Galileo Galilei
Matemático, físico y astrónomo italiano. Galileo nació el 15 de febrero de 1564 en Pisa, Italia, su infancia fue infeliz, y a lo largo de su vida tuvo que soportar a una madre imponente y a unos hermanos badulaques. Su padre, un mediocre, de todos modos superior a su madre, era un ser quisquilloso e indelicado, poco menos que un monstruo. El ambiente de dificultades, incluso económicas, acomplejarían definitivamente a sus tres hermanos, un hombre y dos mujeres.
En 1581, probablemente bajo coacción paterna, comenzó sus estudios en medicina en su ciudad natal. Pero su verdadera vocación lo lleva inexorablemente a las matemáticas. Un excelente profesor, Ricci, lo inició en esta ciencia, y un año después abandonaba la medicina, no tardando en revelar su genio en trabajos del más diverso carácter.
Si Galileo tuvo un inicial éxito en Pisa al conseguir la ansiada catedra, todo lo demás era una sucesión de descalabros. Como quiera que en la adusta Pisa, uno de los cetros de irradiación del saber tradicional, no se apreciaban las ideas nuevas, las mentes inquietas y cuestionadoras tenían que chocar con rígidos principios sustentados por los “seudos” sabios consagrados por la tradición, y el resultado fue que Galileo terminó siendo mirado despectivamente. Asimismo, otra razón para que Pisa no fuera de su agrado, fue la situación económica que le brindó a Galileo, todo menos que holgada. Rodeado de necesidades, estigmatizado y sin dinero, prácticamente tuvo que huir de la ciudad.
Como mientras probaba suerte para obtener una posición, entre 1589 y 1592, fracasara como profesor de matemáticas en Pisa, donde encontró un ambiente abiertamente hostil, después de este último año se estabilizó en Padua, ciudad en la cual habría de vivir el periodo más feliz y creativo de su vida. Enseñaba, se divertía, hacia vida marital con María Gamba, quien le dio tres hijos, y, en privado y sólo para reducidos circulos.
Galileo permaneció dieciocho años en Padua, el prolongado periodo de su residencia allí fue extraordinariamente fructífero, ya que Padua no sólo era una ciudad autónoma, organizada con un sistema republicano, sino también gestora de una vida intelectual libre, y una de las más florecientes de Italia, donde Galileo llego a convencerse del sistema de Copérnico y alterno con talentos de talla similar a la suya. En el largo período de residencia en Padua, Galileo hizo varios descubrimientos, entre los que cabe destacar el de las lunas de Júpiter, los anillos de Saturno y el termoscopio, predecesor del termómetro.
Galileo Galilei demonstrando su nuevas teorías de astronomía en la universidad de Padua
La relación con María Gamba
Durante el “período de Padua”, Galileo contrajo la única relación de carácter matrimonial de su existencia. Su conyugue, una dama perteneciente a la clase media, le dio tres hijos y la unión, en general, parece que fue sana y razonable. Por qué Galileo nunca se casó con ella y, posteriormente, la abandonó, es una incógnita que hoy sólo se puede responder por medio de conjeturas: lo más probable es que haya creído que su mujer, de humilde condición, podía estorbar su ascenso y, al producirse éste, la desechó importándole más el sentido práctico que su dignidad.
Traslado a Florencia
En 1610, cuando se residenció en Toscana, bajo la protección de los príncipes Médicis, que poco le habría de servir, ya era famoso. Se le recibía en la corte y había publicado varias obras brillantes. Mas esta bonanza no duro mucho porque los ataques a su maestro, Copérnico, fueron aumentando y, en 1616, Galileo fue procesado por sostener opiniones disidentes respecto a las “verdades absolutas” respaldadas por el clero romano, y condenado, aunque con relativa indulgencia.
Teoría de Galileo
Paradójicamente, el gran inventor no dijo nada nuevo en lo que respecta a su campo de actividad. Se limitó a reafirmar, sustentar y perfeccionar -eliminando todos los residuos del sistema ptolemaico que quedaban en él- el aporte copernicano, haciéndolo de tal manera que quedó la impresión de ser él, y no su maestro, el pionero.
Galileo utilizo el método científico-experimental de una manera sistemática, por primera vez en la historia de la astronomía. Fue capaz de dar una nueva visión -equivocándose a menudo en los detalles- acerca de cada fenómeno estelar, basándose en datos empíricos. Expreso sus tesis polemizando abiertamente con las viejas ideas. Y supo argumentar, de tal manera, que destruyó, a veces en público debate, las posiciones contrarias.
La advertencia católica sirvió para frenar a Galileo durante siete años. Pero en 1623, al ser nombrado papa Urbano VIII, con quien Galileo mantenía relaciones, el extraordinario científico pensó que aún se le presentaba otra oportunidad y volvió a sus andanzas publicando una obra maestra, Il Saggiatore, de claro sabor copernicano. Vuelto a condenar, esta vez con demasiado rigor, abjuró públicamente el 13 de febrero de 1633 y murió amargado el 8 de enero de 1642, en Italia a los 77 años de edad.
En la época que tuvo que vivir el infortunado genio, la religión era una despiadada enemiga de la ciencia. Los censores perseguían con celo digno de mejor causa cualquier sombra de herejía. Por eso, a pesar de que había ciertos clérigos con mentalidad amplia y de que Galileo era amigo personal del propio Urbano VIII, resultaba imposible que sus teorías fueran aceptadas por una jerarquía obscurantista.
Los inventos que dejo Galileo
Aunque la parte fundamental de la vida científica giró alrededor de la astronomía, Galileo hizo destacados aportes en otros terrenos. Veamos:
- Inventó una balanza hidrostática para medir el peso específico, demostrando que este era distinto a peso “común y corriente”.
- Descubrió las leyes de la caída de los cuerpos.
- Enunció el principio de inercia.
- Elaboró los principios de la mecánica convencional, una parte esencial de la física.
- Ideó el “padre” del termómetro.
- En cuanto a la astronomía, descubrió los satélites de Júpiter, los anillos de Saturno, las montañas de la Luna, las manchas del Sol, las fases de Venus y Mercurio; en fin, demostró que, en consonancia con las ideas de Copérnico, el mundo interestelar era imperfecto, irregular y mudable. Sin embargo, al hablar de Saturno, hay que recordar que sus cuatro satélites los descubrió el italo-frances Cassini, quien murió en Paris, en 1712.
De los nueve satélites de Júpiter, cuatro de los mayores se pueden ver con un pequeño y simple telescopio; y esta es una de las observaciones más atrayentes para cualquier aficionado a la astronomía. Los nombres de estos satélites son Io, Europa, Ganímedes y Calixto, los cuales fueron vistos por primera vez por Galileo, gracias al telescopio, el 7 de enero de 1610.
Famoso por la defensa que hizo del sistema cósmico de Copérnico, que Roma condenaba como herético. Renuncio a sus ideas. Galileo no era un héroe. Le tenía miedo al dolor y aborrecía el suplicio. Tenía firme confianza en que sus intrigas y relaciones con la decadente pero aun poderosa familia Médicis podían evitarle contratiempos más graves, y como el primer veredicto condenatorio lo afectara prácticamente confinándolo al silencio, al recibir el segundo, que lo ponía en trance de muerte, además de cogerlo evidentemente por sorpresa, lo conmovió en lo más profundo. Galileo sabía que una condena de la Inquisición muy bien podía significar morir en la hoguera, y prefirió dar marcha atrás -lo que importaba era vivir- y refugiarse en una vejez difícil y amarga. Comenzó a ser censurado desde 1616 hasta que en 1633 en un juicio eclesiástico donde fue amenazado y doblegado su espíritu, fue condenado a prisión perpetua y su obra fue prohibida.
En la madrugada del 8 al 9 de enero de 1642, Galileo muere durante su prisión domiciliaria en Arcetri a la edad de 77 años. Falleció en Arcetri confortado por dos de sus discípulos, Vincenzo Viviani y Evangelista Torricelli, a los cuales se les había permitido convivir con él los últimos años. Entre sus obras escritas más famosas podemos encontrar: "Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo"; publicado el 22 de febrero de 1632, en el que defiende el modelo heliocéntrico propuesto por Copérnico, en el cual la Tierra y los planetas giran alrededor del Sol. "El ensayador", "Dos nuevas ciencias", entre otros.
Referencia:
Congrains Martín, E. (1983). Vida y Obra de Científicos e Inventores. Colosos de la Humanidad. Editorial Forja.
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