Civilizaciones andinas: Cultura Huari
Pueblo conquistador, los huari o wari se establecieron en las cercanías de la actual ciudad de Ayacucho y extendieron su influencia por casi toda la Puna y la costa peruana. Su ciudad capital, Wari o Viñaque, fue un modelo de diseño arquitectónico, con grandes construcciones para vivienda y centros administrativos realizados en piedra. Pikillacta, ciudadela huari en cercanías de Cuzco, tuvo también un gran apogeo urbanístico entre los años 700 y 800 d.C., época en la que albergo artesanos y trabajadores que mantenían viva la urbe.
La civilización huari fue precursora en la planificación de una red caminera, que los incas tomaron como preciada herencia. Se han encontrado caminos que comunican los valles de los Andes y las zonas costeras, con la misma selva amazónica, haciendo pensar a los investigadores, que estas infraestructuras estaban destinadas al tránsito en cantidades de la hoja de coca, sembrada en la selva, pero consumida por tradición cultural en la mayor parte del imperio Huari.
Ubicación geográfica
La capital del imperio Huari se estableció en la sierra sur del Perú, y en su época de máxima expansión su influencia abarcó desde, lo que hoy es el departamento de Cajamarca, en el norte, hasta Arequipa, en el sur, y desde las montañas de los Andes, y parte de la selva amazónica hasta el litoral bañado por el Océano Pacífico. La región de Ayacucho, primer asentamiento huari, es una zona seca y árida en la que resulta muy ardua la tarea agrícola porque sus suelos son rocosos, desérticos y escasa de agua.
Ubicación geográfica de la cultura Huari. Se muestra también el área de influencia Tiahuanaco.
La cultura Huari empezó su expansión hacia el norte, sur y oeste, y en poco tiempo, la zona, que hoy corresponde al Perú central, estaba bajo dominio huari. La base de su expansionismo fue la conquista militar, logrando alcanzar hacia el año 650 su máxima extensión territorial. Particular incidencia tuvo el desarrollo independiente de la cultura Pachacamac, establecida en la actual ciudad de Lima, cuya esfera de influencia llegó a rivalizar con los Huari al grado de que hacia el año 800, esta cultura ya había sido absorbida por los Huari, casi por completo. Tras conquistar a la cultura Lima, adoptaron de ésta a su principal divinidad, Pachacámac, cuyo templo ampliaron con nuevas pirámides y recintos. Tras cinco siglos de hegemonía, hacia el año 1100 comenzó su declive.
Historia
En el siglo VI, las montañas andinas vieron florecer una civilización que llegó a forjarse como un gran imperio gracias a su unidad cultural. Unidad que abarcó una gran franja de lo que hoy corresponde al país de Perú, y que supo mantenerse en el tiempo hasta el siglo XII, cuando diferentes circunstancias se aliaron para desaparecerlo, haciéndolo quedar en la historia, como uno de los tantos pueblos preincaicos.
El Horizonte Medio es la ubicación cronológica de la civilización Huari. Hacia el año 500, en la región que hoy pertenece a Ayacucho, este pueblo guerrero se asentó y constituyó su base en lo que quedaba, de la invadida cultura huarpa, cultura que tenía, antes del siglo X, intenso comercio con nazca y con la zona del altiplano donde se ubicaban los tiahuanacos.
El origen de la civilización Huari se funda en un híbrido cultural formado con la absorción de elementos característicos de los huarpas, pueblo al que conquistaron; Nazca, de los que heredaron importantes elementos artísticos, principalmente en la cerámica; y Tiahuanaco, del que tomaron particularidades de su religión. Esta última fue contemporánea con Huari llegando a tener un área de convergencia, al sur de Perú, donde se estableció un importante intercambio cultural.
Más tarde, este pueblo conquistador se expandiría hasta incluir la mayor parte del territorio Moche, al norte peruano, cultura que le aportó innegables avances tecnológicos en la construcción de su pujante imperio. El expansionismo de la civilización huari, basado en sucesivas conquistas militares, ha llevado a varios estudiosos del tema, a catalogarla como el primer imperio de los Andes; que, aunque no quedo como el más importante en Suramérica prehispánica, sí tuvo mucha mayor duración cronológica que el de los Incas (cuatro veces más).
Los huari construyeron y mantuvieron importantes postas militares a lo largo de gran parte de su territorio. Además, esta cultura supo originar un desarrollo urbanístico no visto antes en la zona andina. Para dar una buena administración de las regiones sometidas crearon centros urbanos administrativos (ciudades cabeza de región) como Piquillaqta al este de Cuzco, Wiracochapampa en Huamachuco, Huariwillca en el Callejón de Huaylas, Hongo Pampa en Ancash, y Pachacámac en Lima (esta última fue un centro religioso heredado de los lima a quienes los huari sometieron).
Sobre el siglo X la ciudad capital del imperio entra en una etapa de crisis política y económica, lo que conlleva rápidamente a perder el control imperial sobre sus principales territorios y demás centros urbanos. Luego de desaparecer el poder imperial las grandes ciudades son abandonadas incluyendo Wari, en las regiones de la zona montañosa se regresó a la vida basada en caseríos poco desarrollados, entrando en una etapa de depresión cultural. Mientras que la zona costera entró en un nuevo florecimiento regional instituyéndose los señoríos del periodo intermedio Tardío como Lambayeque, Cajamarca, Chancay y Chimú.
Organización política y social
Huari sostuvo una jerarquía social encabezada por sacerdotes y guerreros. En la base de la pirámide social se hallaban los agricultores y pastores. Se sabe que la estructura religiosa, política y económica propia de Huari le era impuesta a los pueblos conquistados y sus primeras divinidades consagradas eran semejantes a la de Tiahuanaco.
Emperador huari
Estado centralizador y expansivo, ejercía una política imperialista centralizada, donde las ciudades eran centros administrativos que focalizaban las principales actividades comerciales y el recaudo de los tributos del territorio conquistado, para luego ser transportados a la ciudad capital. El tipo de Estado que llegó a consolidar la cultura Huari fue de carácter militarista y teocrático, porque se cimentó en un poderoso ejército y en la religión. Se dio una fuerte jerarquía social, conducida por las clases dirigentes urbanas que la integraban sacerdotes, líderes guerreros y funcionarios administrativos. Por debajo de ellos estaban los comerciantes, artesanos, agricultores y pescadores.
La cohesión entre las ciudades y entre los diferentes territorios se dio gracias a una sofisticada red de caminos que comunicaba directamente con la urbe principal, permitiendo el envío de los tributos provinciales. También servían para el transporte de los comerciantes y en especial para la vertiginosa marcha de los ejércitos conquistadores en su ir y venir en las campañas de expansionismo territorial.
La importancia de la “urbe” para esta cultura es fundamental, y esto se puede notar en la superpoblación que llegó a tener la ciudad capital Huari, y los demás centros urbanos. Existía entonces una contradicción entre el empeño y dedicación que los dirigentes huari ponían en sus ciudades y la dejadez en sus territorios rurales, cuestión que es analizada como una de las causas de la descomposición de este imperio.
Organización económica
Por el carácter imperial de este Estado, su política económica se basó en la explotación de los pueblos colonizados. En la agricultura el mayor reto era lograr una producción excedente que permitiera alimentar a la clase social desligada de la producción, y el almacenamiento de provisiones. Mantuvieron intercambio económico y cultural con otros pueblos primordialmente con Tiahuanaco.
Los centros urbanos se caracterizaban por la fabricación masiva de cerámica, estatuillas, textiles y orfebrería. El comercio de estos productos era complementado con el intercambio de piedras preciosas impulsando aún más la economía citadina. Existió también un pujante comercio entre las urbes de la serranía y las zonas costeras.
El fuerte desarrollo urbano de esta cultura hizo que las principales actividades económicas se concentraran en las ciudades, convirtiéndose la urbe en el motor de la producción y la distribución de la riqueza agropecuaria y manufacturera. A estos centros llegaban las producciones agrícolas que debían satisfacer las necesidades de la creciente población citadina.
Esta necesidad de satisfacción alimenticia para tan vasto imperio, fue satisfecha mediante el impulso de la agricultura masiva en las diferentes provincias. Sirviéndose de la experiencia agraria local, así como la de todos los territorios conquistados, se desplegó un esquema hidráulico a base de construcción de canales y reservorios de agua que habilitaron nuevas tierras de los valles para el sembradío de grandes cosechas. Además, tierras que servían solo para el pastoreo de llamas y alpacas, se convirtieron en fértiles terrenos para la siembra de la papa que, junto al maíz, el olluco y la quinua eran alimentos esenciales en la dieta huari.
Agricultura huari con técnica de canales de agua
Manifestaciones culturales
Cerámica
Sus primeras producciones alfareras tuvieron una importante influencia de la cultura Tiahuanaco, sobre todo en la fabricación de vasijas de gran tamaño. Posteriormente realizaron botellas de uno y dos picos cónicos, con figuras míticas y de animales de notable realismo. La cerámica huari se ha dividido en cuatro estilos distintivos:
Conchopata: Son grandes urnas de 80 cm. de largo que eran utilizadas como depósitos de ofrendas. Externamente se distinguen personajes afines a los de la Portada del Sol de Tiahuanaco.
Robles Moqo: Urnas, cántaros, vasos y figuras de llama, con ornamentos geométricos y naturalistas, donde también se nota la influencia Tiahuanaco.
Chakipampa: De influencia Nazca, es rustico y no tiene el carácter ceremonial de los anteriores. Botellas pequeñas, vasijas modeladas como tubérculos o figuras humanas, decorada con colores blanco, crema, púrpura y gris.
Viñaque: Congrega diferentes sub-estilos de zonas de Nazca y Lima, además de elementos Robles Moqo y Chakipampa. Son cuencos semiesféricos, cántaros con cuellos-efigie y botellas de dos cuerpos, y sus motivos son cabezas de felinos vistas de perfil, plantas y cráneos.
Orfebrería
La artesanía huari fue pródiga en adornos de uso personal, sobre todo para la casta sacerdotal y guerrera. Trabajaron con habilidad el cobre para realizar colgantes de cuello y orejas, con preponderancia de figuras geométricas y humanas. La orfebrería también estuvo al servicio de los ritos funerarios, sobre todo en la confección de máscaras mortuorias de oro decoradas con piedras.
Arte plumario
Los huari se destacaron en la utilización de plumas para confeccionar motivos geométricos y de animales míticos, que aplicaban en trajes y sombreros. El valor ritual del arte plumario se relaciona con la presencia de personajes míticos, que tendrían vinculación con el vuelo y los cielos.
Textilería
La textilería sobresale por su policromía, con preponderancia del rojo como base y variedad de motivos. Destaca la figura de un personaje con un bastón en cada mano y motivos zoomorfos, especialmente aves, serpientes y felinos.La materia prima del tejido fue el algodón, la lana de alpaca y de vicuña. Estos tejidos servían tanto para la indumentaria de las clases dirigentes como para los rituales funerarios. Se destaca el color rojo, azul brillante, amarillo, dorado y blanco. Además de los tapices, confeccionaron fajas, bolsos, uncos o camisones sin mangas. Las muestras de esta textilería han sido encontradas en diferentes lugares del territorio peruano.
Telar huari
Escultura
Los monolitos encontrados de la cultura Huari tienen gran influencia de la cultura Tiahuanaco. Representaciones antropomorfas, zoomorfas y figuras humanas con el rostro robusto y grandes lagrimones.
Arquitectura y urbanismo
Los huari implantaron las primeras nociones de “urbe” en las montañas andinas, produciendo una revolución arquitectónica que les permitiría crear centros especializados en administración para cada uno de los territorios conquistados. Estas urbes fueron construidas cerca de caminos principales que formaban toda una red vial. La elite huari residía en las ciudades mientras que la gente común acudía allí para cumplir con sus labores comerciales o participar en las ceremonias religiosas y vivían en las zonas rurales aledañas.
La ciudad de Huari fue un centro de rendición de culto, y de la administración de la producción, lugar de almacenamiento de alimentos y de la producción artesanal que funcionaba como mercado. Esta ciudad capital alcanzó durante su apogeo una extensión de 2000 hectáreas, acogiendo edificios administrativos y religiosos. Ahora es un sitio arqueológico donde se pueden ver las ruinas de templos amurallados, patios ocultos, tumbas reales y edificios de viviendas.
Monqachayoc, sector de la ciudad de huari donde se encuentran galerías subterráneas con techos formados por grandes bloques de piedra, era utilizado con fines funerarios ya que presenta mausoleos, galerías subterráneas, un patio hundido y fosas.
El patrón arquitectónico imperial establecido en la portentosa ciudad de Wari fue reproducido en las ciudades waris de Piquillacta (Cuzco), Huilcahuaín y Oncopampa (Ancash), Huarihuillca (Junín), Cajamarquilla (Lima) y Pachacámac (Lima).
Pachacámac
Los primeros registros de veneración a esta divinidad datan del año 200 a.C., durante la cultura Lima. Posteriormente, hacia el 600 de nuestra era, los huari incorporaron a los lima a su imperio, heredando como propia a su principal divinidad. Fue tal la importancia que le dieron, que los miembros de la clase dirigente eran enterrados en su templo. Finalmente, en el siglo VII, extendieron su culto por toda su zona de influencia. Considerado el dios creador, Pachacámac adquirió independencia del desarrollo particular de las diversas culturas andinas y sobrevivió a los cambios y numerosas conquistas sucedidos en la región. De hecho, los propios incas también lo adoptaron y le rindieron culto junto a Inti, el dios Sol.
Templo de Pachacamac: Construido inicialmente en adobe, el templo fue modificando su estructura con el aporte de las diferentes culturas que lo adoptaron. Los huari levantaron una pirámide conocida como Templo Pintado, pues en una de sus caras tenía varios escalones coloreados con figuras de personas, plantas y peces.
Muros del Templo pintado de Pachacamac.
El hallazgo del Señor Huari y la Dama de la Máscara
El Señor de Huari es un hallazgo arqueológico que se dio a conocer en febrero del año 2011. En la región de Espíritu Pampa, distrito de Vilcabamba, provincia de La Convención, departamento del Cuzco, se halló un complejo funerario en cuya tumba principal, perteneciente a un dignatario del Imperio huari, se hallaron un pectoral, una máscara de plata, 223 cuentas del mismo metal, 17 piezas de oro y más de 100 piezas de cerámica.
La Dama de la Máscara, es el cadáver momificado de una mujer, que data aproximadamente del año 700, fue hallada en agosto de 2008 en la quinta plataforma de la pirámide mayor de Huaca Pucllana, que forma parte de un gran centro ceremonial ubicado en la ciudad de Lima, en el distrito de Miraflores, Perú y se trata de la primera tumba con momias que no tiene signos de haber sido saqueada, perteneciente a la cultura huari.
Indumentaria exhibida del Señor de Huari y Tumba de la Dama de la Máscara.
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