Periodo entreguerras: Ajustes territoriales y nuevos Estados europeos
Los acuerdos internacionales de paz permitieron la creación de nuevas naciones y el restablecimiento de otras que habían estado bajo el dominio de los imperios vencidos en la Primera Guerra Mundial; además establecieron severas sanciones contra los países derrotados, particularmente contra Alemania. El panorama geopolítico de Europa surgido de esos acuerdos presentaba importantes transformaciones.
Alemania
El Tratado de Versalles, además de prohibir a Alemania la unión con Austria, que ambos países pretendían, e imponerle el pago de grandes sumas de dinero por reparaciones de guerra, la despojaba de importantes territorios: por el oeste, la nación germana perdía Alsacia y Lorena, que se reintegraban a Francia, a la vez que en la porción oriental, con el fin de facilitar el acceso de Polonia al mar Báltico, se creaba un corredor -el llamado corredor polaco- que bordeaba el puerto alemán de Danzig, separando la Prusia oriental del resto del país; en la región norte, los alemanes perdían el ducado de Schleswig, que pasaba a posesión de Dinamarca. Además se despojaba a Alemania de sus colonias en África y de los dominios insulares en el océano Pacífico, los cuales pasaron a formar parte de las posesiones de Australia, Nueva Zelanda, Japón, Francia y Gran Bretaña.
Austria
Después de firmado el armisticio que ponía fin a la guerra, el emperador Carlos I fue obligado a abdicar, y Austria, reducida a un estrecho territorio, se convirtió en República Federal. Despojado de las zonas industriales de Bohemia y Moravia, este país perdió además el gran mercado interno que había impulsado su economía desde que fuera creada la monarquía dual austrohúngara. Los austriacos alemanes trataron de unirse a la nueva república de Alemania por considerar que, debido a aquellas pérdidas, Austria no podría mantenerse como Estado independiente; pero los países vencedores no juzgaron apropiada la fusión de las dos potencias perdedoras y prohibieron tal unión en los tratados de paz.
Hungría
Cinco días después de disuelto el Imperio Austro-Húngaro se proclamó la República Democrática Húngara y Mihály Károlyi quedó como presidente. En marzo de 1919, una sublevación dirigida por Béla Kun derrocó al gobierno de Károlyi e instauró la República de los Consejos (al estilo de los soviets rusos) bajo un régimen comunista. Seis meses más tarde este gobierno fue derrocado por la aristocracia terrateniente húngara, que contó para ello con la participación del ejército rumano. Una vez derrocado el gobierno comunista, la aristocracia intentó restaurar la monarquía con la dinastía de los Habsburgo en el trono, pero tal iniciativa fue rechazada por los países aliados. En noviembre del mismo año se formó, bajo la supervisión de éstos, un gobierno interino que representaba a diversos partidos políticos húngaros y se encargó el poder político al almirante Miklós Horthy en calidad de regente (1920-1945). El 4 de junio de 1920 se firmó el Tratado de Trianón, por el que Hungría se vio obligada a ceder Transilvania, Croacia, Eslovaquia, Rutenia, Fione y el Banato de Temesvar.
Polonia
En el resurgimiento de Polonia como nación independiente influyó el punto 13 del programa de Woodrow Wilson, que solicitaba para este país la plena autonomía y un acceso libre y seguro al mar, lo que implicó la apertura del corredor polaco. Pero en la conformación de la nueva Polonia no fue respetado el principio de las nacionalidades, ya que el territorio albergaba diversos grupos étnicos -alemanes, judíos, ucranianos y rutenos- que constituían el 31% de la población integrada por 29 millones de habitantes. Esta situación dio origen a una serie de conflictos, entre ellos el relacionado con la incorporación de núcleos de población alemana que, como efecto de la repartición de territorios, quedaron sometidos al gobierno polaco, lo cual contribuyó a fomentar entre esos germanos un sentimiento de humillación que sería de graves consecuencias. Además de este punto de fricción con los alemanes, se creó un problema fronterizo con Alemania por el territorio de la Alta Silesia, que no pudo resolverse del todo a pesar de la intervención de la Sociedad de Naciones. En 1923, las potencias occidentales reconocieron el derecho polaco a anexarse la provincia de Vilna, de la que fue despojada Lituania, y la Galitzia oriental, sustraída a los checos. Después de una guerra con la Rusia soviética en 1921, Polonia incorporó zonas de Bielorrusia y Ucrania, avanzando la frontera polaca 150 kilómetros hacia el este.
Con respecto a su forma de gobierno, Polonia se constituyó en república, pero ésta no tuvo carácter democrático debido a que el gobierno adoptó una tendencia autoritaria ante la amenaza del comunismo. En 1926 se produjo un golpe de estado dirigido por Józef Pilsudski, primer presidente de Polonia, y quien habría de gobernar dictatorialmente apoyado por los conservadores latifundistas, aun cuando en apariencia se conservaban el Parlamento y los partidos políticos.
Józef Pilsudski, primer presidente de Polonia.
Yugoslavia
La nueva nación que luego tornaría el nombre de Yugoslavia se formó inicialmente (diciembre de 1918) como Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, bajo un gobierno provisional. Los límites de este reino fueron fijados por los acuerdos internacionales de paz, incluyendo el Tratado de Rapallo de 1920 por el que el nuevo país renunció al territorio de Dalmacia en favor de Italia, así como al dominio de la ciudad de Fiume, convertida por dicho tratado en Estado independiente (ocupado por Italia en 1924). En noviembre de 1920, cuando se resolvieron las disputas fronterizas más importantes, el gobierno provisional celebró elecciones para formar una Asamblea Constituyente. A pesar de la dura oposición de los croatas, que estaban a favor de los principios constitucionales federalistas, una coalición de centralistas y conservadores apoyada por los serbios votó el 1 de enero de 1921 en favor de una constitución que, sin tomar en cuenta las diferencias étnicas ni religiosas, establecía una monarquía encabezada por Alejandro I de Serbia, quien cambió el nombre del país por el de Reino de Yugoslavia.
El 9 de octubre de 1934 el rey Alejandro I de Yugoslavia, de visita oficial en Francia, es asesinado en Marsella junto al ministro francés de Relaciones Exteriores, Louis Barthou, por el terrorista búlgaro de origen macedonio Vlada Gheorghieff, alias Petrus Kalemen, miembro de la Organización Revolucionaria Macedonia y a sueldo de la sociedad secreta croata Ustacha, dirigida por Ante Pavelic y hostil al nacionalismo de la Gran Serbia. El atentado ha contado con la complicidad de Benito Mussolini, dictador de Italia.
Alejandro I de Serbia.
Rumania
Por los tratados de Saint-Germain (con Austria) y Trianón (con Hungría), Rumania se adjudicó la soberanía sobre la mayor parte de Bucovina, toda Transilvania, una franja de la llanura húngara al oeste de las tierras altas transilvanas y la parte noreste del Banato, territorios que sumaban una superficie total de 133,765 kilómetros cuadrados. Rumania también ocupó Besarabia y fue ratificada en su posición por los Aliados, aunque Rusia se negó a reconocer la soberanía rumana del área. De esta manera, el país obtuvo más del doble de su superficie; la "Gran Rumania" se configuró como una monarquía que, en un intento por avanzar hacia la democracia, estableció el sufragio universal y realizó algunas reformas agrarias. El intento democrático fracasó debido a conflictos políticos internos y el gobierno tendió a centralizar el poder: manipuló las elecciones parlamentarias, sobre una población cuyo 50% era analfabeta.
Checoslovaquia
Esta nación se integró con la unión de dos grupos étnicos, checos y eslovacos, que habían estado bajo dominio del Imperio Austro-Húngaro y desde tiempo atrás luchaban por conseguir su independencia. Durante la Primera Guerra Mundial, en 1916, representantes checos y eslovacos organizaron un gobierno provisional reconocido por los Aliados en 1918. Al derrumbarse el Imperio Austro-Húngaro y una vez que Hungría fue obligada, por el Tratado de Trianón, a renunciar a Eslovaquia aunque le había pertenecido desde el siglo X, se creó el Estado de Checoslovaquia como república democrática según el modelo político occidental, y se eligió al checo Tomas Garrigue Masaryk como presidente de la República.
Por acuerdo de los tratados internacionales de paz, el Estado checoslovaco se conformó a partir de todo el territorio histórico de la Corona checa de Bohemia, así como la Alta Hungría hasta el río Danubio. Esto le permitió convertirse en el único Estado industrializado de la zona centro-oriental de Europa, ya que obtuvo el 56% de la industria del antiguo Imperio Austro-Húngaro. Sin embargo, como en otros países creados por los acuerdos de paz, el gobierno tuvo que enfrentar el problema de conciliar la voluntad de las minorías étnicas del país -alemanes, húngaros, polacos y rutenos-, además de encontrarse con la oposición de los eslovacos, inconformes por el centralismo de las autoridades checas. En 1920, Checoslovaquia se asoció con Rumania y con el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (Yugoslavia a partir de 1929), para formar la Pequeña Entente destinada a proteger las fronteras establecidas para estos tres Estados por los acuerdos internacionales de paz, y para evitar la restauración de la dinastía de los Habsburgo en Austria o en Hungría.
Turquía
El Tratado de Sevres -firmado entre Turquía y las potencias aliadas (con excepción de la Unión Soviética y Estados Unidos) el 10 de agosto de 1920- limitaba a Turquía a una porción de Asia Menor y al pequeño territorio en torno a Estambul, autorizaba la creación de una Armenia independiente y un Kurdistán autónomo, además de que otorgaba a Grecia el territorio de Tracia y la región situada alrededor de Esmirna (Izmir), en tanto que Arabia, Palestina, Siria, Mesopotamia y Egipto se separaban de Turquía. Se estableció la libertad de navegación por los estrechos marítimos bajo control de una comisión internacional, y se acordó el establecimiento de zonas de influencia italiana y francesa.
El Tratado de Sevres, aceptado por el sultán Mohammed VI y el gobierno turco, no fue reconocido por Mustafá Kemal Ataturk, líder nacionalista y jefe de la Gran Asamblea Nacional Turca, quien encabezó un movimiento de oposición al tratado, derrocando al gobierno y estableciendo, el 29 de octubre de 1923, la República de Turquía con Angora (hoy Ankara) como capital. Sus victorias frente a los ejércitos franceses, italianos y griegos que habían ocupado Turquía a finales de la guerra condujeron a la firma de nuevos acuerdos. La Conferencia de Lausana (1923) permitió a los turcos recuperar territorios de las zonas de influencia francesa e italiana, así como la mayor parte de Armenia y Tracia Oriental.
Los países bálticos
Otros países que obtuvieron su independencia como resultado de los acuerdos de paz fueron Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania, situados al oriente del mar Báltico. Estos territorios, cedidos por Rusia a Alemania cuando se firmó el Tratado de BrestLitovsk, estuvieron bajo dominio de las Potencias Centrales hasta que, por el Tratado de Versalles, Alemania fue obligada a renunciar a sus colonias en favor de las potencias vencedoras. Éstas otorgaron la independencia a los países bálticos convertidos en repúblicas democráticas -algunos no por mucho tiempo- que intentaron dar solución a los problemas sociales y económicos mediante reformas agrarias. Sin embargo, debido a su cercanía geográfica con Rusia, se mantenían bajo la amenaza constante del expansionismo soviético.
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