La Sociedad de Naciones
En el periodo final de la Primera Guerra Mundial, la paz impuesta escindió a Europa entre los Estados partidarios de conservar los principios de Versalles y los que, con Alemania a la cabeza, deseaban revisarlos a su favor. Ante la inestabilidad que hacía prever la nueva situación, e inspirada en la filosofía del presidente Wilson, se creó en París una nueva organización internacional, la Sociedad de Naciones.
Este proyecto fue aceptado el 28 de abril de 1919 por las potencias europeas vencedoras en el marco de la Conferencia sobre la Paz que se estaba desarrollando en París. Desde el 10 de enero de 1920 en que inicia su actividad, este organismo nació en 1919 con la misión de garantizar la paz y la seguridad internacionales y desarrollar la cooperación entre las naciones para favorecer el progreso cultural y social. Debía coordinar la política internacional, estableciendo garantías mutuas de independencia política e integridad territorial para los países miembros, que deberían comprometerse al auxilio mutuo en caso de guerra y a reconocer el Tribunal Internacional de La Haya, creado en 1898 por iniciativa del zar Nicolas II para juzgar los problemas que surgieran entre los estados. Así, los conflictos futuros debían tratarse pacíficamente, según el derecho internacional, mediante sanciones económicas o militares.
La creación de una Sociedad Internacional que salvaguardara la paz del mundo era una idea apoyada en los principios del presidente Wilson de los Estados Unidos, concretados en los Catorce Puntos promulgados en enero de 1918. Esta idea se centraba en el cumplimiento de tres grandes objetivos:
a) Asegurar la libertad individual mediante el desarrollo de las instituciones democráticas.
b) Conseguir la libertad nacional con base en el derecho de los pueblos a la autodeterminación.
c) Mantener la paz universal.
En el preámbulo del Tratado de Versalles quedaron confirmados los compromisos de una paz permanente, una diplomacia clara, el respeto a los tratados y la creación de una sociedad internacional destinada a asegurar el cumplimiento de esos tratados en forma definitiva, así como evitar se repitiera una guerra como la iniciada en 1914. En el acuerdo se establecía que tenían derecho a ser miembros fundadores de la Sociedad de Naciones (o Liga de las Naciones) los 32 Estados firmantes del Tratado de Versalles más trece Estados neutrales; pero se permitiría la inclusión de cualquier Estado, dominio o colonia, siempre que cumpliera con ciertos requisitos en cuanto al número de miembros y a la disposición tendiente a garantizar que se observaran los compromisos internacionales aceptando el reglamento instituido por la Sociedad sobre armamentos y fuerzas militares. Con respecto a este último punto, el acuerdo establecía como objetivo muy importante la reducción de armamentos como única vía para garantizar la seguridad colectiva. Aunque no se prohibía el recurso de la guerra, los Estados miembros asumían ciertos compromisos de agotar primero todos los procedimientos pacíficos para buscar solución a los conflictos.
Por último, se confiaba a la Sociedad de Naciones el cuidado de las organizaciones internacionales que existían en aquel entonces, como la repatriación de prisioneros de guerra y la atención de los refugiados, el mantenimiento en el ámbito mundial de condiciones equitativas y humanas para las clases trabajadoras, y la preocupación por resolver los problemas referentes a la salud, mediante el establecimiento de medidas destinadas a prevenir enfermedades, a través del establecimiento de la Cruz Roja en cada país.
La sede de la Sociedad de Naciones quedó fijada en Ginebra, Suiza, en el Palais Wilson. La estructura orgánica de la Sociedad de Naciones comprendía:
a) Asamblea General de todos los Estados miembros, reunida anualmente, que podía admitir a nuevos países o expulsar a los que no cumplieran sus principios.
b) Consejo integrado por nueve miembros, cinco de ellos permanentes (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia y Japón). Este número se redujo a cuatro al retirarse Estados Unidos y, por otra parte, Japón no mostró mayor interés por esta sociedad. Las decisiones del Consejo deberían ser aprobadas por unanimidad.
c) Secretario general, su función consistía en la convocatoria de los Consejos y en la preparación de las Conferencias, de un Consejo Permanente constituido por Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón y por otros tantos países, no permanentes, variables en número durante las dos décadas siguientes. Tambien, encargado de preparar la documentación de las relaciones entre la Asamblea y el Consejo, así como el orden del día de la Asamblea.
d) Tribunal Internacional de Justicia, con sede en La Haya.
e) Oficina Internacional de Trabajo (OIT), con personalidad jurídica independiente, encargada de defender los intereses de los trabajadores por medio de convenios internacionales.
La Sociedad de Naciones en un principio sólo reunió a los países aliados salvo Rusia, que se encontraba sumida en una guerra civil, y Estados Unidos, que renunció a participar en ella pese a ser el promotor de este organismo internacional. Con el paso del tiempo, se integraron otros países cuya admisión tenía que ser sometida a la aprobación de los dos tercios de la Asamblea, que debía reunirse al menos una vez al año. Cada estado contaba con un único voto. De los setenta y tres países miembros, catorce abandonarían la Organización antes de 1939 por distintos motivos, básicamente para no tener que estar sujetos a las pautas de la democracia, como hicieron los estados con regímenes dictatoriales.
La etapa de plenitud de la Sociedad de Naciones correspondió al periodo ubicado entre 1925 y 1929, cuando se acordaron el Plan Dawes y los Tratados de Locarno, y se aceptó la incorporación de Alemania en 1926. La admisión de Rusia, en 1934, llegaba también demasiado tarde. Sin embargo, a pesar de todas las buenas intenciones de los miembros de este organismo internacional, surgieron fuertes trabas que dificultaron sus funciones y, desde luego, el cumplimiento de sus objetivos. Estados Unidos, que se había negado a ratificar el Tratado de Versalles debido a la oposición del Senado de ese país, rehusó, en consecuencia, integrarse a la Sociedad de Naciones y, por lo tanto, este organismo se vio en desventaja por esa ausencia ya que el peso económico y político estadounidense había aumentado considerablemente al término de la guerra.
Contra la agresión a gran escala sólo se aplicaron débiles sanciones sin efectividad alguna, como cuando Italia invadió Abisinia en 1935, y Japón atacó Manchuria en 1931, en flagrante gesto de desafío. Dado que Francia e Inglaterra eran los únicos verdaderos valedores de la Sociedad de Naciones, se tendió a considerarla, no sin razón, como una organización franco-británica destinada a defender los intereses de estos dos países. Entre sus logros hay que señalar que facilitó el entendimiento internacional y resolvió disputas fronterizas entre Finlandia y Suecia, Albania y Yugoslavia, Polonia y Alemania y entre Hungría y Checoslovaquia. La Sociedad de Naciones, con el ánimo de establecer una paz duradera, diseñó un Plan General de Desarme: el Protocolo de Brian-Kellog (llamado así por sus ideólogos, los ministros francés y norteamericano), que fue firmado en diciembre de 1927 por casi todos los países comprometidos a resolver los conflictos por la vía jurídica y diplomática, renunciando a la guerra. Únicamente en la esfera menos comprometedora del bienestar mundial, condiciones de trabajo y persecución de la droga, la Sociedad de Naciones se apuntó algunos tantos.
En resumen, los principales factores que obstaculizaron la tarea de la Sociedad de Naciones fueron la escasez de medios económicos, la ausencia de Estados Unidos, la discrepancia entre Inglaterra y Francia sobre el asunto de las reparaciones de guerra, las dificultades del reparto territorial, y la negativa de las grandes potencias a sacrificar sus intereses imperialistas en aras de la seguridad colectiva. Estos aspectos, sumados a otros hechos circunstanciales, impidieron que se concretara el ideal de paz de quienes trataban de evitar se repitiera una guerra tan devastadora como la ocurrida entre 1914 y 1918.
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