Ética social
Uno de los rasgos fundamentales de la existencia humana es vivir en sociedad. El hombre es un ser social; así como él influye en los demás, también recibe influencia de su colectividad. Pero, el individuo no se reduce al grupo social, como ser libre, conserva frente a él una intimidad independiente, sin embargo, no se perfecciona si no se relaciona con otros individuos.
La justicia es uno de los valores que concurren al cumplimiento del ser social. Se entiende que con ella se da a cada cual lo que le corresponde. Esta afirmación puede dar lugar a interpretaciones limitadas o incorrectas de lo que es la justicia, la cual cosiste en dar a cada persona aquello que necesita para llevar una vida cada vez más digna y perfecta.
Las relaciones, según la justicia, están fijadas por las leyes, es decir, por las normas de la sociedad, a través del Estado. La acción injusta desde el punto de vista del derecho es la violación de estas normas legales, lo cual trae sanciones jurídicas. Pero la justicia social no se reduce a las leyes; muchas acciones pueden ser calificadas de justas o injustas a pesar de que las leyes; no se refieran a ellas. Quien traiciona a un amigo obra injustamente, aunque las leyes no penalicen su traición; aunque el que se burla de un desvalido es injusto, las normas del derecho no consideran que esta acción sea un delito.
Las relaciones humanas son más ricas y más complejas que lo que las leyes determinan.
Algunas personas consideran que su conducta es justa porque está de acuerdo con la de su comunidad o grupo social. Más allá de este criterio está la verdadera exigencia de la conciencia moral, que no acepta ninguna forma de injusticia. Así, frente a la discriminación económica, social o racial, etc., no puede permanecer impasible la conciencia moral. Mientras todo ello exista, el ser social no se realiza plenamente y, por consiguiente, no se realiza la justicia. Esto significa que la sociedad y los hombres y mujeres, con ella, son injustos.
El concepto de justicia no es estático. Hay un supremo ideal de justicia que está siempre por realizar en la búsqueda de la perfección humana. Los hombres han ensayado diversas formas de organización a través de la historia; han renovado las leyes, han mejorado el Estado, pero siempre el motor de estos cambios ha sido el valor de la justicia, todos los progresos en la legislación son el resultado de la búsqueda del ideal moral de una sociedad verdaderamente justa.
La vida moral y la vida económica
Generalmente, los casos más graves de injusticia se cometen en las relaciones económicas entre los hombres, pobreza de gran parte de la población, enriquecimiento ilícito, despojo de los más débiles, salarios miserables, competencia desleal entre empresas, mala repartición de los bienes y de las cargas sociales, la propiedad convertida en opresión; estos son fenómenos de esencia económica que se observan frecuentemente y que constituyen un obstáculo en la realización de la justicia social.
La justicia supone el obrar recíproco de todos los hombres, en salvaguarda de la dignidad y la perfección de cada individuo.
En el actual sistema económico lo importante es producir lo más posible y obtener el máximo posible de ganancias. Esta manera de pensar es fruto del materialismo económico, el cual interpreta la actividad económica como el resultado de la acción de fuerzas y leyes semejantes a las que existen en la naturaleza. Sin embargo, la vida económica puede verse desde otro enfoque. Se puede considerar como una obra de los humanos para lograr una finalidad.
Esta forma de ver la vida económica, superando el fenómeno de la producción y dando toda la importancia a los valores y fines más altos de la persona humana, es un enfoque humanista. No anula el enfoque científico y técnico de la economía, pero exige que la economía esté al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía. La producción del hombre debe estar al servicio y perfeccionamiento de todas y cada una de las personas humanas.
Los hombres no son medios, no son herramientas, sino fines en sí mismos, metas superiores a las que debe subordinarse todo afán de poder y todo propósito de ganancia, para que la producción individual y colectiva sean un instrumento para realizar la justicia social y no se conviertan en un medio para dominar, rebajar o aniquilar a los hombres.
La justicia social, se enfoca generalmente, a la repartición justa y equitativa de los bienes y servicios básicos necesarios para el desarrollo y el desenvolvimiento de una persona en la sociedad.
Se dice entonces que hay una moral de la vida económica. Ella señala deberes y derechos. Entre los deberes están: trabajar, retribuir adecuadamente, asegurar la satisfacción de las necesidades básicas y un nivel digno de vida. Este deber es tanto del Estado como de todos los miembros de la comunidad. Existen también derechos económicos: derechos al trabajo, a la justa retribución del esfuerzo económico, derecho a la satisfacción de las necesidades humanas en un plano de igualdad que lleve a la realización del individuo.
La ética es fundamental en la realización del ser humano. Se debe buscar una economía moral que construya una sociedad más igualitaria y justa. Los procesos científicos y técnicos deben ser orientados por la conciencia moral de los individuos y de la comunidad, si se quiere un Estado no sólo de derecho sino de derechos en moral porque ésta apunta a los ideales altos de la humanidad.
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