La radio en Colombia: Antecedentes y pioneros
La radio es un moderno adelanto conocido en Colombia en los años veinte del siglo XX, y para implantarlo en nuestro medio fue necesario modificar costumbres ancestrales, utilizando tecnologías desarrolladas en el siglo XIX.
Proceso de modernización tecnológica
El 4 de noviembre de 1865, bajo el gobierno de Manuel Murillo Toro, fue inaugurada la primera línea telegráfica entre Bogotá y Mosquera. La implantación de este sistema de comunicaciones, inventado por el estadounidense Samuel Morse, hizo posible el posterior desarrollo de los ferrocarriles en Colombia y sirvió para dirigir varias guerras fratricidas desde los escritorios estatales de la capital.
Por su parte, los ferrocarriles hicieron su irrupción hacia 1850 con el transístmico de Panamá, dando inicio a una lenta transformación de las regiones donde operaban. Las locomotoras y vagones desarmados tuvieron que traerse a lomo de mula hasta la sabana de Bogotá, para que después de la hazaña de pasar la cordillera que separa el altiplano cundinamarqués del valle del Magdalena, las vías férreas empezaran a construirse desde la capital hacia la arteria fluvial y otros lugares del centro del país.
La electricidad fue conocida en Colombia en 1892 -entonces el alumbrado de la capital funcionaba con gas-, cuando lámparas de arco iluminaron el Teatro de Colón gracias a una pequeña dinamo movida a vapor. El servicio de luz eléctrica también se prestaba a las dependencias del Palacio de San Carlos, enfrente del teatro. Después se organizaron las primeras empresas que ofrecieron al público el moderno servicio en las principales ciudades colombianas.
Los automóviles llegaron a principios del siglo XX; para su funcionamiento fue necesario importar el combustible en latas y bidones. El gobierno nacional se vio precisado a construir las primeras carreteras rudimentarias, utilizando picas, palas y explosivos.
En Santa Marta, departamento del Magdalena, operó desde 1911 una gran estación de radiotelegrafía sin hilos, propiedad de la United Fruit Company, y aunque Colombia no participó en la Primera Guerra Mundial, durante aquellos años existió el temor fundado de que los submarinos de la armada alemana la cañoneasen.
En 1914 llegó a Bogotá una máquina grabadora de sonido de propiedad de la RCA Victor, la cual registró algunas interpretaciones musicales en los anticuados discos de 78 revoluciones por minuto. El 12 de abril de 1923, durante el gobierno del general Pedro Nel Ospina, se inauguró la Estación Oficial de Morato, en las cercanías de Bogotá, para comunicar inalámbricamente a la capital con las principales ciudades colombianas y con el resto del mundo. Los primeros mensajes fueron dirigidos al rey de Inglaterra, a Guglielmo Marconi residente en Londres, y al presidente de Estados Unidos. Marconi, el padre de la radio, contestó de inmediato deseándole a Colombia muchos éxitos en esta nueva actividad.
Popularmente se dice que Colombia pasó de la mula al avión, pero en realidad se vivió un lento y continuo proceso de modernización tecnológica, cuya culminación fue la implantación en 1919 del entonces audaz transporte aéreo, que permitía vencer, a bajo costo y con notable rapidez, los obstáculos naturales de la geografía nacional. Pero fue necesario desarrollar todos estos adelantos científicos y mecánicos en Colombia para poder disfrutar del progreso de la transmisión del sonido por el éter.
Los equipos de las emisoras y los receptores procedían del exterior, y fue gracias a los medios de transporte que llegaron hasta los remotos lugares donde se instalarían. Los técnicos formados en el campo de la telegrafía sin hilos fueron quienes hicieron posible su correcto funcionamiento.
Las líneas telefónicas permitieron el envío del sonido procesado en forma electromagnética desde los estudios hasta los transmisores; y el fluido eléctrico hizo factible la operación de instalaciones radiofónicas y transmisores, así como la manipulación de los receptores a todo lo largo y ancho de nuestro territorio. El principal elemento de alimentación sonora de la radio fueron las grabaciones musicales, patentadas por Thomas Alva Edison, sobre las cuales recayó el mayor peso de la programación de las emisoras.
Comienzos de la radiodifusión en Colombia
La aviación comercial nacional organizada por un grupo de veteranos pilotos militares alemanes agrupados en la Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo “SCADTA” fueron los primeros que utilizaron la radio de manera comercial, para transmitir los informes meteorológicos y ayudar a controlar los vuelos. ltalo Amore, un ciudadano italiano, fue el cerebro técnico que en 1928 organizó la red de comunicaciones inalámbricas de esa empresa, que operaba el sistema Morse y cuyos trabajadores procedían de la Estación de Morato y de la Escuela de Radiotelegrafía del Ministerio de Correos y Telégrafos. Más tarde ellos servirían de soporte humano especializado para hacer funcionar la infraestructura técnica de la radio comercial.
La radiodifusión privada colombiana se originó por razones de tipo mercantil, pues los promotores en su mayoría eran los representantes de fabricantes extranjeros de radios y discos. Los primitivos receptores no permitían escuchar óptimamente las lejanas emisoras de onda larga de otras naciones, pero sí era posible sintonizarlas en onda corta, ya que hacia 1929 no existían en Colombia las grandes interferencias de la actualidad.
Dichos comerciantes debían poseer elementales conocimientos técnicos de electrónica, y por lo tanto tuvieron que convertirse en radioaficionados para dominar esa especialidad y poder ofrecer a sus clientes el servicio de mantenimiento y reparación de los aparatos que vendían, por lo cual construyeron rudimentarios equipos de transmisión.
Las grandes potencias comprendieron también el enorme poder político, propagandístico, económico y cultural que ofrecía tan moderno medio de comunicación; así, la década de los veinte vio nacer la industria radial mundial. En mayo de 1920 Guillermo Marconi organizó en Inglaterra la Marconi Wireless Company. En Estados Unidos, el 2 de noviembre del mismo año, se emitió por radio un boletín informativo sobre las elecciones, originado en la ciudad de Pittsburgh.
Las primeras emisiones radiales en territorio europeo continental fueron las de la emisora Eiffel de París, localizada en el nivel superior de la torre del mismo nombre, que comenzó a trabajar en 1921 con una potencia de 1.200 vatios. Dos años después, ya funcionaban en la capital francesa la SER, con una frecuencia de 1.565 metros, y una emisora de la Escuela Superior de Correos y Telégrafos, en la banda de 450 metros. Algunos edificios parisinos contaban con altoparlantes exteriores para hacer conocer de los transeúntes los programas que se estaban transmitiendo.
La mundialmente famosa estación BBC (British Broadcasting Corporation) de Londres se inauguró el 4 de noviembre de 1922. Alemania y Checoslovaquia fundaron en 1923 sus estaciones, y al año siguiente salió al aire desde Barcelona la primera emisora española.
Estos balbuceos de la radiodifusión internacional influyeron en el ánimo de los precursores de nuestra radio para decidirlos a explotar comercialmente el nuevo invento, pues ya Colombia contaba con un número suficiente de receptores, algunos de los cuales eran de galena, dotados de audífonos, y podían captar en las noches transmisiones que no ofrecían ningún interés para los oyentes nacionales.
Pioneros de la radio en Colombia
Elías Pellet Buitrago inauguró, el 8 de diciembre de 1929, La Voz de Barranquilla, que se convirtió en la primera emisora privada del país. Desde el comienzo, su fundador ofreció a la audiencia espacios selectos de contenido cultural, tal como se aprecia en el primer programa emitido:
La Voz de Barranquilla inició sus labores en esa ciudad, en una antigua casa de dos plantas situada en la avenida de la República, entre las calles Siete de Agosto y Caracas. Posteriormente se trasladó a una construcción de la familia Pellet que estaba ubicada frente a la conocida iglesia de San Nicolás. Pellet Buitrago mantuvo la pequeña emisora durante algunos años sin recurrir a patrocinios comerciales, por lo cual desarrolló su programación cultural independientemente, de acuerdo con su propio criterio, lejos de las presiones que hubieran podido ejercer los posibles anunciadores.
Hacia 1925 César Estévez fabricó un pequeño transmisor de baja potencia, que hacía escuchar en el anticuado radio de su casa del centro de Bogotá y en la residencia de un familiar que vivía en el barrio de Chapinero. En Medellín, Santiago Gaviria, un radioaficionado antioqueño, transmitía la misa y la retreta ofrecida por la Banda Municipal en el parque de Bolívar para que la sintonizaran los pocos receptores de galena que había en la capital del departamento.
La emisora comercial más antigua de la capital, reconocida oficialmente -y segunda de Colombia-, es La Voz de Bogotá. Pero existe una discrepancia sobre la fecha exacta de su inauguración: Hernando Téllez Blanco sostiene que fue el primero de mayo de 1930; sin embargo, la emisora presentó un programa especial con ocasión de su cincuentenario, que fue emitido el 31 de mayo de 1980. Los archivos del Ministerio de Comunicaciones no guardan ninguna constancia de tal hecho; por lo tanto, se acepta que la emisora salió al aire en el mes de mayo, pero resulta difícil fijar el día.
La Voz de Bogotá surgió gracias a los esfuerzos de Gustavo Uribe Torschmidt, apoyados por Roberto Jaramillo Ferro, César Estévez León y Rafael Moreno. El gobierno designó su distintivo de llamada con las letras HKF. Un mes más tarde, en Tunja, Pompilio Sánchez inició labores con Radio Boyacá. Entre Uribe y Sánchez, veteranos radiodifusores, siempre existió una discordancia sobre quién había sido el primero en conseguir el permiso del gobierno para operar, pero lo cierto es que la licencia N° 1 de radioaficionado se expidió a nombre de Gustavo Uribe.
El pionero de la actividad radial en Antioquia fue Alfredo Daniels, súbdito inglés que hacia 1930 instaló un pequeño transmisor de 50 vatios de potencia que funcionaba en las bandas de 50 y 60 metros con las letras de identificación HKO. Este rudimentario equipo, instalado en la ciudad de Medellín, sirvió de punto de partida para la que años más tarde se popularizaría como La Voz de Antioquia. La radiodifusora del señor Daniels trabajó en las ondas cortas, que garantizaban mejores condiciones de recepción en los lugares muy alejados del transmisor, ya que esas frecuencias rebotan en la ionosfera propagándose hasta sitios muy alejados.
En la capital de Caldas hubo un gran interés en la radiodifusión. El 29 de septiembre de 1931, Alberto Hoyos Arango dio al servicio la Radio Manizales, que se publicitó como «el meridiano intelectual de Colombia». Posteriormente apareció la emisora Ecos de Occidente, de propiedad del optómetra Alberto Estrada.
Manuel Gaitán se había vinculado en 1930 a La Voz de Bogotá, como anunciador de los artículos que importaba. Comprendiendo las grandes posibilidades de esta nueva modalidad de comunicación, que requería solamente la inversión inicial para adquirir un receptor, decidió fundar su propia emisora. Inicialmente había escogido el nombre de La Voz de Colombia, pero al final se decidió a bautizarla como La Voz de Victor, y así, cada vez que se identificaba, le hacía publicidad a los discos que vendía.
La emisora salió al aire en 1932, desde unos estudios situados en el edificio Liévano de la plaza de Bolívar de Bogotá, hoy sede de la Alcaldía Mayor. La principal novedad que ofreció a los habitantes de la capital fue la instalación de parlantes exteriores orientados hacia la plaza, para brindar a los transeúntes, al estilo parisino, una amplificación pública de su programación.
La idea de mezclar el nombre de un producto o de una prestigiosa empresa con el de las emisoras tuvo numerosos ejemplos en los años posteriores: La Voz de la Higueronia, en Cali; Radio Arsenipur y Emisora Philco, en Medellín; Emisora General Electric y Emisora Alhucema Carbonell, en Barranquilla. El gobierno nacional, para evitar la competencia desleal, suprimió en 1936 esta costumbre.
Las emisoras cambiaban con frecuencia de propietarios. Por ejemplo, Alfredo Daniels vendió la HKO de Medellín a Camilo Halaby Arbeláez, quien, a su vez, cedió los derechos a Arturo Arbeláez Uribe; este gestionó ante el Ministerio de Correos y Telégrafos el cambio de razón social, y así surgió en 1931 la Compañía Radiodifusora, identificada inicialmente como emisora HJ4-ABE, la cual luego empleó como distintivo el nombre de La Voz de Medellín HJ4-ABK y en 1953 adoptó la denominación de La Voz de Antioquia.
En Bucaramanga, Francisco Bueno fundó la Santander Broadcasting y se lanzó al aire con una pequeña emisora que en 1936 recibiría el apelativo de Radio Santander. En vista de los excelentes resultados de esta empresa, Gustavo A. Sorzano, entró a disputarle la sintonía con Radio Bucaramanga.
Aunque Gustavo Ramírez Gaviria llevó a cabo sus primeros experimentos radiales en Manizales, finalmente decidió trasladarse con sus equipos técnicos a la capital, donde transmitió las ceremonias oficiales realizadas en el Capitolio Nacional el 7 de agosto de 1930, con motivo de la posesión del presidente Enrique Olaya Herrera.
Los hermanos Jorge y Andrés Alford crearon en 1932 la Colombian Broadcasting, que en 1936 debió cambiar su nombre en virtud de una disposición gubernamental que no permitía identificar a las emisoras con vocablos de origen extranjero. Al poco tiempo, Enrique Ramírez Gaviria adquirió tales equipos para reforzar los que ya poseía y mediante un concurso público adoptó el nombre de Emisora Nueva Granada, hoy RCN Bogotá.
En Cali Antonio Benítez, asociado con los hermanos Rivas, fundó La Voz del Valle, emisora que luego adquirió Eduardo Córdova. Y en 1932 Julio Bernal comenzó a trabajar con una pequeña radiodifusora que adquirió mayor prestigio y cubrimiento y fue rebautizada en 1938, durante las festividades del cuarto centenario de la fundación de Bogotá, como Radio Santa Fe.
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