Presidentes del Nuevo Reino de Granada (1564-1719)
Nuevo Reino de Granada, Audiencias de Panamá, Santa Fe, Venezuela y Guayana. Guilielmou de Isle, siglo XVII. Archivo General de la Nación, Bogotá.
Las pugnas entre oidores y visitadores hicieron que el gobierno de la Real Audiencia no diera los resultados esperados por la corona. Por esa razón, el rey Felipe II creó en nuestro territorio un gobierno investido de autoridad administrativa y política: la Presidencia del Nuevo Reino de Granada.
De acuerdo con las leyes de Indias, el Presidente era el gobernador supremo de una determinada división administrativa con derecho a presidir la Real Audiencia aun cuando no tuviera el título de Oidor. También tenía autoridad de Capitán General con poderes políticos y militares. Ordenaba lo que más conviniera a la buena gobernación y policía de las ciudades y poblaciones de los distritos.
Andrés Díaz Venero de Leiva, defensor de los indios
Andrés Díaz Venero de Leiva
Jurista y humanista de Burgos (España), emparentado con los marqueses de Leiva, los condes de Baños y los príncipes de AscuIi en Italia, fue fiscal y oidor del Consejo y Contaduría de Castilla en 1554. Se posesionó como primer Presidente del Nuevo Reino de Granada en 1564 y gobernó hasta 1574, década conocida como “La edad de oro de la Colonia”. Era Presidente, Gobernador y Capitán General y tenía los mismos poderes de los virreyes de México y Perú.
Dio cumplimiento a las leyes españolas que amparaban a los indígenas: nombró un oidor especial como protector de indios, castigó a quienes los obligaban a llevar cargas a sus espaldas, señaló tierras para los resguardos de indios (para que las trabajaran como si fueran propias) e, incluso, hizo cortar la cabeza del soldado Francisco Bolívar por sus crueldades con los nativos. Como era de esperarse, su acción dio pie a la oposición de Gonzalo Jiménez de Quesada y los encomenderos. Sin embargo, contó con el apoyo del arzobispo Fray Juan de los Barrios.
Díaz Venero de Leiva fundó las primeras escuelas oficiales para que los hijos de los conquistadores, de los primeros pobladores y de los caciques aprendieran a leer. También nombró intérpretes de lenguas para el conocimiento del idioma chibcha. Durante su gobierno se erigió la Arquidiócesis de Santafé, se inició la obra de la Catedral, se reglamentaron las misiones religiosas en el Choco y Pasto, se fomentó la construcción de caminos —principalmente en el interior del país, como el de Honda a Santafé—, se estableció la navegación por champanes en el rio Magdalena y se organizó el transporte de ruedas por la sabana de Bogotá.
El champán era una gran canoa de 15 metros de largo y dos de ancho, cubierto por un resistente techo donde se subían los bogas que con largos remos lo impulsaban.
Con base en la riqueza minera del territorio, el presidente Venero de Leiva promulgó un código de trabajo llamado las “Ordenanzas de Minas”, organizó la explotación de las minas de oro, plata, cobre y sal en Zipaquirá y las de plata en Mariquita, Las Quebradas y Santa Ana (Tolima). También ordenó estudiar los yacimientos de esmeraldas de Muzo, aplicó los impuestos sobre estancos de naipes y sobre los derechos de puertos, bodegas y pasos reales e introdujo en el país la moneda sellada.
Venero de Leiva fue el encargado de administrar justicia en el famoso escándalo de doña Inés de Hinojosa en Tunja, quien, según se decía, mando a asesinar a su esposo, Jorge Voto, con su amante, Pedro Bravo de Rivera. Esto mismo había hecho en Carora con su anterior esposo, Pedro de Ávila. El Presidente castigó con la horca a la homicida y con el degollamiento al amante criminal. La historia fue incluida por el cronista Juan Rodríguez Freyle en su famosa e interesante obra “El Carnero”. Comisionados por éste presidente, Juan de Otálora y Francisco Villalobos fundaron la Villa de Leiva el 12 de junio de 1572.
Panorámica de la Plaza Principal de Villa de Leiva
Después de ser presidente fue designado a un cargo en el Supremo Consejo de Indias. Murió en Madrid el 1 de julio de 1588. Como su sucesor, la corona española nombró al oidor Francisco Briceño en 1575, a quien le correspondió juzgar al oidor Montaño por haber cometido algunos crímenes y haber defendido a los indígenas de los intereses de los encomenderos. Por su debilidad para castigarlo recibió el apodo de “Guaricha de Montano”. Falleció el mismo año en que fue designado y el gobierno quedo a cargo de la Real Audiencia hasta 1578.
Lope Díez Aux de Armendáriz
Lope Díez Aux de Armendáriz
Gobernó entre 1578 y 1580, época en la cual los indios gualves, panches y mariquitones se rebelaron contra los rigores de los encomenderos que los ponían a trabajar en las minas y en el río Magdalena. Díez Aux de Armendáriz reformó la moneda y ordenó la marca oficial de los tejuelos de oro con el pago del quinto real al soberano. Pero los indígenas siguieron usando tejuelos sin cuño de moneda oficial, así que esta se depreció. Durante su gobierno el arzobispo Fray Luis Zapata de Cárdenas y los doctrineros persiguieron a los indígenas, pues pensaban que tenían derechos sobre los ídolos de oro que se encontraban en templos y cementerios. Le sucedió el visitador Juan Bautista Monzón, que gobernó entre 1580 y 1582. Bajo su administración se fundó el distrito minero de Zaragoza en Antioquia, uno de los más importantes en la explotación del oro, y en 1590 se estableció el primer colegio seminario en Santafé: el Colegio de San Luis.
Antonio González y la rebelión de las Alcabalas
González gobernó entre los años 1590 y 1597. Estimuló la venta de las tierras baldías e inició la venta de las propiedades rurales. De la misma forma, estimuló la distribución de resguardos entre los indígenas y prohibió los trabajos forzosos para ellos. Implementó el impuesto de la alcabala (el 2% sobre el valor de toda transacción de bienes muebles o inmuebles) contra el cual protestó el Cabildo de Tunja en 1592 en lo que fue llamado la “rebelión de las alcabalas”, comandada por el capitán Martín de Rojas, regidor perpetuo. Sin embargo, a pesar de la oposición, el presidente declaró recibida la alcabala por el Cabildo de Tunja.
Vista del Colegio de San Bartolomé en 1840
Durante su administración, el arzobispo de Santafé, Bartolomé Lobo Guerrero, organizó en 1592 el Colegio de San Bartolomé, el más antiguo de Colombia. González también tuvo que enfrentar las invasiones piratas en el litoral Atlántico, especialmente los ataques del pirata Roberto Baal y del corsario Sir Francis Drake en 1596 que destruyeron Riohacha y Santa Marta. Dirigió la reconquista de la región de Cimitarra para asegurar la navegación por el rio Magdalena. Allí construyó un puerto con bodegas para almacenamiento y un sitio para el cobro de impuestos de las mercancías que pasaran por allí. Para pacificar la región de los continuos ataques de los pijaos hizo reconstruir la ciudad de Ibagué, que había sido incendiada. Reglamentó el oficio de Corregidores y Alcaldes Mayores y ejecutó la Real Cédula por la cual se obligó a los niños indígenas a aprender el idioma español. Finalmente fue nombrado miembro del Consejo de Indias y murió en Valladolid (España) en el año 1601.
Francisco de Sande, el “Doctor Sangre” (1540-1602)
Fue el último Presidente del Nuevo Reino de Granada en el siglo XVI. Gobernó entre 1597 y 1602, un período de rebeliones indígenas en la Sierra Nevada de Santa Marta y en las riberas del Magdalena. La resistencia de los pijaos hizo que se cortaran las comunicaciones entre Santafé y el occidente del Nuevo Reino. En su gobierno los esclavos negros también tuvieron varios levantamientos. El más famoso fue dirigido por Domingo Bioho, quien logró el reconocimiento oficial de algunos palenques como pueblos de negros liberados y fundó el de San Basilio, en 1599.
Ilustración de San Basilio de Palenque. Luego de la recia lucha de los palenqueros apostados en los Montes de María, se establece un pacto con el orden colonial llamado la "Entente Cordiale" que le permitió a los palenqueros reconocerse como comunidad libre.
Francisco de Sande fue conocido como el “Doctor Sangre” porque, por su causa, varios neogranadinos recibieron castigos inmerecidos en la cárcel y la horca. La Corte recibió quejas de Sande y envió al visitador Andrés Salierna de Mariaca, quien emprendió un juicio y lo desterró a Villa de Leiva. Antes de partir, Sande hizo correr el rumor de que había sobornado con dinero al juez y, por ello, la sentencia lo iba a favorecer. La calumnia produjo una profunda pena en el visitador, que cayó gravemente enfermo, y lo llevó a la tumba el 6 de septiembre de 1602, no sin prevenir a Sande de que él también comparecería ante el tribunal de Dios en los siguientes nueve días. El presidente Sande moriría el 12 de septiembre de 1602. Se dice que en su entierro se oscureció el cielo con temerosa tempestad de truenos, rayos y granizo y que un torbellino de viento hizo caer el féretro. Este caso extraño fue comentado con terror y asombro por los santafereños y, desde entonces, Sande fue conocido también como “el emplazado”.
Juan de Borja
Juan de Borja y Armendia
El rey Felipe III lo nombró presidente en el año 1605 y gobernó hasta 1628. Era nieto del cuarto duque de Gandía, que la Iglesia Católica canonizó como San Francisco de Borja; tercer general de la Compañía de Jesús. Nació en Valencia (España) en 1564 y su padre fue don Fernando de Borja, comendador de la Orden de Calatrava.
Juan de Borja, que era un militar experto, emprendió varias guerras contra los indios. La más intensa fue la de los pijaos, localizados en las Gobernaciones de Santafé, Popayán y Antioquia. Estableció su centro de actividades en el pueblo de Chaparral, en el Tolima, y desde allí, batalló durante cuatro años con el indomable cacique Calarcá. En la noche del 18 de julio de 1606 los pijaos atacaron a Ibagué, la incendiaron, descuartizaron a 50 españoles, llevaron sus carnes en sus mochilas y quemaron algunas cabezas de los prisioneros. El cacique Baltasar, de la tribu de los combeimas y enemigo de los pijaos, se enfrentó a Calarcá en la batalla que comandó el presidente Borja en 1610. En ella murieron los dos caciques.
Durante su presidencia se instalaron el Tribunal de Cuentas en Santafé, el Santo Tribunal de la Inquisición en Cartagena de Indias, en 1610, y la Casa de la Moneda del Nuevo Reino de Granada, en 1622. Se preocupó por la enseñanza para los descendientes de los caciques, hizo imprimir una gramática chibcha y dio especial apoyo a la Compañía de Jesús, que llegó al Nuevo Reino en 1604, y fundó la Universidad Javeriana en 1622. También aseguró la navegación por el río Magdalena de los ataques de los indígenas de las riberas, fundó los pueblos de Natagaima y Coyaima y estableció conventos en Santafé, Cartagena y Guaduas.
Logo de la universidad Javeriana, fundada por la Compañía de Jesús en 1622.
Sancho Girón
La administración quedó en manos de la Real Audiencia hasta 1630, cuando llegó Sancho Girón, comendador de la Orden de Alcántara y marqués de Sófraga. Gobernó entre 1630 y 1637, tiempo durante el cual comenzó a regir en el país el impuesto de la media anata que debían pagar los empleados civiles al recibir su nombramiento para el cargo que iban a desempeñar. En 1632 apareció la llamada “peste de Santos Gil” que diezmó a la población neogranadina. Hizo la guerra a los indios carares y yaragüíes, de las selvas del Carare y del Opón, en cumplimiento de la Real Cédula que ordenaba su pacificación. En 1634 los levantamientos de los negros cimarrones de los palenques de San Aguare, Limón y Polini fueron derrotados. Al terminar su gestión fue condenado a prisión en una cárcel de Madrid pues se comprobó que otorgaba empleos por dinero y cargos públicos a parientes y criados.
Martín de Saavedra y Guzmán
Barón de Prado y caballero de Calatrava, gobernó entre 1637 y 1645. Fue escritor y poeta. En su gobierno se creó la casa de expósitos y divorcio, se fundó el convento de Santa Inés, se iniciaron las obras para la construcción del Canal del Dique y se inauguró la Universidad Tomística, de los dominicos. En 1637 implantó el impuesto de la Armada de Barlovento y se empezó a usar el papel sellado. En 1643 fue destruida la ciudad de Panamá por un voraz incendio y, al final de su gobierno, ocurrió el terremoto que destruyó a Pamplona en 1644.
Canal del Dique en el departamento de Bolívar, Colombia.
Juan Fernández de Córdoba y Coalla
Marqués de Miranda y caballero de la Orden de Auta, ocupó la Presidencia entre 1645 y 1654. Fue muy popular por su carácter afable. Dio especial impulso a la ciudad de Honda, por la navegación en el río Magdalena, a la construcción de otras vías de comunicación y comercio y a la educación. En 1653 el arzobispo Fray Cristóbal de Torres fundó el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario que se convirtió en uno de los más importantes del Nuevo Reino.
Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario, en la actualidadad: Universidad del Rosario, Bogotá.
Dionisio Pérez Manrique de Lara
Dionisio Pérez Manrique de Lara
En 1654 fue Presidente del Nuevo Reino el marqués de Santiago y ex rector de la Universidad de Alcalá de Henares. Gobernó hasta 1659 y, más adelante, entre 1660 y 1662. Su gobierno se caracterizó por el interés en la conversión de los indios a la fe católica. Prohibió la elaboración, venta y consumo de la chicha. Aprobó en 1657 el llamado “concierto agrario”, con el cual paró un poco los abusos de la mita agraria. Esto disgustó a los encomenderos que lo acusaron y exigieron una investigación al visitador Juan Cornejo. Este lo suspendió de la Presidencia y luego, lo destituyó. Con la influencia de los duques de Béjar el proceso falló a su favor, por lo cual se reintegró al gobierno en 1660. Le correspondió afrontar las invasiones piratas en Cartagena, para lo cual organizó una expedición de lucha que pagó de su propia fortuna. Murió en Villa de Leiva, en 1664.
Diego de Egües Beaumont
Caballero de Santiago, emparentado con las casas reales de España, Francia e Inglaterra, tuvo cargos elevados en la marina y en la magistratura. Gobernó entre 1661 y 1662. Impulsó las misiones en los Llanos y en la provincia de Pamplona. Se construyeron en Santafé los puentes de San Francisco y San Agustín, el edificio de la carnicería para mejorar el expendio de carnes, y se terminaron la torre y el atrio de la catedral. Murió en Santafé, en la navidad de 1664. Le sucedió Diego del Corro y Carrascal, que era Inquisidor en Cartagena de Indias y gobernó hasta 1667.
Puente de San Francisco en Santafé. Papel Periódico Ilustrado, 1885.
Diego de Villalba y Toledo
Caballero de la Orden de Santiago y General de Artillería, gobernó desde 1667 hasta 1671. En su gobierno se construyeron con la ayuda de indígenas de los pueblos vecinos el puente sobre el río Gualí, en Honda, y el Puente Grande, sobre el río Bogotá. Después de sus cuatro años de gobierno fue suspendido por el obispo de Popayán, Melchor de Liñán y Cisneros, quien asumió la Presidencia con su doble autoridad civil y eclesiástica.
Melchor de Liñán y Cisneros
Melchor de Liñan y Cisneros
Gobernó entre 1671 y 1674. Hizo la guerra a los indios yaragüíes y afrontó los constantes ataques de piratas en la costa Atlántica, entre ellos el corsario Henri Morgan en Cartagena, Santa Marta y Panamá. Con la colaboración del gobernador Antonio Fernández de Córdoba, le correspondió la restauración de Panamá, destruida por los piratas, filibusteros y corsarios. En 1674 fue promovido al Arzobispado de Charcas y posteriormente fue nombrado Arzobispo y Virrey del Perú. Entre los años 1674 hasta 1678 ejerció el poder de nuevo la Real Audiencia.
Francisco Castillo de la Concha
Francisco Castillo de la Concha
En oposición al régimen de los oidores de la Real Audiencia, llego a Santafé este Caballero de Santiago, que gobernó entre 1678 y 1683. Alivió la situación de los indios tasando los tributos de las encomiendas. Desterró a los oidores Ibáñez y Larrea y suspendió a los gobernadores de Popayán y Panamá. Acrecentó las rentas de la Presidencia ampliando los impuestos, por lo cual fue criticado, a pesar de ser considerado como “el mejor servidor del rey”. Murió en Santafé el 6 de noviembre de 1685. En este mismo año se encargó de la Presidencia Don Sebastían de Velasco, quien apenas la ejerció hasta el siguiente.
Gil de Cabrera y Dávalos
Firma del presidente Gil de Cabrera y Dávalos
Después de un corto período de seis meses de Sebastián Alfonso de Velasco, el Oidor más longevo de la Real Audiencia, fue presidente Cabrera y Dávalos. Caballero de la Orden de Calatrava y maestre de campo. Gobernó entre 1686 y 1702, justo en el inicio del siglo XVIII. Durante su período ocurrió un extraño fenómeno físico, el 9 de marzo de 1687, conocido como el “Tiempo del ruido”: un ruido infernal acompañado de un fuerte olor a azufre despertaron de pánico a los santafereños, que atribuyeron el hecho a causas sobrenaturales. El ruido coincidió con el terremoto en la ciudad de Lima, el puerto del Callao y las minas de Huancavelica. Desde entonces se generalizó la expresión “Eso es del tiempo del ruido” para señalar lo antiguo y desusado. Durante su período los ingleses quisieron establecer una colonia en el Darién.
Lo sucedió Diego Córdoba Lasso de la Vega, quien gobernó entre 1702 y 1707 y, posteriormente, Francisco Meneses Bravo, entre 1707 y 1709. Este gobierno fue recibido por la Audiencia de Santafé desde 1709 hasta 1717, cuando recibió el último Presidente de este período histórico, don Antonio de la Pedroza y Guerrero, quien gobernó desde 1717 a 1719.
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