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¿Cuándo hablamos de filosofía?

¿Por qué hacemos lo que hacemos?

Diariamente realizamos muchas actividades: en la casa, en el colegio, en la calle, en el parque… Para realizar bien nuestros deberes debemos comprender por qué los hacemos y de qué forma los podemos llevar a cabo. Cuando nos damos cuenta que realizamos bien estos deberes, nos sentimos más  seguros de nosotros mismos y emprendemos la siguiente actividad con una mejor disposición.

El pensador
El pensador. Auguste Rodin.

Cada día vamos construyendo una forma muy personal de vivir, de actuar, de comportarnos, la cual nace de la observación de nuestro entorno: la familia, los amigos, el colegio... Por ello, cuando consideramos qué ropa ponernos, qué actividad realizar, si hacer o no un trabajo para el colegio, etc. estamos poniendo en práctica nuestros criterios para decidir y en ellos se refleja nues­tro estilo particular de vivir.

Una forma particular de ver el mundo

Algunas personas impactaron a la sociedad de su tiempo por su forma personal de percibir el mundo y de ver las cosas, y fueron seguidos por muchos adeptos que consideraron válida esa forma de ser. A ellos se les llama filósofos y a su forma particular de ver el mundo filosofía. Son muchos los filósofos que dejaron su huella en la historia, entre éstos podemos mencionar a Sócrates, Platón, Aristóteles, Santo Tomás, San Agustín, Rousseau, Voltaire, Kant, Hegel, Marx y Freud, pero la filosofía no es sólo la obra de algunos pensadores, es también lo que hacemos nosotros mismos cuando nos preguntamos acerca de lo que pensamos cuando hablamos, cuando tomamos una decisión o cuando escribimos.

filosofo del período helenístico
Uno de los más importantes descubrimientos arqueológicos realizados en Grecia fue el barco naufragado cerca de la isla de Antikythera, descubrimiento que tuvo lugar en el año 1900. Entre las joyas arqueológicas halladas está la cabeza del filósofo. Perteneció a una estatua de un hombre desconocido que vestía el imatio. Fecha: Siglo III a.C. Museo: Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

Una respuesta a cada situación

La filosofía, como dice el pensador español Ortega y Gasset, nos ayuda a ubicarnos en la vida cuando estamos perdidos, por ello los problemas de la filosofía son los problemas de la vida. La filosofía ha sido y es para cada época de la historia, una búsque­da de una respuesta a la situación, a la cultura, a las necesidades, al sentido de la vida. El hacer filosofía es un acto consciente que exige descubrir el senti­do de lo que hacemos, damos cuenta del porqué realizamos las cosas y la forma como las realizamos; gracias a esta reflexión podremos construir nuestra personalidad, nuestros criterios y nuestra propia identidad. 

Ser filósofo hoy es un reto, un riesgo y una lucha, pues la sociedad contemporánea nos ofrece una multitud de modelos para imitar y espera que sean asimilados sin cuestionarlos. Cualquiera de nuestros actos diarios responde a un estilo particular de vivir.

La cotidianidad

Este término que usamos a menudo, es una de las principales categorías filosóficas, es decir, uno de los térmi­nos con los cuales la filosofía expre­sa ideas y conceptos. Lo cotidiano es aquello con lo que nos encontramos a diario y no valoramos suficiente­mente, precisamente porque lo vemos todos los días. La filosofía nos permite preguntarnos por lo que vemos y hacemos cada día. Por eso la filosofía forma parte de nuestra vida.

Cómo hacemos filosofía 

Una breve reseña

En la tradición cultural a la que pertenecemos, es decir, aquella que nació en Grecia y Roma y de la cual los pueblos occidentales somos herederos, la filosofía ha existido como una disciplina intelectual desde hace 25 siglos. En sus inicios se presentó como la primera y única forma de llegar al conocimiento cierto y válido de los asuntos humanos y de los acon­tecimientos físicos relacionados con el mundo natural. Hasta el siglo XVI fue la única forma de conocimiento verdadera e inmodificable. A partir de ese momento, y como fruto de la filosofía, surgieron las llamadas ciencias empíricas, es decir, aquellas que consideran la experimentación como la única forma válida de cono­cimiento. Las ciencias empíricas, algunas veces a favor de la filosofía y otras en clara oposición, fueron planteando nuevas respuestas a las pre­guntas sobre el conocimiento y sobre los sucesos del mundo natural. Estas en muchas ocasiones no sólo fueron más claras, sino también verificables.

El desarrollo de las ciencias ha sido creciente. Gracias a su aplicabi­lidad se desarrolló la industria, y la vida del hombre moderno se hizo más sencilla y cómoda. Pero los conocimientos científicos se limitan a los fenómenos verificables, y sus criterios son válidos y útiles sólo para ellos. Sin embargo, una descripción clara, científica, lógica y verificable, no logra responder a preguntas como: ¿cuál es el sentido de la existen­cia?, ¿qué sentido tiene amar a otra persona?, ¿por qué algunos hom­bres entregan su vida por amor?, ¿qué hace más humano al hombre?. Estos son algunos de los problemas a los cuales sólo la filosofía puede dar respuesta, y que permiten al hombre lograr una vida feliz y su rea­lización personal. La ciencia nos permite conocer lo que nos rodea, explicando y des­cribiendo los fenómenos, pero sólo la filosofía nos da el sentido humano de nuestro quehacer cotidiano.

Sócrates
Sócrates (470-399 a. de. C.) fue uno de los más grandes pensadores griegos. Nació en Atenas y consagró su vida a la formación de la juventud. Durante su vida no escri­bió ninguna obra, pues consideraba que el lenguaje escrito era ineficaz. Orientaba su pensamiento al conoci­miento de sí. La mayéutica, que era una reflexión basada en preguntas, fue para Sócrates el principal medio para llegar a la verdad.

La praxis filosófica

La palabra griega "praxis”, tan incorporada al lenguaje actual signi­fica acción. La praxis filosófica, por tanto, nos habla de un modo de hacer filo­sofía distinto de la pura especulación o contemplación. Desde este punto de vista, la filosofía, entonces, consiste principalmente en un saber dirigido a la acción.  La praxis filosófica es tan antigua como la filosofía. En los primeros sistemas de pensamiento filosóficos estuvo presente, bien sea de forma personal o proyectada a la sociedad, pero siempre buscando transformar, cambiar algo o a alguien. Sócrates, por ejemplo, se propuso con su filosofía "mejorar la ciu­dad mejorando a los ciudadanos".

Referencia:
Valero Castillo, C. A., Galindo Neira, L. E., Archila Ruiz, L. A. (2000). Filosofía 10. Editorial Santillana S.A.