contadores de paginas web

Mayas: Organización económica

El maíz cumplirá en las socie­dades mesoamericanas un rol excluyente, siendo no sólo la base de la alimentación de di­chas sociedades, sino también el eje fun­damental de su cosmovisión religiosa y de sus prácticas ceremoniales. Llamado en lengua maya "ixim", fue la materia prima para preparar los tamales y las tortillas, menús recurrentes de los antiguos mayas. Los tamales se hacían con una pasta de maíz mezclada con trocitos de carne y ve­getales envueltos dentro de hojas gene­ralmente de maíz. Todo ello se horneaba bajo tierra, con una técnica conocida como "pibil".

La dieta de los mayas se complemen­taba con una variedad que incluía desde semillas de cacao diluidas en agua, con lo que preparaban el chocolate, hasta la cha­ya, una planta rica en vitaminas. Y conocieron las dulzuras de la miel de abe­ja, el chicle, que extrajeron del chicozapote, y una larga lista de frutos y semillas que tomaban de los bosques y selvas cercanas a sus poblaciones.

El menú "vegetariano" solía enrique­cerse con carnes rojas que tomaban de una gran variedad de animales que poblaban sus territorios. Especiales resul­taban las carnes de venado, puerco salva­je, armadillo, manatí, conejo, el tapir, el jabalí y el mono. También de algunas es­pecies de aves, como la del faisán, las pa­lomas, la codorniz y la gallina de monte. El mar, las lagunas y los ríos también contribuían con sus riquezas alimenticias.

Así como variada fue la oferta alimen­taria, también variada fue la oferta de bebidas. Entre ellas, también cumplió un rol importante la presencia del maíz, fundamental para la preparación del "sakab", que se utilizaba especialmente co­mo bebida en las ceremonias religiosas. El maíz es la base, además, del "pozole", el "atole" y el "pinole". Algunas veces es­tas bebidas se endulzaban, mezclándose­las con miel de abeja. Otra bebida importante fue el "balché", cuya base se extraía de la corteza del ár­bol homónimo y se mezclaba con agua y miel. Luego se la dejaba fermentar y finalmente se la consumía. Por lo gene­ral, los mayas no tomaban agua pura, si­no que mostraron preferencia en mezclarla con frutas y semillas. Lo común era que las bebidas fueran almacenadas en "jícaras", una suerte de vasijas grandes, y trasportadas en otras de cuello fino; tamban se utilizaban ca­labazas ahuecadas.

 
Un señor pone a prueba el calor de su chocolate en esta pintura del Clásico Tardío maya

El maya era un pueblo pacífico dedicado a la agricultura, la actividad económica más destacada; su principal alimento fue el maíz, que tuvo una gran influencia en sus creencias y en su organización económica y social; adoraban al dios del maíz representado por un joven con una mazorca en la cabeza.

 Yum Kaax, dios jóven del maíz

Los mayas clásicos no conocieron los metales y usaron herramientas de piedra en la mayor parte de sus actividades, como la agricultura, la caza, la construcción de armas, adornos e incluso los sacrificios. Además, trabajaron la cestería y la alfarería. Debido a la escasez de agua se establecían cerca de pozos naturales que llamaban cenotes.

Agricultura, caza y minerales

Los recursos de las tierras bajas pueden dividirse en vegetales, animales y minerales. En cuanto a los primeros, sembraban fríjol (judías), yuca (mandioca), pimiento, cacao, calabaza, cacao, ají, tomate, maní, el ramón o árbol del pan, zapote, todos ellos de consumo directo e inmediato;  y plantas destinadas al intercambio o que debían sufrir procesos de transformación como el copal, algo­dón, caucho, tabaco, achiote y otras semillas colorantes, madera, hojas de varias especies de palmas y la corteza del ficus, lo cual les permitió desarrollar el comercio; también recolectaban frutas silvestres como el aguacate (palta), papayas, guayabas, plátanos. Utilizaron el algodón y el henequén para confeccionar sus vestidos y sus redes para pescar.  Las técnicas del hilado, el tinte y el tejido consiguieron un elevado grado de perfección.

Para completar su dieta cazaban animales salvajes como venados, tapires, conejos, monos, tortugas, armadillos, pájaros de rico plumaje, jaguares, iguanas y pescaban en el mar, en los lagos y en los ríos una gran variedad de peces, moluscos y crustáceos.

Entre los recursos minerales se encuentra la piedra caliza, el pedernal, las arcillas y algunas piedras duras. El jade, el material más precioso conocido por los antiguos ma­yas, se comercializaba en toda la región y se tallaba y pulía para fabricar pendientes, placas, cuentas tubulares y figuras antropomórficas. Se realizaron exquisitas láminas en pedernal y obsidiana para enterrarlas como escondites votivos (ofrendas a los dioses dejadas en un lugar sagrado). La clase dirigente repartía estos bienes entre los campesinos, quienes a cambio le entregaban su trabajo y servicios.

 Vasija con efigie. Ceramica del posclásico tardío

Comercio

La pesca y la producción de sal les permitían sostener un comercio de exportación hacia los pueblos vecinos. A través de éste, se distribuían bienes, como el pescado, miel, cerámicas, sal, algodón y plumas, producidos en una misma ciudad por dis­tintos sectores y se hacían mercados, denominados p´polom, una vez por semana en los centros ceremoniales. Para el traslado de mercancías los mayas utilizaban bestias de carga, y en las áreas prosperas se utilizaba el comercio marítimo, pero no llegaron a conocer el uso de la rueda. En el intercambio que se realizaba a través de rutas fluviales, se usó canoas, tanto en agua dulce como salada,  las embarcaciones transportaban, de un lugar a otro, pedernal, obsidiana, ámbar, lava volcánica, incienso, pieles.

Este comercio estaba en manos de la clase dirigente, que organizaba caravanas de esclavos, único medio de carga que conocían, para hacer llegar sus mercaderías a otras ciudades. Los ingenieros mayas eran excelen­tes constructores de caminos y ca­rreteras, que construían con piedras planas y estuco. El transporte terrestre fue posible a través de extensas rutas, construidas sobre tierra apisonada recubierta de polvo calcáreo. Los mayores comerciantes, situados en la casta noble de la sociedad, realizaban largos viajes para vender sus productos a mercaderes menores, quienes, a su vez, los distribuían casa por casa en los pueblos más pequeños. Como unidad de cambio se utilizaban las semillas de cacao y las campanillas de cobre, material que se empleaba también para trabajos ornamentales, al igual que el oro, la plata, el jade, las conchas de mar, incienso, algodón, las plumas de colores o esclavos.

Sistema de cultivo

Los mayas fueron notables agricultores por su avanzado trata­miento de las plantas y por sus conocimientos astronómicos, que les permitieron crear un calendario agrícola, aprovechando las condiciones climáticas. Los mayas utilizaban la “milpa”, que es el nombre designado para el terreno en el que se cultiva el maíz y otros alimentos por el sistema de “roza y quema”. No conocieron la rueda, el arado o la tracción animal.

Los valles les permitieron desarrollar una eficaz agricultura. Las técnicas agrícolas desarrolladas fueron: la roza, que consistía en talar un terreno en época propicia, para que secara la vegeta­ción y quemarla; luego se hacía la siembra y se efectuaban escardas con la azada, lo que llevaba al agotamiento del suelo con disminución del rendimiento. Se abandonaba entonces el terreno por un período, dando tiempo a su regeneración y luego se continuaba el ciclo agrícola. El barbecho fue otro sistema cuyo cultivo también se iniciaba por medio de la tala de árboles y la quema de vegetación existente.

Con semejante oferta económica, las poblaciones de la región difícilmente podían tener défi­cits alimentarios o proteínicos, salvo, cla­ro está, frente a una presión demográfi­ca que impidiera satisfacer al conjunto poblacional en tiempo y forma.

Referencias:
GIMENO, D. (2008). Grandes Civilizaciones de la Historia. Mayas. Editorial Sol 90.
MEISELES BERNAL, A. (1991). Senderos 6. Ediciones Cultural Colombiana Ltda.
MONTENEGRO GONZÁLES, A. (1994). Civilización 6. Editorial Norma S.A.
MONTOYA, F. (2012). Sociales Para Pensar 6. Grupo Editorial Norma.
RODRÍGUEZ, H. (1989). Historia Universal. Casa Editorial El Tiempo.
 

Edad Antigua