Revolución Francesa: Desarrollo
Mucho antes de que estallara la Revolución en París con la Toma de la Bastilla, la ola revolucionaria ya se había disparado en los campos. El campesinado pobre y hambriento le cobraba a la nobleza y al clero, de la manera más sangrienta, sus abusos por años de opresión y crueldad. Las muchedumbres ingresaban a las casas de los señores feudales y quemaban los títulos sobre servidumbres y propiedades de tierras, matando a los nobles que se atravesaban, muchos castillos y palacios fueron saqueados y quemados. Igualmente sucedió con templos y monasterios.
Mientras los campos estaban poseídos de terror, en París la agitación era inmensa. El conde de Artois (hermano del rey) y otros destacados nobles, huyeron del país, convirtiéndose en el grupo de los llamados "emigrés". La burguesía parisina, temerosa de que la muchedumbre aprovechara el derrumbamiento del antiguo sistema de gobierno y recurriera a la acción directa, como estaba sucediendo en las aldeas, se apresuró a establecer un gobierno provisional local y organizó una milicia popular, denominada oficialmente Guardia Nacional, cuyo mando se le entregó al marqués de Lafayette.
Marqués de Lafayette
La marcha sobre Versalles
Las dificultades económicas que vivía París, mal abastecido y en el que subían los precios y crecía el paro, unidas al malestar que generaba que Luis XVI se abstuviera de sancionar las decisiones de la Asamblea Nacional, provocaron un descontento popular. El 5 de octubre de 1789, una multitud armada, emprende una marcha hacia la residencia real situada en Versalles (extenso territorio al occidente de París, donde se encontraba el palacio del rey), para pedirle pan al rey a la par que su traslado a la capital; marcha integrada mayoritariamente por mujeres del histórico mercado central parisino (les Dames de la Halle) y las mujeres del algo más distante Faubourg Saint-Antoine, y dirigida por Stanislas-Marie Maillard, uno de los asaltantes de la Bastilla.
Alrededor de 7.000 mujeres se plantaron ese día bajo el sonido de las campanas de varios distritos en el Hôtel de Ville, sede de la Comuna de París, exigiendo a los concejales de la ciudad pan y armas. Tras un combate con la guardia del palacio, Luis XVI se vio obligado a trasladarse junto con su familia al centro de París. La familia real fue hecha prisionera en la Torre del Temple del Palacio de las Tullerías, quedando bajo el poder del pueblo y de la Asamblea. El rey fue suspendido de sus funciones, designando un ejecutivo provisional, liderado por George-Jacques Danton.
George-Jacques Danton.
La Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791)
El objetivo de la Asamblea Nacional Constituyente fue la redacción de una constitución para Francia. Esta asamblea estuvo compuesta por diferentes partidos políticos, los cuales fueron definiéndose con los diferentes sucesos de la Revolución. La constitución se termino de crear en 1791 y se organizó la Asamblea Legislativa.
La Asamblea Constituyente continuó su trabajo y llevó a cabo una serie de reformas: abolió los derechos señoriales; las distinciones honorificas, las jerarquías y poderes heredados del régimen feudal, la fidelidad del siervo al señor, el vasallaje y cualquier otro servicio personal. Eliminó asimismo las diferencias entre las tierras feudales y las que no lo eran, beneficiando así al tercer orden y eliminó los impuestos y cargas que pesaban sobre el campesinado, afectando los grandes privilegios de la nobleza.
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
El 26 de agosto de 1789, la Asamblea aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, inspirada en la declaración de independencia estadounidense de 1776, marcando el fin del Antiguo Régimen y el advenimiento de una nueva era. Se reconoce el derecho a la propiedad, a resistirse a la opresión, a la seguridad, igualdad, libertad... Esta declaración definió los derechos individuales a la libertad de opinión, hablada y escrita, de creencias, y a la propiedad privada; reconoció la igualdad de todos los ciudadanos, denominación que reemplazó desde entonces a la de súbditos, y proclamo que los gobernantes eran representantes de la voluntad popular y que ésta era la verdadera soberana de la nación. Con esta declaración no habría nobles y plebeyos, sino ciudadanos franceses. Esta declaración fue un manifiesto para las clases medias que controlaban la Asamblea y para todos los liberales europeos del siglo siguiente.
Todas estas medidas eran novedosas. La nueva organización del Estado, la Constitución y la igualdad de las personas, eran ideas que se venían gestando desde la ilustración. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano fue redactada principalmente por el clérigo revolucionario Emmanuel Joseph Sieyes y el marqués de La Fayette. En esta declaración se proclamaban los tres principios de la Revolución: libertad, igualdad, fraternidad.
Cartel revolucionario.
Luis XVI y su familia en la casa de Jean-Baptiste Sauce en Varennes. Cuando intentaba huir del ejército revolucionario es reconocido por un vecino de Sauce y la muchedumbre pide su arresto.
El 3 de septiembre de 1791 el rey sancionó la Constitución para la nación. La constitución de 1791 convirtió a Francia en una monarquía constitucional limitada, en la que el rey sólo tenía el poder ejecutivo, perdía sus poderes legislativos, pero consideraba la potestad de vetar leyes y manejar las relaciones exteriores del país. El poder judicial quedaba en manos de los jueces elegidos temporalmente por el pueblo. El poder legislativo quedo en manos de una Asamblea Legislativa Única que era elegida por medio del sufragio censitario. Para dominar la Asamblea y contrariando los principios de la Declaración de Derechos, la burguesía concedió el voto solo a los ciudadanos varones mayores de 25 años que pagasen impuestos equivalentes a tres días de sueldo, esto dejaba sin participación a la gran mayoría del pueblo; igualmente la oportunidad de ser elegidos para cargos públicos, se convirtió en un privilegio de los propietarios.
Se declaró la igualdad de los ciudadanos; sin embargo, conservaba diferencias entre ciudadanos ricos y pobres, declarando que estas se fundaban en la utilidad común: solo los más ricos votarían; con ello se generaba otra división: ciudadanos activos y pasivos. El país quedaba bajo el control político de los burgueses. En nombre de la libertad de empresa se clausuraron los gremios, se prohibieron los sindicatos y se suprimieron las aduanas interiores; la esclavitud fue abolida en el territorio francés, pero paradójicamente en las colonias se conservaba para proteger el derecho a la propiedad de los hacendados.
Alegoría a la Constitución francesa de 1791.
En sus dos años de existencia, la Asamblea aprobó otras reformas: creó un sistema administrativo de departamentos, distritos, cantones y comunas; erigió impuestos para el comercio internacional en las fronteras; estandarizo pesos y medidas; mejoró el sistema judicial; comenzó el proceso de codificación del derecho francés. Finalmente Luis XVI convocó a elecciones para elegir a los miembros de la Asamblea Legislativa.
Así, se puede concluir que esta fue una revolución burguesa y esa clase social la gran ganadora, en tanto terminó con los rezagos del feudalismo en Francia y le restó gran poder al rey; además, reclamó la propiedad privada como un derecho natural, sagrado, inalienable e inviolable. Esta etapa es decisiva dentro del proceso revolucionario, ya que los logros de la Asamblea Constituyente se convirtieron en las grandes consecuencias que dejo la Revolución Francesa para la historia de la humanidad.
La Asamblea Legislativa
Una vez aprobada la constitución, la Asamblea Nacional tomó el nombre de Asamblea Legislativa, que se reune por primera vez el 1 de octubre de 1791. La respuesta de las demás monarquías europeas no se hizo esperar y comenzaron a conspirar contra la Revolución, lo cual dio lugar a la primera coalición contra los revolucionarios. En abril de 1792, la Asamblea Legislativa declaró la guerra a Austria. Los austríacos invadieron Francia y llegaron a las puertas de París.
La situación originó un clima de revuelta entre los sans-culottes, quienes, el 10 de agosto de 1792, asaltaron el palacio real de Las Tullerías y encarcelaron al monarca. Igualmente dio ocasión a las capas populares para que se radicalizaran en sus peticiones y forzaron a formar un consejo provisional y a constituir por elecciones una nueva Asamblea.
Asalto al Palacio de las Tullerías
La Convención
En septiembre de 1792, se eligió la nueva asamblea que se denominó Convención Nacional. Dentro de ésta se formaron dos grupos: los girondinos y los jacobinos. Destituido Luis XVI como rey de Francia, la Convención Nacional proclama el 21 de septiembre de 1792 la Primera República Francesa. Según los revolucionarios, con su triunfo se inauguraba una nueva época en la historia. La Convención Nacional francesa propone el nuevo calendario republicano francés que comienza el 22 de septiembre de 1792, sería el año I de la república, (se usará hasta 1806 en Francia y sus colonias americanas y africanas) la cual fue así establecida indirectamente, no por preferencia teórica, sino porque Luis XVI habia sido derribado y el tiempo era apremiante, porque la Francia revolucionaria se veía obligada a gobernarse por sí misma. En él se intenta adaptar el calendario solar al sistema decimal y eliminando del mismo las referencias religiosas; el año comienza el 22 de septiembre, coincidiendo con el equinoccio de otoño en el hemisferio norte.
La Convención condenó a muerte al rey y a la reina, y proclamó la República. Luis XVI fue llevado a la guillotina el 21 de enero de 1793, en la llamada Plaza de la Revolución (hoy Plaza de la Concordia), y su esposa María Antonieta, a quien el pueblo odiaba por su fama de despilfarrar en lujos el dinero de la corona, fue guillotinada el 16 de octubre del mismo año.
Muerte de Luis XVI en la guillotina.
Maria Antonieta en la guillotina
La muerte del soberano indignó a todas las monarquías europeas, que seguían tratando de invadir a Francia. Significó también el comienzo de la República jacobina con la Constitución de 1793.
Origen de La Marsellesa
La Marsellesa es el canto patriótico de la Revolución francesa. La noche del 25 al 26 de abril de 1792, un joven oficial de 31 años, Claude Joseph Rouget de Lisle, compuso un canto de guerra para infundir ánimo y valor a las tropas francesas que luchaban contra Austria. Posteriormente, fue destinado a Estrasburgo en un batallón de nombre evocador: «Los hijos de la patria». En un mes, la obra dio la vuelta a Francia y llegó a París en julio de 1792 con los marselleses que llegaron a la capital para defender la patria en peligro. En pocas semanas, el himno encontró su título: La Marseillaise. Su éxito fue tan extraordinario que fue declarado canto nacional el 14 de julio de 1795. Frente al peligro de invasión, los revolucionarios comenzaron a formar ejércitos de voluntarios, entre los que estaba la delegación de Marsella, que entró en París el 30 de julio de 1792 cantando el himno de Rouget de Lisle, que desde entoces lleva el nombre de "La Marsellesa". Hubo que esperar al 14 de marzo de 1879 para que La Marsellesa fuera reconocida oficialmente como el himno nacional de Francia.
Delegación de Marsella entrando a París.
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