Revolución Francesa: Inicios
En la segunda mitad del siglo XVIII, el Estado francés entra en una terrible crisis financiera. Luis XVI, que reinaba desde 1774, nombró ministro de Hacienda al fisiócrata Robert Turgot. Este implantó una serie de reformas, entre las que se contaba el pago de impuestos que la nobleza y clero debían cancelar por sus tierras. La medida fue rechazada, lo que determinó su caída.
Asamblea de Notables
Para hacer frente a los graves problemas económicos y sociales por los que atravesaba Francia, el rey Luis XVI reunió, en 1787, la Asamblea de Notables (asamblea consultiva conformada por representantes de la nobleza y el clero), con el fin de encontrar una solución. Durante la asamblea se planteó que la única manera de salvar a la monarquía de la bancarrota era a través del aumento de impuestos, los que, a partir de ese momento, también se cobrarían a la nobleza y al clero. Como era de esperarse, estos se rehusaron a aceptar esta reforma fiscal.
El Antiguo Régimen es un sistema político, social y económico por el cual una minoría privilegiada –nobleza y clero- ostenta todos los cargos públicos y no paga impuestos, mientras que la inmensa mayoría de la población –el tercer estado- paga los impuestos y no goza de ningún tipo de privilegio.
Convocatoria de los Estados Generales
Ante esta situación, el 5 de mayo de 1789, el rey se vio obligado a convocar a los Estados Generales en el Palacio de Versalles, que no se reunían desde 1614 (hacía 175 años), representados por los tres estamentos que conformaban la sociedad francesa: la nobleza, el clero y el resto de la población, el Tercer Estado (o Estado Llano), conformado por burgueses, campesinos y sectores populares urbanos, los cuales eran llamados sans-culottes. La burguesía estaba formada por comerciantes acaudalados, artesanos urbanos, hombres de negocios, banqueros y abogados. Estos últimos eran hombres cultos e instruidos en el arte de hablar y convencer al pueblo, se destacaron como oradores en las tribunas, en las plazas publicas y lideraron el Tercer Estado.
Compuestos por 1.139 diputados (270 de la nobleza, 291 del clero y 578 del tercer Estado), el número de representantes del Estado Llano era casi igual al de los otros dos estamentos juntos. El sucesor de Turgot, Jacques Necker, logró reunirlos, previas elecciones, celebradas individualmente por cada estamento. En el pueblo hubo gran expectativa y cada parroquia y departamento elaboro sus reclamos y sugerencias, conformando el Cuaderno de Quejas que habría de ser la agenda de sesiones para resolver el grave problema financiero y la situación de los más afectados.
Reunión de los Estados Generales
Con la convocatoria de dichos Estados, se pretendía frenar la crisis que sufría la monarquía absoluta francesa y cuyos factores eran la creciente demanda de reformas políticas, la coyuntura económica negativa que sumían a las clases urbanas populares y a los campesinos en la carestía y la miseria, y la llamada "revuelta de los privilegiados" que lideraba principalmente la nobleza de toga de los Parlamentos (tribunales de justicia), que se oponía a las reformas fiscales de los sucesivos ministros de Hacienda del rey, que buscaban acabar con el caos del fisco estatal.
En su discurso de apertura, el rey manifestó que esta asamblea debía limitarse a tratar las cuestiones económicas dejando de lado las cuestiones políticas. Además, las sesiones quedaron atrasadas por el desacuerdo en el sistema de votación. Tradicionalmente, cada estado tenía derecho a emitir sólo un voto con respecto al tema que se estuviera tratando. En este caso, la nobleza y el clero se aliaron para defender sus privilegios, de manera que poseían dos tercios de los votos, lo que siempre ponía en desventaja al Estado Llano. Pero, en esta ocasión, los representantes del Tercer Estado exigieron que el voto fuera individual, es decir, no por estamento sino por persona, con el fin de neutralizar dicha alianza. Como la nobleza y el clero se negaron a cumplir con esta exigencia, los diputados del Tercer Estado decidieron abandonar la asamblea y, el 17 de junio de 1789, se declararon constituidos en Asamblea Nacional. El 19, el clero votó por la reunión. Esto era ya una revolución, puesto que la constitución de los Estados Generales no podía ser legalmente modificada más que con el consentimento de la nobleza y el rey.
El 20 de junio, el Tercer Estado encontró la cámara cerrada y se le anució que Luis XVI vendría a presidir una sesión real. El Tercer Estado reunido en el Salón del Juego de la Pelota, del Palacio de Versalles, presentó juramento de no separase hasta darle a Francia una Constitución. Este compromiso de unión realizado entre los 577 diputados del Tercer Estado y al que se le unieron dos delegados de los estados nobiliario y clerical: el Conde de Mirabeau y el abate Siéyés y otros representantes del clero, se conoce como el Juramento del Juego de la Pelota. Este juramento marca un punto definitivo en el rumbo de la revolución.
Sala del Juego de la Pelota en el Palacio de Versalles, Francia.
Asamblea Nacional Constituyente
Como la principal medida que se habían propuesto los diputados del Tercer Estado era elaborar una constitución, el 9 de julio de 1789 cambiaron el nombre de Asamblea Nacional, por el de Asamblea Nacional Constituyente. La elaboración de una constitución significaba el fin del absolutismo, ya que convertiría a Francia en una monarquía constitucional. Es decir, el rey ya no podría actuar solo, sino que estaría limitado por el poder de una cámara de representantes elegidos por el pueblo. El 11 de julio, por considerarlo responsable de la escalada revolucionaria en el país, Luis XVI destituye a Jacques Necker, director general de Finanzas y ministro de Estado estimado por el pueblo por sus intentos reformistas, y nombra en su lugar a Louis Charles Auguste Le Tonnelier, barón de Breteuil.
Mientras la Asamblea deliberaba en Versalles, en Paris, crecía la agitación popular, por el alza de los precios y los rumores, propagados por oradores y periodistas, respecto a que el rey Luis XVI disolviera dicha asamblea a la fuerza. El 14 de julio de 1789, miles de personas del pueblo se tomaron por asalto la fortaleza de La Bastilla (fortaleza donde guardaban prisión los enviados por una orden de los reyes y no por sentencia de juez). Esta acción acelero la revolución. Frente a esto, Luis XVI quiso disolver la Asamblea, pero el pueblo de París –apoyando a los constituyentes- se amotinó y asaltó la Bastilla, la prisión más famosa de Francia que simbolizaba la autoridad del Antiguo Régimen.
Asamblea Constituyente
La Toma de la Bastilla
La Bastilla era una poderosa fortaleza que dominaba los barrios populares del este de París, símbolo de la autoridad arbitraria de la monarquía absoluta. En su origen se construyó como una fortificación contra los ingleses, durante la guerra de los cien años, pero Richelieu (cardenal de la iglesia católica) la convirtió en prisión del Estado. Entre sus paredes pasaron algún tiempo pensadores como Voltaire, Diderot y el marqués de Sade; y todo aquel que desagradara al rey o a su corte.
La Bastilla. Fue en 1367 cuando el rey Carlos V ordenó la construcción de un fuerte para defender la Porte Saint-Antoine y las murallas del este de París. El rey Carlos V también quería establecer el centro administrativo del reino. La construcción ordenada en 1367, fue construida bajo su reinado, desde 1370 hasta 1383, por el preboste de París Hugues Aubriot, que colocó la primera piedra el 22 de abril de 1370.
En la mañana del martes 14 de julio de 1789, el pueblo parisino se toma la Bastilla, que custodiaba a siete prisioneros, tras cuatro horas de combate, los atacantes buscaban principalmente apoderarse de las armas y municiones que allí se almacenaban. Aunque la guarnición de la cárcel se defendió, matando a un centenar de asaltantes, terminó fácilmente por rendirse ante casi el millón de parisinos que atacaban, quienes se apoderaron de 30.000 fusiles. A tres oficiales y tres soldados se les dio muerte. La guarnición de la Bastilla fue apresada y llevada al ayuntamiento de París, aunque algunos fueron asesinados en su camino, como el gobernador, el marqués Bernard-René Jordan de Launay, comandante de la guardia carcelaria quien fue apuñaleado con bayonetas y luego recibió un balazo. Después de su muerte su cabeza fue aserrada por un carnicero, la clavó en una pica, y la exhibió por las calles de París. La Bastilla fue demolida durante la revolución. Este día, 14 de julio –día de la Bastilla– se celebra como fiesta nacional en Francia.
Toma de la Bastilla
Los revolucionarios destituyeron al alcalde de París y crearon una Comuna, (alcaldía revolucionaria) presidida y compuesta por burgueses. Este ejemplo fue seguido en numerosas ciudades, con lo que la nobleza perdió los gobiernos municipales. Por su parte, la Asamblea Constituyente reconoció a la Guardia nacional, creada por los burgueses para enfrentarse al ejercito real en caso necesario y para defender las propiedades del desorden del populacho. El marqués de Lafayette, fue nombrado jefe de ésta. Se adopto como símbolo de la revolución la escarapela tricolor (azul, roja y blanca) que es, desde entonces, la bandera nacional francesa.
Ignorando la caída de la Bastilla, Luis XVI ese mismo día en horas de la tarde, dio orden a sus tropas de evacuar la capital. La insurrección parisina se extendió por toda Francia, el pueblo se organizó en municipios para conseguir un propósito de autogobierno y crearon cuerpos de guardias nacionales para su propia defensa, de acuerdo al principio de soberanía nacional. En las áreas rurales, frente a la resistencia de la nobleza que se negaba a perder su poder local, muchas fincas y castillos fueron quemados. La caída de la Bastilla en manos de los revolucionarios parisinos supuso simbólicamente el fin del Antiguo Régimen y el punto inicial de la Revolución francesa.
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