Ernesto "Che" Guevara
Ernesto "Che" Guevara, insobornable guerrillero por un socialismo sin privilegios
El túnel del tiempo
A lo largo de la primera mitad del siglo, Argentina era, como antes habían sido los EE.UU., una heterogénea mezcla cultural, social y racial. Los inmigrantes, además de vigorizar la incipiente industria, imprimieron al país el sello de lo cosmopolita a través de sus variadas perspectivas europeas, hasta plasmar una caracterología nacional definible, en lo positivo, por el fuerte espíritu emprendedor, y en lo negativo, por una arrogante petulancia. Desgraciadamente, y aquí se acaban las semejanzas con el modelo yanqui, los intrépidos y atildados argentinos fueron incapaces de cuajar el proyecto de desarrollo moderno de su patria, o, mejor dicho, se quedaron a mitad de camino, porque habiendo sido uno de los países más industrializados de América Latina, la Argentina de mediados de los años ochenta, no resiste una comparación, siquiera aproximativa, con el más atrasado país de Europa.
Hubo muchas causas: la inestabilidad política y el lastre de una obsoleta y rancia élite ganadera, deben figurar como primeros elementos de análisis para explicar por qué, a la postre, quedó trunco el prometedor impulso inicial del país rioplatense. Y en esa Argentina, aún próspera, pero a punto ya de perder su rumbo hacia la grandeza, nació Ernesto Guevara, el «Che», quien ya de adulto llevó a las filas de los descontentos y explotados del continente un nuevo modo de actuar, emprendedor y expeditivo, sin sometimiento alguno a las fronteras territoriales, académicas o ideológicas, pues de buenas a primeras el «Che» irrumpió en la Historia, saltando todos los límites y todas las limitaciones previsibles.
¿Quién fue y qué hizo el «Che» Guevara? (1928-1967)
Ernesto Guevara de la Serna nació en Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928, siendo el primogénito de una familia tradicional, en cuyo haber figuraban blasones nobiliarios atemperados por caudales de simple clase media. De su infancia y adolescencia, lo más destacable es que a los dos años contrajo asma, enfermedad que lo acompañaría hasta en la hora de su muerte. En 1937, Ernesto de 9 años de edad asiste a tercer grado, demuestra gran interés en la guerra civil española al punto de marcar en el mapa la evolución militar de la misma. En 1947 Ernesto Guevara conoce a la joven Berta Gilda Infante, también conocida como Tita. Ella es miembro de la Juventud comunista argentina. Ambos llegan a ser muy buenos amigos, leen y estudia los textos marxistas juntos y discuten la realidad política actual. En 1948 Guevara ingresó a la Facultad de Medicina, sobresaliendo por lo empecinado e independiente de su personalidad. Pero desde antes de doctorarse, se aficionó a emprender largos viajes terrestres con «presupuesto cero», actividad que le hizo recorrer más de una vez la geografía americana. Transcurrían los primeros años de la década de los años cincuenta, cuando tropezó con la historia, primero en Guatemala y luego en México, país en el cual trabó amistad con los dos hermanos Castro, opositores a la dictadura Fulgencio Batista. Impresionado por el derrocamiento del gobierno guatemalteco del coronel Jacobo Arbenz, en lo cual hubo manifiesta intervención yanqui, y atávico retador a cualquier desafío, el joven médico no pudo rechazar la posibilidad de sumarse al Movimiento 26 de Julio, y como miembro de tal participó en el desembarco del Granma al pie de la Sierra Maestra. A partir de entonces, su vida quedó ligada a la actividad guerrillera, al destino de los países del Tercer Mundo y, al socialismo.
Por el destacado papel que cumplió en la lucha guerrillera, durante la cual ascendió posiciones hasta asumir el comando de una columna, así como por su creciente popularidad, el victorioso régimen castrista lo encargó del Ministerio de Industrias, puesto que le sirvió para teorizar acerca de un igualitarismo utópico, de retribuir a «los mejores» con recompensas morales en vez de materiales, y de no aceptar el sometimiento de la isla a la voluntad de la URSS, posiciones mal vistas por Fidel Castro. Habiendo renunciado a todos sus cargos en 1965, se autoexilió de Cuba, involucrándose en las guerras de liberación de África, y mucho, pero muchísimo más, en un proyecto similar que tenía a Bolivia como punto de partida. Sin embargo, una fatal acumulación de errores hizo que el «Che» quedara aislado, y que fuera capturado y asesinado por el ejército boliviano, entrando así a la posteridad como gigantesco símbolo del héroe guerrillero.
Sus padres
LA RUDA TIERRA DONDE FUE GESTADO EL REBELDE
Escuchemos la remembranza que don Ernesto Guevara Lynch hace acerca del inicio de su vida matrimonial:
...cuando me casé en el año 1927, fui directamente a Caraguatay a pasar mi luna de miel... tenía 28 años... y me rebelé contra la explotación de los pobres trabajadores... Tomé la decisión de no pagarles con vales sino con dinero en efectivo... Allí mi mujer gestó a nuestro hijo... Debo suponer que para una mujer como ella, criada en la abundancia y acostumbrada a toda clase de cuidados, el traslado a esa tierra en donde desde el momento en que uno pisaba sus riberas sentía que la protección de su vida estaba en su machete o en su revólver, influyó poderosamente en ella y debo suponer también que todo lo que pasase por su mente... pudo influir sobre aquel ser que ella estaba gestando.
La aventura del padre como yerbatero duró pocos meses, ya que la vida que padecieron por esas desolaciones no era para Celia ni para el niño, y seguramente tampoco para el culto señor Guevara. Fue cuando regreso, en Buenos Aires, cuando Ernesto contrajo asma a consecuencia de un intenso frío que su madre le dejó coger en un club de natación. Por consejo del médico de la familia se trasladaron a la localidad de Alta Gracia, en la sierra de Córdoba, donde se daba el clima seco propicio para los bronquios del enfermito, pues el mal clima se había hecho crónico.
La clase de vida llevó en Córdoba
Quince años duraría la etapa cordobesa de los Guevara, al principio en Alta Gracia y más tarde en la capital de la provincia. De este período reseñamos los cuatro puntos más descollantes:
* El lento pero seguro progreso económico del señor Guevara quien ha vuelto a su profesión de constructor.
* El irresistible impulso que llevaba al joven Ernesto a lanzarse a explorar, solo o acompañado por otros de su edad, las serranías.
* Su intensa afición por la lectura, empezando por algunos clásicos juveniles del género de aventuras, Julio Verne y Emilio Salgari.
* Su ingreso al Colegio Nacional «Dean Funes», donde asistía lo más granado de la aristocracia cordobesa.
Pasó a estudiar medicina
En 1947, cuando Ernesto tenía 19 años y ya había concluido la secundaria, el señor Guevara decidió instalarse en Buenos Aires como constructor. Al poco tiempo su hijo mayor ingresaría a la Facultad de Medicina. De este nuevo período son dignos de mencionar una larga excursión argentina de 4.000 kilómetros de recorrido, montado sobre una bicimoto que él mismo había ensamblado, revelando así sorprendente habilidad mecánica; una efímera miniempresa que impulsó en torno a un insecticida marca «Vendaval» de fabricación casera; su militancia antiperonista al lado de su padre; el primero de sus viajes internacionales —interrumpiendo sus estudios—, inciado el 4 de enero de 1952, desde San Francisco, Córdoba, Argentina, con su amigo Alberto Granado, en motocicleta, y que lo llevó desde Chile hasta Venezuela; y en julio de 1952, regreso y obtención del título de médico.
La medicina
Realmente no ejerció la medicina, a pesar de que, tal vez como deferencia hacia su asma crónica, hizo una especialización en alergia, y de que en el primer viaje mostró real interés por incorporarse a un leprosorio venezolano. En todo caso, recién graduado, a comienzos de 1953 se echó a recorrer por segunda vez los caminos del continente: El 7 de julio va a La Paz, Bolivia 6000 kilómetros más lejos, en un tren lento, que por entonces, con Paz Estenssoro, vivía un momento crucial; Perú, país que para él significaba las ruinas cuzqueñas de Machu-Picchu; Colombia, azotada por una violencia endémica; Ecuador, de donde, a bordo de un buque carguero de la «United Fruit» saltó a Centroamérica; En Costa Rica se entera de la dominación de la "United fruit" y de la explotación y miseria que eso acarrea. Vía Nicaragua, Honduras y El Salvador, el Che llega a fines de diciembre a Guatemala, donde Jacobo Arbenz es el líder del proceso revolucionario. Sin que él lo pudiera adivinar, se acercaba el momento de su encuentro con los vientos de la Historia.
Guatemala
En 1953 el país centroamericano estaba gobernado por un coronel izquierdista, Jacobo Arbenz, quien impulsaba una reforma agraria adversa a los intereses de los bananeros yanquis, razón por la cual la CIA norteamericana auspició una invasión derechista que dio al traste con el conato reformista, y Ernesto Guevara, junto con muchos otros extranjeros más o menos partidarios del experimento social de Arbenz, tuvo que refugiarse en México.
Se ha especulado mucho acerca de cuál fue, en realidad, el papel que jugó Guevara en Guatemala, y si participó activamente en la defensa del régimen. El 18 de junio de 1954, él ve el golpe de estado contra el gobierno de Arbenz, planeado y ejecutado por los EEUU. Participa en el transporte de armas e intenta unir a algunos jóvenes a la lucha, además ayuda a poner a salvo a algunos lideres políticos. Allí conoció a su primera esposa, Hilda Gadea, peruana de militancia aprista, desterrada por la dictadura de Odría.
La vida que llevó en México
A comienzos de 1955 el "Che" encuentra trabajo como médico en el "Hospital Central" de la ciudad de México. Al mismo tiempo leía vorazmente novelas de Jac London (en más de una ocasión tuvo que identificarse con este autor y sus personajes), poemas de Walt Whitman y Robert Frost, y ensayos de Marx, Lenin, Trotsky. En el terreno de las relaciones, se insertó en la colonia latinoamericana, conformada en su mayoría por aventureros y por exiliados políticos. Fue así como entabló estrecha amistad con Raúl Castro y después con Fidel, de modo que, cuando los hermanos Castro organizaron la invasión antibatistiana a Cuba, Guevara se embarcó en el yate Granma en calidad de médico de la expedición, el 25 de noviembre de 1956, en una noche tormentosa con 82 hombres a bordo desde la boca del río Tuxpán en México. El 2 de diciembre llegaron a Los Cayelos, en la costa este.
La Sierra Maestra
Al menos durante el primer año de lucha, Ernesto era el único médico encaramado en las montañas del oriente cubano, en mérito a su profesión es que había sido aceptado como integrante del osado proyecto guerrillero. Sin embargo, su escaso interés por la medicina, sin ninguna experiencia previa, junto con la casi absoluta carencia de remedios e instrumental, redujeron al mínimo su actividad curativa. Además de lo anterior, existen testimonios que ilustran cómo, frente a la eventualidad de cualquier encuentro con el ejército, Ernesto olvidaba el juramento hipocrático por sentir en sus venas el ardoroso llamado del dios Marte.
El hecho es que fue escalando posiciones, primero hasta integrar el Estado Mayor castrista, y después, ya a finales del segundo año en la Sierra Maestra, en 1958, recibiendo el mando de una columna guerrillera de 150 hombres, la que estuvo encargada de abrirse camino a lo largo de 400 kilómetros de planicie hasta la Sierra del Escambray. ePor aquel entonces, el argentino empezaba a ser conocido, simple y cariñosamente, por el apelativo de «Che».
UNO DE SUS SECRETOS: LA LECTURA
Ramón Castellanos, campesino del caserío «El Hombrito» en la Sierra Maestra, nos cuenta lo siguiente sobre el «Che»;
...por las tardes él se ponía a leer ahí, sentado en una piedra. Yo no sé el libro que él leía porque entonces no sabía ni las letras y porque tampoco me gustaba andar de preguntero. Pero sí recuerdo que lo veía leyendo, y que los tábanos lo picaban, y que él casi no los sentía de tan metido que estaba entre los libros.
SIERRA ADENTRO CON EL ASMA A CUESTAS
Un combatiente de la Sierra Maestra, Antonio «el bazuquero», recuerda lo siguiente sobre la enfermedad del médico guerrillero:
En la Sierra el «Che» fue asmático, yo no sé cómo él podía andar porque en casi todo momento estaba ahogado, ahogado. Sin embargo, subía y bajaba por la Sierra con las mochilas, con el arma, con todo el pertrecho, como si fuera el hombre más resistente. Ahora, eso sí, tenía una voluntad muy grande y un ideal más grande todavía: eso era lo que le daba fuerza.
Su desempeño como guerrillero
Es válido interrogarse acerca de las razones que tuvo Fidel Castro para promover a su compañero argentino, sobre todo si se tiene en cuenta que el asma lo baldaba, reduciendo sus posibilidades de igualarse con los demás, porque sólo quien ha sufrido ahogos asmáticos puede medir la insuperable limitación que es lanzarse al monte en tales condiciones. Parece que su ascenso se debió a una conjunción de factores, entre los cuales gravitaba su carismática personalidad, su valiosísima cultura, su capacidad para racionalizar con gran lucidez, así como su insuperable audacia y valentía. También debió pesar en el ánimo de Fidel su condición de profesional extranjero, con lo cual daba una connotación internacional a su grupo de guerrilleros.
Haciendo la salvedad de que todo lo anterior son deducciones y conjeturas —indispensables para explicar por qué entre más de quinientos combatientes escaló puestos hasta llegar a ser, después de los hermanos Castro, uno de los tres o cuatro más importantes— anotemos un hecho incontrovertible: cuando tras largos veinte meses de maduración se pudo pasar a la ofensiva, Ernesto «Che» Guevara cumplió sobradamente el objetivo asignado, pues ganó la batalla por Santa Clara, ocupando dicha ciudad clave situada en el centro de la isla.
Después de tomar Santa Clara
El gobierno del exsargento Batista se derrumbó, lo cual encuentra a los hermanos Castro en las montañas de Santiago, a casi mil kilómetros de distancia, y al «Che» Guevara y a Camilo Cienfuegos mucho más cerca, en el centro de la isla, de manera que el 3 de enero de 1959 ambos comandantes toman posesión de La Habana, mientras que Fidel aún tardaría una semana en arribar a la capital. Después de instaurado el gobierno castrista, Guevara prosiguió escalando posiciones a través de cargos cada vez de mayor responsabilidad: director industrial del Instituto de Reforma Agraria: presidente del Banco Nacional de Cuba (banca oficial emisora de moneda), y finalmente ministro de Industrias.
Pero fue en el desempeño de estos elevados cargos, cuando el «Che» empezó a concebir determinados planteamientos económicos y organizativos que lo llevarían, a la vuelta de pocos años, a romper fraternamente con Fidel, y a iniciar, a partir de entonces, su aventura africana y su tragedia boliviana.
El médico se volvió economista
No sólo economista sino, además, socialista. Pero fue un socialista sui generis, porque siempre marcó cuidadosas distancias respecto al comunismo, del cual desconfiaba digamos que... instintivamente. Pero vayamos por partes. La revolución encabezada por Fidel Castro había triunfado, y los ahora exguerrilleros tenían en sus manos el control del Estado cubano. ¿Qué hacer para cumplir con todas las promesas, con todas las expectativas, con todas las necesidades? ¿Cómo transformar, para mejor, las condiciones de vida de ocho millones de cubanos? Indudablemente, la respuesta pasaba por el campo de la economía, y allí se abrían dos posibilidades muy claras: una consistía en industrializar la isla por vía de substituir las importaciones; la otra, en especializarse en la elaboración de algunos productos —azúcar, café, tabaco, níquel—, haciendo parte, como desde hacía incontables décadas, de lo que se conoce como «división internacional del trabajo».
EL PENSAMIENTO DEL «CHE» PRESENTADO POR SU HERMANO ROBERTO
En entrevista publicada por la revista española «El viejo topo» de febrero de 1978, el abogado Roberto Guevara, hermano del desaparecido guerrillero, a propósito de que éste manifestara en varias oportunidades su rechazo a un «socialismo económico que careciera de moral comunista», expone lo siguiente:
...el «Che»... entendía que en el desarrollo económico los estímulos materiales son absolutamente necesarios, es decir, que no puede sostenerse la base industrial necesaria de un país socialista si no se utilizan racionalmente los estímulos materiales. Pero también explicaba que tales estímulos retrasan la conciencia del individuo en el socialismo, ya que se basan en el interés personalista del hombre, es decir, mantienen la ideología a partir de la cual se desarrolla y mantiene la sociedad capitalista... En otras palabras, mediante los estímulos morales se obtenía un desarrollo económico más lento pero un desarrollo más acelerado de la conciencia social.
La posición que adoptó el «Che»
Primero fue acérrimo partidario de conquistar la plena independencia económica, lo cual le valió caer en algunos errores monumentales. Después, a regañadientes, aceptó que Cuba siguiera siendo «la reina del azúcar». Pero ya para entonces se había abierto otra polémica, ésta de un carácter más profundo. ¿Qué filosofía retributiva se debería implantar en la isla?, se preguntaban, cada uno por su cuenta, Fidel, el «Che», y varios otros dirigentes. ¿Había que estimular materialmente más mucho y muchísimo más, al profesional, al técnico, al cuadro, en desmedro del peón, del hombre de base? ¿Era necesario repetir, en medio de esa gigantesca esperanza llamada Cuba, todas las desigualdades de la sociedad capitalista?
El «Che» era un soñador
Si ser soñador significa tener la capacidad de concebir otras posibilidades de organización social, el «Che» era, a no dudarlo, un soñador y un idealista. Naturalmente, la anterior disyuntiva se resolvió, en el modelo «guevarista» de pensamiento, en preconizar una sociedad donde las retribuciones, antes que recompensas materiales para los más productivos y eficaces, diera a éstos premios y satisfacciones de índole... moral. Además, en la cúpula gobernante de Cuba surgió otra polémica, ésta en torno a si la revolución debía exportarse, aún a costa de asumir riesgos graves, o si más bien debía disciplinarse al pie de los dictados de Moscú.
Se dirigió a Bolivia
A mediados de 1965, Ernesto Guevara dejó de ser visto en La Habana, y tal desaparición hizo que surgieran mil especulaciones en torno a su suerte, pues se temía que hubiese corrido el mismo destino que tantos otros excompañeros de Fidel; más tarde se supo que estuvo participando durante algunos meses en las guerras revolucionarias de África, concretamente en el Congo.
¿Por qué fracasó en Bolivia?
Acompañado por un puñado de fieles seguidores cubanos —lo cual demuestra que hubo un «arreglo» entre él y Fidel consistente en dejar que cada líder pusiera en práctica su propio modelo—, y de unos pocos bolivianos y peruanos, el «Che» se estableció en una apartada región montañosa y despoblada, confiando en iniciar, desde allí, una acción armada que, después de consolidarse, encendiera la llamarada revolucionaria en Argentina, en Brasil, en Perú.
Pero todo pareció conspirar en su contra: el partido comunista boliviano lo traicionó; la guerrilla fue descubierta cuando aún no estaba preparada para iniciar hostilidades; los campesinos bolivianos eran renuentes a dar su apoyo; el ejército recibió adecuado entrenamiento, asesoría y armas de los norteamericanos; incluso en aspectos de apariencia nimia, como abastecerse de medicamentos antiasmáticos, se erraba lastimosamente...
Tras varios meses de andar a marchas forzadas para escapar a los cercos del ejército, mal alimentados, con pocas municiones y con mucha desmoralización, al mediodía del domingo 8 de octubre de 1967, la columna guerrillera fue sorprendida en la Quebrada del Churo, y el «Che», mal herido, fue hecho prisionero. A la mañana del día siguiente, un oficial subalterno, obedeciendo «órdenes superiores», descargó una ráfaga de balas sobre el indefenso luchador, quien así llegaba al final de su heroica e insobornable rebeldía.
EL FINAL DE LA EPOPEYA, VISTO POR EL FRANCES REGIS DEBRAY
En su libro La guerrilla del Che, Régis Debray resume así lo que fue la derrota de su amigo Ernesto Guevara:
El encuentro desdichado del Churo abrevió la vida de la guerrilla, decapitándola. Sorprendida por el enemigo en su punto más bajo, arrastrando heridos y enfermos, en la más desfavorable de las posiciones de combate (cercada en plena marcha, a mediodía, en el fondo de un cañón al pie de las posiciones de fuego enemigas, en el centro de un terreno descubierto, rocoso, sin vegetación), el pequeño grupo de diecisiete combatientes no pudo llegar hasta el umbral de la etapa de renovación...
Congrains Martín, E. (1989). Vida y Obra de Políticos y Gobernantes. Colosos de la Humanidad. Editorial Forja Ltda.
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