combate contra las tropas persas del rey Cambises II, supuso también el fin de la independencia del Antiguo Egipto; el reino se convirtió a partir de entonces en una provincia del extenso Imperio persa.

Psamético III ante Cambises II. Museo del Louvre.

Psamético III ante Cambises II. Museo del Louvre.

Referencia:
Emse Edapp, S.L. (2016). El Antiguo Egipto y las Primeras Civilizaciones. Bonalletra Alcompás.

Edad Antigua