Periodismo en el siglo XX en Colombia
La publicación de El Espectador como diario matutino en la capital del país; la fundación de diarios nacionales y regionales como El Tiempo, El Colombiano, Vanguardia Liberal y La Patria, y el nacimiento de la revista Cromos, constituyen la lista de acontecimientos que marcaron las dos primeras décadas del siglo XX en lo que se refiere al periodismo colombiano. Si bien los orígenes de esta actividad en nuestro país se remontan al año 1791, cuando apareció la primera publicación periódica, el “Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá”, es en el siglo XX cuando aparecen los periódicos de circulación masiva y los diarios dejan de ser de corta vida, como sucedía en el siglo XIX.
Periodismo, política y literatura
El periodismo en el siglo XX siguió siendo eminentemente político y literario, dos aspectos que lo marcaron en sus comienzos y que continuaron caracterizándolo hasta la primera mitad de la centuria. Todos los diarios que nacieron en el siglo XX tuvieron una matriz política. Fueron creados por dirigentes para batallar por sus ideas y defender candidatos; en general, han servido como instrumentos de primer orden de la agitación política, a tal punto que, durante la Hegemonía Conservadora, y aun en otras épocas, los periódicos liberales sustituyeron casi por completo la actividad partidista.
Esto explica por qué inicialmente la información en los diarios estaba relegada a un segundo plano y siempre subordinada a las necesidades políticas, o matizada u opacada con un vocabulario literario cargado de metáforas. Los periódicos eran considerados medios idóneos para la divulgación del quehacer literario y los periodistas eran poetas y novelistas. En América Latina el periodismo y la literatura fueron prácticamente sinónimos, tradición que derivó en una inclinación más literaria que informativa en el contenido de los diarios.
Los presidentes y sus periódicos
Muchos de los presidentes del siglo XX ejercieron el periodismo en alguna etapa de su vida. Algunos fueron periodistas y políticos con la misma intensidad, como Laureano Gómez y Eduardo Santos. Enrique Olaya Herrera fundó el Diario Nacional; Santos fue propietario de El Tiempo desde 1913 hasta su muerte en 1974; Mariano Ospina Pérez fundó La República en 1954; Laureano Gómez fundó y dirigió El Siglo, un diario indisolublemente ligado a su carrera política; Alberto Lleras Camargo fue director de El Liberal y de El Independiente; Carlos Lleras Restrepo fundó y dirigió el semanario Nueva Frontera y fue también director de El Tiempo; Belisario Betancur regentó El Siglo.
Otros presidentes tuvieron estrechas relaciones con el periodismo, como Alfonso López Michelsen, Julio César Turbay Ayala (revistas Consigna y Hoy por Hoy), Misael Pastrana Barrero (La Prensa) y César Gaviria (editorialista y socio de La Tarde de Pereira). En las primeras tres décadas del siglo XX casi todos los presidentes tuvieron su propio periódico o dirigieron uno, como fue el caso de Carlos Eugenio Restrepo, José Vicente Concha, Marco Fidel Suárez, Pedro Nel Ospina y Miguel Abadía Méndez.
De la acción política a la información
El apogeo de la acción política de los periódicos tuvo lugar durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957). Su enfrentamiento con los partidos liberal y conservador era otra cara de la moneda de su enfrentamiento con la prensa, a la que censuró. Los periódicos, aliados con los partidos, contribuyeron a su derrocamiento el 10 de mayo de 1957.
La combinación de prensa-política dio paso poco después a otra época significativa en el desarrollo del periodismo. Con el Frente Nacional y la aparición de nuevas tendencias periodísticas y sociales, empieza a debilitarse la alianza entre prensa y partidos. Sin embargo, no se puede hablar de una transformación radical en esa materia porque subsisten nexos más o menos estrechos.
Las características más notables de la segunda mitad del siglo XX fueron la mayor importancia de la información y el desarrollo técnico de las empresas periodísticas. La introducción del color, el ingreso de periodistas profesionales a los medios de comunicación, el nacimiento de la “Unidad Investigativa de El Tiempo”, que dio paso a otros intentos en ese campo; la creación de nuevos diarios y semanarios (El Periódico, El Mundo, La Prensa, Semana) y los cambios en la presentación de las publicaciones a fin de hacerlas más llamativas para los lectores, marcaron la década del setenta en la historia del periodismo colombiano.
El Tiempo
Eduardo Santos, presidente de la república entre 1938 y 1942, compró El Tiempo en 1913, a Alfonso Villegas Restrepo. En 1914, Santos expuso su modo de pensar sobre el periodismo político en Colombia en una de sus columnas:
“Si el público supiera todos los esfuerzos, la lucha ruda y dolorosa contra los hombres y las cosas, la energía y constancia que se necesitan para fundar entre nosotros un diario político, se daría cuenta cabal de lo que para uno de ellos significa haber vivido tres años. Para nosotros un periódico es, ante todo, un medio de luchar por un conjunto de ideas políticas, morales, literarias, científicas. Es un órgano de cultura que aspira a conocer el mundo y la vida (. . .) El republicanismo, ante todo, es una idea fuerte y hermosa que no está sujeta a los golpes de la fortuna y que lejos del poder adquirirá nuevo vigor y más robusta vida. A esa causa nobilísima servirá siempre El Tiempo como hasta ahora la ha servido, con independencia absoluta y con ardoroso entusiasmo”.
(Editorial de El Tiempo, 10 de enero de 1914).
El Tiempo circuló por primera vez el 30 de enero de 1911, en tamaño tabloide, cuatro páginas, cinco columnas y un precio al público de tres centavos. El director propietario decía que él no era accionista de ninguna otra empresa para mantenerse libre e independiente. Como señaló Santos alguna vez, el crecimiento de su periódico coincidía con el del país. En 1943, el expresidente afirmó que la circulación de El Tiempo había aumentado 50 veces en sus primeros 40 años.
Al ser nombrado ministro de Relaciones Exteriores de la administración Olaya Herrera, en 1930, Eduardo Santos se retiró temporalmente de la dirección de El Tiempo. En su carta de renuncia, publicada en el periódico, manifestó que debían ser censurados los eventuales actos erróneos de su ministerio y del gobierno, y reiteró la independencia del diario. No obstante, en la mayoría de los editoriales que escribió antes de su retiro, había dejado explícitas sus simpatías hacia el partido liberal, así como la afinidad de El Tiempo con este ideario.
De otra parte, El Tiempo, en sus más de 100 años de vida, constituye un claro ejemplo de lo que ha sido el desarrollo técnico de los medios de comunicación en Colombia. De la primera máquina Duplex, adquirida por Eduardo Santos en 1919, se pasó a la primera máquina semirrotativa Duplex, que llegó a Bogotá en 1926, y en 1950 a un equipo Goss que editaba 32 páginas. En 1976 hizo el tránsito de la composición de textos en linotipo a los métodos electrónicos y de la impresión directa al offset. Fue uno de los primeros diarios del continente en utilizar el sistema de salida de computador a plancha.
Al igual que otros diarios, El Tiempo fue blanco de persecución y censura durante la dictadura militar de Rojas Pinilla. Desde agosto de 1955 hasta junio de 1957 no se volvió a vocear el diario y en su reemplazo apareció Intermedio, que circuló por primera vez el 21 de febrero de 1956 y alcanzó la edición 458.
No existe un estudio serio sobre El Tiempo. Por lo tanto, casi todas las referencias publicadas son elogios hechos en discursos, prólogos o artículos cortos. En esa línea se enmarca la frase de Lleras Camargo, según la cual «en la historia de Colombia El Tiempo no tiene sustituto posible».
En los años veinte El Tiempo asumió posiciones antiimperialistas y simpatizó con el guerrillero nicaragüense Augusto César Sandino; en los treinta defendió a los republicanos en la guerra civil española y acogió a algunos exiliados en su redacción; en los cuarenta fue antifascista durante la Segunda Guerra Mundial y posteriormente combatió al gobierno de Mariano Ospina, al cual acusaba de fomentar la violencia oficial.
Algunos observadores han señalado que desde la creación del Frente Nacional El Tiempo se convirtió en defensor de gobiernos y presidentes y que su política editorial suele hacer eco a los pronunciamientos oficiales. Este cambio a una posición editorial marcadamente conservadora coincide con el período en que Hernando y Enrique Santos Castillo, sobrinos de Eduardo Santos, asumieron las riendas de la Casa Editorial El Tiempo.
En agosto de 2007 la Casa Editorial El Tiempo anunció su alianza estratégica con el Grupo Editorial Planeta, que adquirió el 55 por ciento de las acciones. En marzo de 2012 el empresario colombiano Luis Carlos Sarmiento Angulo compró su parte al Grupo Planeta y a los socios minoritarios, siendo actualmente (2020) el dueño de esta casa editorial.
El Siglo
“El Siglo se fundó porque entonces atravesaba o se iniciaba en el país un periodo de violencia y por tanto era indispensable crear un diario para defender la vida y bienes de los copartidarios. Es una historia breve y clara; la división entre Guillermo Valencia y Alfredo Vásquez Coba determinó la caída del partido conservador. La jefatura del Estado, por tanto, pasó a manos liberales”.
Esto dijo Laureano Gómez con motivo de la celebración de los 25 años de El Siglo, que apareció el 12 de febrero de 1936. Fundado por Gómez y José de la Vega, El Siglo llegó a ser en los años cuarenta el segundo periódico más importante del país. Era el complemento periodístico de la oratoria de Gómez en el Congreso, y los conservadores lo consideraban de lectura obligatoria.
Desde sus páginas, Gómez se declaró partidario del caudillo español Francisco Franco y adelantó parte de su enconada campaña política contra el segundo gobierno de Alfonso López Pumarejo (1942-1945), con base en la publicación descomedida de acusaciones reales e imaginarias sobre escándalos oficiales e indelicadezas de la familia presidencial. Una de esas campañas fue la publicación diaria, durante mucho tiempo, de la pregunta «¿Por qué asesinaron a Mamatoco?». El exboxeador Francisco Pérez, alias «Mamatoco», había sido muerto en 1943, aparentemente por la policía, en cumplimiento, según algunos, de una orden dictada desde el palacio de gobierno.
Las instalaciones de El Siglo fueron incendiadas el 9 de abril de 1948; no obstante, el 21 del mismo mes circuló El Siglito, de tamaño tabloide y con paginaje reducido. En 1953 fue clausurado por Rojas Pinilla y en su reemplazo circuló “Diario Gráfico e Información”, hasta mayo de 1957, cuando reapareció El Siglo. El periódico nunca recuperó la popularidad de sus primeros años. Álvaro Gómez Hurtado, hijo del fundador, alternó en varios períodos la dirección de El Siglo y sus candidaturas presidenciales.
Sobre la actividad periodística del expresidente Gómez y su aporte a la causa conservadora, Antonio Cacua Prada escribió en su libro Historia del periodismo colombiano:
“Desde las páginas de su periódico adelantó la campaña de la reconquista del poder. Su actividad política, social, parlamentaria, la alternaba con la dirección del diario. El centro de irradiación siempre estuvo en su oficina de periodista”.
El Espectador
De bisemanal a diario y luego a semanal, de antioqueño a nacional, de vespertino a matutino, de tabloide a universal, El Espectador es el periódico colombiano que más cambios ha sufrido desde el 22 de marzo de 1887, cuando fue fundado en Medellín por Fidel Cano. Su primera suspensión oficial fue decretada por el presidente Rafael Núñez el 8 de julio de 1887, cuando circulaba el número 30; y desde ese momento, pasando por los acontecimientos del 9 de abril de 1948, hasta la dictadura militar de 1953, dejó de circular en más de cinco oportunidades. A causa de su cierre forzoso entre febrero de 1956 y junio de 1958 circuló El Independiente, dirigido por Alberto Lleras Camargo, que sirvió para lanzar los primeros ataques del Frente Civil liberal-conservador contra Rojas Pinilla. El Espectador es el medio que sobrevivió al mayor número de cierres y censuras en la historia del periodismo nacional del siglo XX.
La época moderna de El Espectador coincide con la dirección de Gabriel Cano. Nacido en Medellín en 1892, asumió la dirección del periódico en 1919. En 1949, cuando ejercía las funciones de gerente, pasó a ser director después de la renuncia de Luis Cano.
Sobre las tendencias políticas del periodismo colombiano, Gabriel Cano dijo el 22 de marzo de 1964, con motivo de la inauguración de las instalaciones de El Espectador en la avenida 68 de Bogotá:
“Pero si El Espectador ha tenido un pasado y tiene un presente, quiere también tener un futuro en lo que se refiere a su estructuración como un periódico moderno. Se propone -y creo que ya ha empezado a realizarlo- hacer una clase de periodismo un poco distinto del que se ha practicado hasta ahora en el país: un periodismo más universal, más imparcial, más objetivo, más serio, más ágil y más útil”.
Gabriel Cano se retiró de la dirección de El Espectador el 31 de diciembre de 1973 y en 1976 recibió el Premio Nacional de Periodismo, reconocimiento que sumó a los premios Cabot y Mergenthaler que le habían sido otorgados en 1954 y 1958, respectivamente.
El Espectador denunció reiteradamente a los narcotraficantes en la década del ochenta. Guillermo Cano, su director desde 1973, fue asesinado por ellos frente a las instalaciones del periódico en diciembre de 1986. El 2 de septiembre de 1989 estalló un carro bomba frente al edificio, destruyéndolo parcialmente, en otro de los actos de la campaña terrorista orquestada por los narcotraficantes. Al día siguiente, el periódico circuló en una edición reducida. Actualmente pertenece al Grupo Valorem, empresa holding colombiana creada en 1997. Fidel Cano Correa es su director desde mayo de 2004.
El Colombiano
Fernando Gómez Martínez consignó en su libro “Recuerdos” las razones por las cuales él y un grupo de antioqueños partidarios de la candidatura presidencial del poeta Guillermo Valencia Castillo compraron en 1930 la mayoría de las acciones de El Colombiano de Medellín, periódico que apareció como bisemanario el 6 de febrero de 1912 bajo la dirección de Francisco de Paula Pérez:
“La política estaba harto agitada en 1929 (. . .) sobre todo la política conservadora, por la pugna de las candidaturas para presidente. Los amigos de Valencia necesitábamos de un periódico porque el principal diario de Medellín, El Colombiano, estaba en manos de vazquistas (partidarios del candidato Alfredo Vázquez Coba), y el otro, La Defensa, no contaba con una circulación suficiente para la campaña. O por ser de la juventud católica no se metía muy de lleno. Entonces, un grupo de conservadores, del que yo hacía parte, pensó en la necesidad de tener un periódico y se movió para realizar la idea. Yo fui escogido para director y don Julio Hernández -el más decidido para la empresa- para administrador”.
El binomio Hernández-Gómez Martínez continuó a la cabeza de El Colombiano, el periódico no editado en Bogotá más importante del país, durante medio siglo. Gómez, nacido en Santafé de Antioquia en 1897, lo dirigió entre 1930 y 1962. Como los demás medios, El Colombiano fue blanco de censura y persecución por parte de algunos gobiernos.
En gobiernos conservadores, Fernando Gómez Martínez fue embajador ante Holanda y la Santa Sede y ministro de Relaciones Exteriores. Su hijo Juan Gómez Martínez alternó la dirección de El Colombiano con cargos públicos como la alcaldía de Medellín y la gobernación de Antioquia.
Actualmente el diario forma parte de Periódicos Asociados Latinoamericanos (PAL), al que pertenecen importantes casas editoriales de Latinoamérica. Desde el 2013, su directora es Martha Ortiz Gómez, quien está al frente de las decisiones periodísticas.
Vanguardia Liberal
En su editorial del 4 de julio de 1968, Alejandro Galvis Galvis, fundador del diario Vanguardia Liberal de Bucaramanga, escribió sobre la actividad periodística:
“La prensa tiene un compromiso diario y sagrado con sus lectores y con la patria. Para cumplirlo debe ser escuchada en sus voces, rectificada cuando haya captado ondas de equivocación o desvío, respaldada cuando busque el bien común y el progreso colectivo”.
Alejandro Galvis Galvis fue un claro ejemplo de la fusión entre prensa y política. Vanguardia estaba identificada totalmente con las luchas políticas de su director, y el diario sufrió tantos daños como él persecuciones. En abril de 1948 tuvo que circular como vespertino a consecuencia de los acontecimientos del día 9, y en enero de 1953, durante la presidencia de Roberto Urdaneta Arbeláez, la prensa Duplex en la que se imprimía el periódico fue dinamitada.
El 16 de octubre de 1989, en medio de la campaña terrorista de los narcotraficantes, un carro bomba destruyó casi en su totalidad las instalaciones del diario. No obstante, la rotativa no sufrió daños y el periódico no interrumpió sus ediciones. El 24 de marzo de 2019 Vanguardia Liberal pasa a llamarse Vanguardia suprimiendo de esta forma la palabra Liberal que para la época de creación del diario implicaba su orientación ideológica.
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