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Civilizaciones andinas: Cultura Caral

Panorama de las ruinas de la ciudad de Caral
Panorama de las ruinas de la ciudad de Caral

El establecimiento de grupos hu­manos en la región andina de América del Sur data del año 10.000 a.C., aunque algunos in­vestigadores sitúan esa acta de nacimien­to cuatro mil años antes. Sociedades de cazadores y recolectores en sus inicios, fueron progresando a estructuras más complejas sobre la base de una primitiva actividad agrícola. Un hito en el desarrollo regional lo cons­tituye el establecimiento de la ciudad de Caral, la más antigua de la que se tiene conocimiento y cuya estructura y dimen­siones dan cuenta de un importante desarrollo estatal y religioso.

La civilización Caral o Caral-Supe, como también se la conoce, floreció en el área norcentral del actual territorio del Perú y llegó a contar con alrededor de 30 asentamientos poblacionales. El logro más trascendental de es­ta cultura fue el desarrollo arquitectónico, con edificaciones de piedra y barro monumentales. La calidad y el método emple­ado en sus edificaciones dan sobrada cuen­ta de la utilización de técnicas de edificación y el conocimiento de la aritmé­tica, la geometría y el cálculo. Además, no desestimaron la estética de sus construcciones, puliendo las rocas para su mejor lucimiento y embelleciéndolas con pintu­ras elaboradas a partir de piedras, plan­tas y flores molidas.

Ubicación geográfica de la cultura Caral
Ubicación geográfica de la cultura Caral

La cultura Caral-Supe fue preceramista, se desarrolló entre 5.000 y 1.800 a.C. (Arcaico Tardío), y fue contemporánea de otras civilizaciones primigenias como las de Egipto, India y Mesopotamia. Las compruebas rescatadas en Caral y otros asentamientos del valle de Supe, como Áspero, Miraya, Lurihuasi y Chupacigarro, así como Vichama en el valle de Huaura, han transformado la historia del Perú, al mostrar que en el área norcentral, se formó una civilización de una antigüedad comparable a las del Viejo Continente.

Su legado más importante es la cuidad de Caral, considerada la ciudad americana más antigua, su construcción data entre los años 2.627 y 2.100 a.C., en la que se destaca la ausencia de producciones ceramistas. Fue descubierta en 1905, su nombre completo, Caral-Supe, deriva de la ciudad sagrada que se encuentra en el valle de Supe, en Lima. Entre sus variadas estructuras y plazas sobresale la Pirámide Mayor. La ciudad de Caral consta de un conjunto de edificios monumentales, con distintas funciones ceremoniales y administrativas. Cronológicamente, es el más antiguo asentamiento de América que presenta dichas características, y por ello se le considera como la primera ciudad de América.

Plano de la ciudad de Caral
Plano de la ciudad de Caral

La ciudad sagrada de Caral está ubicada en el inicio de la zona del valle medio inferior de la cuenca de Supe, a 26 km del litoral y a 350 m.s.n.m., ocupando un área de 66 hectáreas, en las que se distinguen dos zonas: una nuclear y otra marginal. En la zona nuclear, los edificios están distribuidos en dos sectores: el sector alto, que tiene las construcciones públicas y residenciales más grandes de la ciudad: siete edificios monumentales, dos plazas circulares hundidas, dos espacios de congregación colectiva, unidades residenciales de los funcionarios, así como un extenso conjunto residencial de especialistas y servidores.

El sector bajo, tiene edificios de menores dimensiones, como el complejo arquitectónico del Anfiteatro, el edificio del Altar Circular y un conjunto residencial, igualmente, de menor extensión. La zona marginal, ubicada en la periferia, contiene residencias agrupadas y distribuidas, a modo de archipiélago, a lo largo de la terraza aluvial que colinda con el valle.

Cada edificio público fue construido en relación con cierta deidad y posición astral. En ellos se realizaban actividades multifuncionales en determinadas fechas festivas del calendario anual.

Pirámide Mayor

Es el edificio piramidal de mayor volumen y extensión. La Pirámide Mayor funcionaba como centro administrativo y religioso, y por su monumentalidad dominaba la vida de toda la ciudad. Como complejo arquitectónico, sus componentes principales eran la plaza circular hundida y la pirámide con plataformas escalonadas a su alrededor. Todas las paredes externas eran de piedra. Sus dimensiones alcanzaban un largo de 149 m por 170 m de ancho. Su altura variaba: hacia el sur, 19 m; al norte, 10 más.

Pirámide Mayor de la ciudad de Caral
Pirámide Mayor de la ciudad de Caral-Supe

1. Plaza circular: Ubicada en una depresión del terreno, se accedía a ella por medio de dos grandes escalinatas. Allí se reali­zaban intercambios de productos, como zapallo, fréjoles y ajíes.

2. Terrazas: Ubicadas de manera superpuestas, en ellas se concentraban las personas para realizar sus trabajos.

3. Escalera central: Constituían el acceso principal a las instalaciones ceremoniales.

4. Atrio: Era el espacio ceremonial por excelen­cia, con un fogón central y banquetas escalonadas.

5. Altar: De formato cuadrangular, contaba con un conducto de ventilación subterráneo.

6. Recinto: Uno de los tantos en los que se desarrollaban los ritos ceremoniales. Estaba ornado con nichos.

7. Ala oeste: Concentraba un complejo de grandes terra­zas a las que se accedía por una escalera lateral.

8. Fogón: El altar del Fuego Sagrado se hallaba en un recinto decorado con frisos y nichos. Allí se quemaban ofrendas como medio de comunicación con los dioses.

9. Ala este: Es la que concentra más cantidad de terrazas superpuestas, siete en total, con recintos y escaleras que las comunicaban entre sí.

Sociedad

La población de Caral se reunía habitualmente en las plazas y los salones ceremoniales alrededor de los fogones de los edificios públicos y viviendas, donde quemaban ofrendas, colocaban objetos en las hornacinas y enterraban cabellos, fragmentos de cuarzo y otros bienes estimados por ellos. Gran parte del material arqueológico recuperado ha sido encontrado en las ofrendas, donde es recurrente el hallazgo de conglomerados de vegetales, fragmentos de cuarzo, choros y alimentos, acomodados, enterrados y muchas veces quemados.

Ilustración sobre la vida cotidiana en Caral
Ilustración sobre la vida cotidiana en Caral

Las exploraciones arqueológicas de la zona enseñan que las sociedades del litoral y del valle mantuvieron un intercambio constante de productos. Lo que comprueba un consumo en grandes cantidades de pescados y moluscos en los asentamientos del valle como Caral, Chupacigarro, Miraya y Lurihuasi, así como el uso de algodón y mates, además de zapallo, achira, mate y guayaba, entre otros, en el asentamiento del litoral. Con el algodón se hicieron cordeles, redes de pescar, ropa, y con los mates, flotadores. Estos materiales mejoraron la tecnología pesquera y optimizaron su producción.

Se puede admitir que una economía agrícola-pesquera, modulada por el intercambio, respaldó el desarrollo de la Civilización Caral. Los pobladores del litoral pescaron y recolectaron diversas especies marinas, principalmente anchoveta, choros y machas; los agricultores del valle produjeron algodón, mates y especies alimenticias como achira, frijol, camote, zapallo, calabaza, papa, maní, palta, ají, pacae, guayaba, maíz, etc.

La música gozó de un papel importante en las actividades de la población; esta tradición ha continuado como parte de la herencia cultural de las sociedades andinas de todos los tiempos. Se han redimido tres conjuntos musicales, conformados por instrumentos de viento, que ratifican la práctica musical colectiva y la organización compleja de la sociedad Caral. Ellos estuvieron asociados con caracoles, como instrumentos de percusión. Las actividades religiosas y sociales circunscribieron prácticas musicales que estaban a cargo de los músicos más expertos.

Ilustración sobre los músicos y los instrumentos musicales utilizados en la cultura Caral
Ilustración de los instrumentos musicales utilizados por la cultura Caral

Investigaciones arqueológicas manifiestan que los caralinos emplearon mates como contenedores, botellas, tazas y platos; también, cucharas de madera tallada, platos, tazones y morteros de piedra. La élite se diferenció por los adornos personales (collares de cuentas de concha de moluscos) y los bienes de prestigio (tejidos de algodón, utensilios, entre otros), de uso distintivo. Los encargados del manejo político y económico de los asentamientos y de los servicios religiosos se les denominaban “Curacas”.

Es factible que Caral sea un término quechua, algunos lingüistas han propuesto que significa "fibra" o "junco". Se desconocen las causas del fin de la cultura Caral, parece ser que su abandono paulatino se produce entre 2.100 y 1.800 a.C., posiblemente por eventos naturales, como terremotos y el fenómeno de El Niño. El perímetro de Caral fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 28 de junio de 2009.

Referencia:
GIMENO, D. (2008). Grandes Civilizaciones de la Historia. Incas y culturas andinas. Editorial Sol 90.

Edad Antigua