Revolución Rusa: Revolución de febrero de 1917
Causas inmediatas
Las crisis políticas y económicas que padecía el pueblo ruso a comienzos del siglo XX se vieron acentuadas en gran medida por la participación de su país en la Gran Guerra europea; como Lenin lo había previsto, el conflicto armado habría de realizar la tarea que los revolucionarios nunca hubieran podido llevar a cabo por ellos mismos. Al entrar en guerra, el sistema social ruso sufrió una profunda desestabilización debido a una serie de circunstancias que se fueron desencadenando: la movilización de cerca de quince millones de hombres procedentes en su mayoría de las áreas rurales, el deterioro de la infraestructura de transportes que apenas comenzaba a desarrollarse, el daño en la incipiente planta productiva industrial, la falta de armamento moderno que compitiera con la avanzada tecnología alemana, el intenso frío del invierno ruso, el hambre, la corrupción y desorganización de los dirigentes del ejército, etc.
Artillería rusa en la Gran Guerra
La falta de víveres provocó el incremento de los precios y desencadenó una ola de huelgas que trastornó todavía más la vida del país. Todo ello, sumado a la elevada cifra de muertos, heridos y prisioneros que aumentaba constantemente, aterrorizaba a los soldados al grado de llevarlos a la indisciplina, la deserción e incluso al ataque en contra de los oficiales, mientras que la población campesina padecía los terribles efectos de una guerra que no podía comprender -agregados a sus ya de por sí dolorosas condiciones de vida-, y comenzaba a tomar conciencia de la posibilidad de acabar con aquella situación.
Además, crecía el descontento del pueblo contra la corte imperial del zar Nicolás II y algunos miembros de su familia, entre ellos la zarina, que era de origen alemán y se había dejado influenciar por Grigori Rasputín, un monje que afirmaba tener poder para curar al hijo del zar, Alexis Nikoláievich (heredero del trono de Rusia), que padecía hemofilia. A partir de 1911, Rasputín intervino en asuntos de gobierno y designó a muchos altos funcionarios, la mayoría de los cuales resultaron poco competentes. Una vez comenzada la Primera Guerra Mundial, cuando el zar Nicolás II se dirigió al frente de batalla para asumir el mando del ejército, Rasputín pasó a controlar el gobierno. Sus famosas orgías escandalizaron a la opinión pública rusa y circularon rumores de que conspiraba en favor de Alemania. El poder que había adquirido el monje y los excesos de su comportamiento despertaron sentimientos de odio entre los miembros de la corte y, finalmente, en diciembre de 1916, Rasputín fue asesinado por un grupo de aristócratas.
La caída del régimen zarista
En febrero de 1917 (según el calendario juliano por el que se rigió Rusia hasta enero de 1918, cuando adoptó el calendario gregoriano utilizado por occidente), la desesperación del pueblo llegó a niveles incontrolables al ser racionado el pan y agotarse las reservas de carbón en pleno invierno. El 23 de febrero (8 de marzo según el calendario gregoriano), Día Internacional de la Mujer celebrado por los partidos obreros, estalló en Petrogrado (San Petersburgo) un conflicto que sería crucial en la historia de Rusia: las obreras del sector textil iniciaron una huelga que se extendió a todas las fábricas de la ciudad y llegó a convertirse en una convocatoria general, el 24 se suman manifestantes de los suburbios que cruzan por el congelado rio Nevá para evitar los puentes vigilados. El 25 estalla una huelga general que se extiende a otras ciudades, las protestas callejeras se incrementaron con gritos en contra del gobierno y de la guerra. Lo más grave para el régimen ocurrió en la noche del 26 de febrero (12 de marzo) cuando los soldados, que tenían órdenes de disparar sobre la multitud, se amotinaron y fusilaron a sus oficiales, uniéndose así a los manifestantes. Los obreros pudieron entrar entonces a los cuarteles y proveerse de armas y municiones. El día 27, al llegar al palacio de la Duma, fueron recibidos por Aleksandr Kérenski, un diputado menchevique que respaldó el movimiento. Ese mismo día se constituyó el Soviet de Petrogrado, y en poco más de una semana se organizaron soviets en varias ciudades.
Mujeres manifestantes en la Revolución de febrero de 1917.
El zar, que se encontraba en el frente de guerra, respondió disolviendo la Duma; pero esta asamblea, respaldada por el Soviet de Petrogrado, estableció un gobierno provisional formado por los miembros más destacados de la Duma y encabezado por el príncipe Gueorgui Lvov, un noble de tendencia liberal. En ese gobierno sólo había un miembro del soviet, Kérenski, con el cargo de Ministro de Justicia. En realidad, el gobierno provisional representaba a la reducida burguesía de propietarios y empresarios respaldada por los oficiales del ejército. La mayoría de la población -soldados, obreros, campesinos y miembros de nacionalidades no rusas- estaba representada por los soviets, pero éstos se hallaban bajo el dominio de los mencheviques y de algunos socialistas revolucionarios que eran partidarios de colaborar con el gobierno provisional.
Primera etapa del gobierno provisional bajo el mando de Lvov
El doble poder. Los miembros del Soviet de Petrogrado se instalaron en el mismo edificio de la Duma, y reconocieron al gobierno provisional a condición de que éste se comprometiera a convocar una Asamblea Constituyente que estableciera las reformas legales demandadas por las clases trabajadoras. A pesar de las diferencias sociales e ideológicas, ambos grupos se apoyaron mutuamente a fin de lograr el propósito inmediato de acabar con la autocracia zarista, lo que significó en la práctica la existencia de un "doble poder". Al principio esta situación no ofrecía mayores dificultades pese al antagonismo ideológico porque, bajo la perspectiva de la mayoría de los socialistas, estaba claro que Rusia, antes de alcanzar la meta del socialismo, debería pasar primero por un gobierno demócrata bajo el poder de la burguesía y, al menos por el momento, no aspiraban al poder. Por esta razón decidieron apoyar las decisiones importantes del gobierno provisional siempre que éste diera satisfacción a las demandas de la clase obrera. Sin embargo, la enorme distancia entre los objetivos socioeconómicos de uno y otro grupo traería pronto nuevas dificultades.
Por lo pronto, el objetivo inmediato fue alcanzado: el 2 (15) de marzo de 1917, en Pskov, el zar, aconsejado por sus colaboradores, abdicó en favor de su hermano Miguel en un último intento de salvar la monarquía, pero éste renunció a la Corona. Caen 300 años de reinado de la dinastía Romanov. El príncipe Lvov autorizó la salida de la familia imperial a Gran Bretaña, pero el Soviet de Petrogrado procedió a detenerla. De esta manera, la caída de la autocracia zarista se había consumado gracias principalmente a diversos partidos burgueses liberales y de algunos socialistas moderados, sin la participación de los ideólogos marxistas de la revolución que aún se encontraban encarcelados o en el exilio.
Abdicación del Zar Nicolás II.
Después que la monarquía zarista fue derrocada, en medio del júbilo general, el gobierno provisional aplicó diversas reformas liberales y abolió el cuerpo de policía, al que sustituyó por una milicia popular. Pronto surgieron dificultades entre los dos poderes porque los miembros del Soviet de Petrogrado veían con desagrado la falta de decisión del gobierno provisional para convocar la Asamblea Constituyente, en tanto que, por otra parte, les disgustaba profundamente que los dirigentes liberales de ese gobierno estuvieran interesados en que Rusia continuara participando en la Gran Guerra.
Pero la débil burguesía liberal que integraba el gobierno provisional tejía sus propios motivos para actuar en aquella forma: por un lado, retardaba la reunión de la Asamblea debido en gran parte a la presión que ejercían los conservadores interesados en mantener el Antiguo Régimen; por otro lado, deseaban que Rusia continuara participando en la guerra porque la vinculación de la burguesía rusa con el capitalismo francés, británico y belga permitiría lograr una expansión territorial hacia el mar por el sur, y las perspectivas de reconstrucción económica de posguerra, gracias a los préstamos de las potencias de la Entente, animaron al gobierno provisional a tratar de obtener provecho de los posibles beneficios generados con el triunfo de los Aliados.
Kérenski y el Gobierno Provisional.
En el mismo mes de marzo, los miembros del Soviet de Petrogrado, ante la negativa del gobierno provisional de retirarse de la contienda internacional, intentaron poner fin a la guerra haciendo un llamado de paz a los pueblos de todo el mundo pero ni los Aliados ni las Potencias Centrales respondieron, y Rusia se mantuvo en la guerra a pesar de sus enormes dificultades internas.
Al no ver una pronta solución a sus graves problemas, el pueblo ruso volvió a protestar y de nuevo surgieron las huelgas y las manifestaciones callejeras de obreros y campesinos, quienes también se inconformaban contra la permanencia de Rusia en la guerra porque, aparte de todas las implicaciones negativas que ésta traía consigo, constituía un motivo más de retraso en la satisfacción de las demandas sociales. Desde finales de marzo comenzó la ocupación de tierras por parte de los campesinos, así como los disturbios de obreros en las fábricas.
Origen de los bolcheviques
Partido Obrero Socialdemócrata Ruso.
El partido bolchevique (mayoría, en ruso) era uno de los dos grupos en que se había dividido en 1903 el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso; los mencheviques (minoría) querían seguir al pie de la letra las teorías de Marx y afirmaron que hasta que Rusia no fuera un país capitalista, no podría hacerse la revolución proletaria, es decir, insistían en la necesidad de un proceso lento impulsado por la experiencia burguesa. Por el contrario, los bolcheviques, también seguidores de las ideas de Marx, aceptaron la dirección de Lenin (Vladimir Ilich Ulianov), descendiente de la pequeña nobleza y hombre de talento y astucia, quien se propuso convertir la revolución burguesa contra la monarquía en revolución socialista contra la monarquía y el capitalismo a la vez. Aunque desterrado en Suiza, dirigía las actividades de sus seguidores en Rusia. Durante la Primera Guerra Mundial se entrevistó con el gobierno alemán, prometiéndole a cambio de ayuda para entrar en Rusia que su país firmaría la paz, si él llegaba al poder.
En esas circunstancias, el 3 (16) de abril de 1917, Lenin regresó a Rusia y de inmediato capitalizó el descontento popular en favor de sus planes revolucionarios. Acusó al gobierno provisional de "colaborar con los países capitalistas en una guerra imperialista con fines de rapiña". En un documento conocido como las Tesis de Abril, publicado el día 7 de abril, en el número 26 del periódico comunista Pravda, con el título ´Las tareas del proletariado en la presente revolución´ Lenin expresaba en síntesis:
A lo largo del mes de abril Lenin luchara por reorientar los aspectos centrales de la intervención del partido bolchevique en la revolución. Las Tesis de abril serán publicadas en la prensa bolchevique luego de que el 4 de abril de 1917, Lenin las leyera en dos reuniones, una de integrantes del partido bolcheviques y luego en una reunión conjunta de bolcheviques y mencheviques en el Palacio de Taurida.
• La necesidad de efectuar el paso de la primera etapa de la revolución, que ha investido de poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y organización, a la segunda etapa que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado.
• La necesidad de acabar con el imperialismo capitalista extendiendo la revolución socialista a todos los pueblos del mundo, para cumplir con las predicciones de Marx sobre la destrucción del capitalismo en todos los países regidos bajo ese sistema.
• La necesidad de explicar a las masas que los soviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario para alcanzar la segunda etapa que debe transmitir el poder a manos del proletariado.
• La constitución de una república de los soviets con el lema de "Paz, tierra y todo el poder para los soviets".
• La fundamentación del papel de los bolcheviques para estimular la conciencia de las masas a fin de lograr la libertad y la democracia, consolidando el principio de que todas las tierras deben ser posesión del pueblo.
• La no "implantación" del socialismo como nuestra tarea inmediata, sino pasar únicamente a la instauración pronta del control de la producción social y de la distribución de los productos por los soviets de diputados obreros.
En el Primer Congreso Panruso de los Soviets, celebrado en junio de 1917, Lenin se opuso al gobierno provisional, pero en ese momento los soviets eran incapaces de tomar y mantener el poder, además de que estaban divididos políticamente: de 822 delegados al mencionado Congreso, 285 eran socialistas revolucionarios, 284 mencheviques y 105 bolcheviques, situación por la que las propuestas de estos últimos fueron rechazadas.
Lenin ante el Congreso de los Soviets.
El 3 (16) de julio de 1917 se inició en Petrogrado una insurrección popular apoyada por los bolcheviques. El gobierno puso fin a las manifestaciones y ordenó la detención de los dirigentes. León Trotski, revolucionario menchevique de reciente ingreso al partido bolchevique, fue encarcelado junto con otros miembros de este partido, en tanto que Lenin lograba escapar a Finlandia. Después de estos acontecimientos, el príncipe Lvov, quien pretendía extender la represión contra los campesinos, fue obligado a renunciar como presidente del gobierno siendo sustituido por Kérenski.
Segunda etapa del gobierno provisional bajo la presidencia de Kérenski
Kérenski pretendía conciliar socialismo y democracia. Su deseo era instaurar, mediante una Asamblea Constituyente, una república parlamentaria que lograra el orden interno y realizara las reformas más apremiantes. Con ese propósito, reunió en Moscú una Conferencia de Estado a la que acudieron los diputados de las cuatro dumas creadas en Rusia entre 1906 y 1912. Sin embargo, intereses encontrados impidieron establecer acuerdos concretos. Mientras tanto, ante la persistencia de los disturbios, conservadores y militares exigían se impusiera el orden. En septiembre, el general Kornilov, militar zarista recientemente nombrado por Kérenski comandante supremo del ejército, proclamó la ley marcial en Petrogrado (ciudad amenazada por el avance alemán) y exigió la formación de un nuevo gobierno bajo su dirección. Frente a este hecho, la población se sublevó y los soldados se negaron a apoyar a Kornilov, quien al fin fue derrotado por el gobierno de Kérenski.
Kornilov saludando a la multitud en Moscú.
Pero la sublevación de Kornilov evidenció la continuidad de tres grupos antagónicos en Rusia: 1) los miembros de la derecha conservadora, 2) los partidarios del gobierno provisional encabezado por Kérenski, y 3) los bolcheviques seguidores de Lenin que buscaban realizar la revolución social.
En el marco de este divisionismo político, Kérenski no lograba evitar el recrudecimiento de la crisis interna. Los campesinos ocupaban las tierras, y aunque en el ámbito industrial los empresarios hacían algunas concesiones en favor de los trabajadores, como la reducción de la jornada laboral, la guerra, que exigía el incremento de la producción, impedía ponerlas en práctica. La situación condujo al incremento del número de huelgas y la violencia aumentó, se produjeron secuestros de patronos y en algunos casos los obreros amenazaron con tomar las fábricas.
Por otra parte, ante la necesidad de someter a los grupos militares derechistas, Kerenski se ve obligado a llamar a todas las fuerzas populares incluyendo a los bolcheviques, quienes de esta manera salieron de la clandestinidad en que se encontraban desde julio. El 7 (20) de octubre de 1917 Lenin llegó a Petrogrado, y el día 10 (23), en una reunión del Comité Central bolchevique, decidió preparar la insurrección armada. Seis días después, el Soviet de Petrogrado creó un comité militar revolucionario dirigido por Trotski. Un sector de los bolcheviques seguía dudando acerca de la conveniencia de dar el paso decisivo de la insurrección, pero Lenin, apoyado por Trotski y Stalin (Iósiv Visariónovich Dzhugachvili), logró imponer sus tesis, en su opinión, toda Europa estaba al borde de la revolución socialista. Por lo tanto, los marxistas debían destruir el Gobierno Provisional y transferir todo el poder a los soviets. Este fue un momento decisivo. El gobierno, que luchaba por mantener el orden en un caos creciente, se veía ahora enfrentado a una oposición frontal. A medida que se prolongaba la guerra, se extendía el deseo de paz y aumentaban las deserciones en el ejército.
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